Pavor ante la nueva etiqueta energética
Los fabricantes de electrodomésticos temen perder 1.500 millones con la reclasificación de sus productos
Los dueños de algunos de los mejores restaurantes de Europa tiemblan cada año ante la publicación de la nueva guía Michelin y el riesgo de perder una de sus preciadas estrellas. Los fabricantes de electrodomésticos sufren en estos momentos una incertidumbre similar ante la próxima publicación, por parte de la Comisión Europea, del nuevo sistema de etiquetado de eficiencia energética de sus productos.
Bruselas quiere hacer más exigente el baremo y añadir categorías superiores (A1, A2, A3) al sistema de puntuación. Pero, además, estudia reclasificar los productos que ahora oscilan entre la A, galardón de los electrodomésticos más eficientes, y la G, estigma de los más despilfarradores de energía.
'Esa reclasificación relegará hacia categorías más bajas a productos que ahora merecen las máximas calificaciones', advirtió ayer durante un encuentro con CincoDías Kurt-Ludwig Gutberlet, consejero delegado de Siemens-Bosch Domestic Appliances y presidente de Ceced (Comité europeo de fabricantes de electrodomésticos).
Gutberlet teme que esa caída 'envíe una señal terrible al consumidor, que pensará que los productos son peores que antes o que deben ser más baratos'. La patronal calcula que el nuevo sistema puede causar unas pérdidas de 1.500 millones en todo el sector. Y creen que es un inmerecido castigo para una industria pionera en la eficiencia energética.
La CE reconoce el éxito el sistema del etiquetado puesto en marcha en 1992 para frigoríficos, lavavajillas, lavadoras, secadoras y hornos, entre otros aparatos. En la actualidad, según los estudios encargados por la CE, la inmensa mayoría de esos productos vendidos en Europa lucen la etiqueta A o B, mientras que en 1994 dominaba la D.
Pero el organismo comunitario cree que el sistema corre el riesgo de quedarse 'obsoleto' si no se actualiza de acuerdo con la evolución tecnológica.
Los partidarios de la nueva etiqueta, que parecen ser mayoritarios entre los países de la UE, consideran imprescindible la reforma para evitar que los estándares se estanquen y la mayoría de los productos se encuadren en la categoría superior.
La patronal, en cambio, parece contar con el apoyo de los países con mayor producción de electrodomésticos, como Alemania, Italia, España o Portugal.
Desde ese bando se apunta como posible solución la concesión de periodos transitorios para dar salida al stock acumulado. Bruselas, de momento, ofrece la posibilidad de introducir escalonadamente la nueva etiqueta.
Pero el sector teme que la caída de ventas actual (10% de media en Europa) aumente el impacto económico de un etiquetado que, a diferencia de las estrellas Michelin, es obligatorio. La pérdida de la A hará prácticamente imposible dar salida al stock acumulado.
El 33% de los aparatos gasta de más
Más de 600 millones de electrodomésticos ronronean en los hogares de la UE. Y al menos un tercio, según la patronal de los fabricantes europeos, 'tienen más de 10 años de edad, lo que significa que devoran más energía, rinden menos y consumen más agua' que los aparatos de última generación.Los estudios encargados por la Comisión Europea indican que desde 1996 la eficiencia energética ha mejorado entre el 20% y el 35% como media en refrigeradores, frigoríficos, lavadoras y secadoras, lo cual ha reducido hasta un 12% el consumo energético de esos aparatos. Los mismos estudios indican que el etiquetado de los productos en función de su consumo ha contribuido en parte a esa tendencia.Kurt-Ludwig Gutberlet, consejero delegado de Siemens-Bosch Home Appliances, cree que la eficiencia 'es ya una demanda del consumidor y uno de los factores de competitividad de la industria'.