Bank of America pide dinero al Gobierno y deprime al mercado
Las costuras del sistema bancario siguen saltando incluso donde no se esperaba. Bank of America, el banco de EE UU que más solvencia había mostrado, negocia desde diciembre una segunda inyección de capital público y JPMorgan presentó unos resultados 'muy decepcionantes', según su responsable.
Los valores de la banca cotizaron ayer bajo el peso de la profunda decepción, incluso desolación, con la que se recibió la noticia de que Bank of America lleva desde diciembre negociando una segunda inyección de capital público sin la que no podría haber cerrado la compra de Merrill Lynch.
El consejero delegado de la entidad, Ken Lewis, mantiene conversaciones con el Tesoro, el FDIC (Fondo de Garantía de Depósitos) y la Reserva Federal y se especula que obtenga un acuerdo similar al que tuvo Citigroup que consiguió 25.000 millones de dólares y garantías sobre una buena parte de sus activos.
Se desconoce la cantidad de la que se habla pero, sin ella, las pérdidas de Merrill -que no se han hecho públicas- darían al traste con el acuerdo de compra que se cerró el mismo fin de semana de septiembre en el que se firmó el acta de defunción de Lehman Brothers. Lewis cerró el acuerdo con John Thain, consejero delegado de Merrill Lynch, en casi 48 horas, escaso tiempo para hacer una due dilligence, pero no era la primera vez que ambos bancos se acercaban para hablar de una unión. La compra se hizo efectiva a inicios de enero.
Aunque aún no se han cerrado las conversaciones, la Administración está dispuesta a proveer de fondos a Lewis, el mismo banquero que en octubre, cuando fue forzado a aceptar los 25.000 millones que le dio el Tesoro (10.000 de ellos a nombre de Merrill Lynch), dijo que en realidad no los necesitaba.
En el actual escenario de crisis, este banco de Carolina del Norte y JPMorgan, se habían erigido como las entidades más fuertes y han jugado un papel determinante a la hora de ir rescatando a otras firmas, como Countrywide y Merrill Lynch en el caso del primero, y Bear Stearns y Washington Mutual en el del segundo. Curiosamente, es la compra de Countrywide, una de las entidades hipotecarias que más contribuyó a inflar la burbuja de la vivienda, la que más preocupa a los analistas.
Aunque Bank of America tiene una amplia base de recursos de capital, gracias a los depósitos, los mercados valoraron la posibilidad de que el dividendo sufra y que el Gobierno ejerza sobre la entidad una presión similar a la que está sometiendo a Citi. El banco que encabeza Lewis presentará sus resultados el día 20 y se espera conocer entonces más detalles de su posición. Los analistas creen que podría registrar pérdidas.
Es algo de lo que ha podido escapar JPMorgan en el cuarto trimestre, aunque su consejero delegado, Jamie Dimon, dijo ayer que los resultados eran 'muy decepcionantes'. La entidad registró unos beneficios en el cuarto trimestre de 702 millones de dólares (unos 536 millones de euros), un 76% menos que el año anterior y consiguió llegar a estas cifras negras gracias a unos beneficios extraordinarios de 1.100 millones de dólares provenientes de la compra de Washington Mutual y 853 millones en gestión de riesgos.
La banca de inversión perdió 2.360 millones y la minorista ganó 624 millones, un 15% menos. Los ajustes contables de activos hipotecarios y otros préstamos sumaron 2.900 millones antes de impuestos. 'Si el ambiente se deteriora aún más, y es previsible', dijo Dimon, 'es razonable esperar un impacto negativo en nuestras cuentas'.
Nuevo tira y afloja en el Congreso
Primero Barack Obama, pidió, través de George Bush, los 350.000 millones de dólares (266.264 millones de euros) del TARP, el plan de salvamento para la banca. Luego, Ben Bernanke, presidente de la Fed, advirtió que el plan de estímulo fiscal que prepara el presidente electo será insuficiente si no se sigue ayudando a las entidades financieras. Con todos esos mensajes, el Congreso delibera ahora si conceder este capital. Y no se prevé que sea un paseo.El equipo de Obama ha mantenido conversaciones con los legisladores para convencerles de la necesidad de que aprueben esta segunda partida del TARP.El Senado tenía previsto votar ayer por la tarde, tras el cierre de esta edición, y la Cámara de Representantes podría hacerlo la semana que viene. Pero también se debatirá la propuesta hecha por el demócrata Barney Frank de hacer un mayor seguimiento de los fondos liberados e imponer restricciones al dividendo y las pagas de los ejecutivos que reciban dinero público.Obama no ha mostrado mucho interés en esta legislación pero Larry Summers, uno de sus asesores, ha ofrecido garantías por escrito a los congresistas de que habrá límites y que parte de los fondos se dedicarán a la ayuda a los propietarios que estén cercanos a un embargo. Los legisladores de ambos partidos están muy enfadados por la gestión que la Administración Bush ha hecho de los primeros 350.000 millones del TARP, ya que muchos bancos siguen sin hacer fluir ese dinero en forma de préstamos. Ayer, Jamie Dimon, de JPMorgan dijo que ya está dando salida a los 25.000 millones recibidos pero pocos bancos siguen su ejemplo en un ambiente económico tan complicado.Obama ha dicho que si no se libera esta partida iniciará su legislatura con un veto a la desaprobación.