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Columna
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Política monetaria 'versus' política fiscal

La crisis financiera desatada a nivel mundial ha dado lugar a que muchos e importantes países hayan entrado en recesión: EE UU, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y España. Todos han utilizado la política monetaria como instrumento para salir de la recesión, a cuyo efecto sus bancos centrales han ido rebajando de manera acelerada los tipos de interés, en Europa más pausadamente.

En EE UU, la Reserva Federal (Fed) ha bajado los tipos de interés del 5,25% al 1% desde septiembre de 2007, y para impedir un colapso crediticio ha concedido préstamos y nuevas líneas de crédito a la banca por un importe superior al billón de dólares. A pesar de todo el crédito escasea. En un entorno de dura recesión los bancos hacen acopio de fondos y endurecen las condiciones crediticias. Junto a tales actuaciones de la Reserva Federal, el Tesoro, a través del Fondo de Apoyo a Activos Sin Liquidez, ha inyectado 335.000 millones de dólares a la corriente monetaria. La política fiscal de apoyo a empresas y familias ha sido igualmente empleada, si bien en mucha menor intensidad que la política monetaria, dado el alto déficit público de EE UU y a que la crisis tuvo su origen en la economía financiera y no en la economía real, aunque después la primera ha tenido efectos devastadores sobre la segunda.

Bien por la ineficiencia del sistema bancario de EE UU, incapaz de transformar la reducción de tipos de interés en un aumento del crédito, bien por el comportamiento de las empresas y las familias insensibles a las rebajas de los tipos de interés en su consumo o inversión, dadas las lóbregas perspectivas de futuro, la Fed ha implantado una nueva política monetaria para hacer frente a la recesión y alejar al país de una deflación.

En el comunicado de su última reunión dice que su objetivo en el futuro es apoyar el funcionamiento de los mercados financieros y estimular la economía a través de operaciones de mercado abierto y otras medidas que incrementarán el balance de la Fed a niveles muy altos. Establece tres medidas: mantener el nivel de tipos de interés de 0% a 0,25%, que dichos tipos se mantengan durante un cierto tiempo, y compras de bonos de titulización y deuda del Tesoro con vencimiento a largo plazo, con la finalidad de aplanar la curva de tipos de interés a corto y medio plazo. La eficacia de estas medidas está por ver. Puede, como decía Milton Friedman, que se esté pidiendo a la política monetaria objetivos que no puede cumplir, y Keynes decía que cuando una economía está cogida en la trampa de la liquidez, la política monetaria deja de ser efectiva para influir en la actividad económica. Pienso, sin embargo, que la nueva política monetaria de Ben Bernanke, unida a impulsos de la política fiscal, puede tener resultados positivos. Que así sea.

Y en España, ¿que medidas se pueden tomar para salir de la recesión? Se estima que 2008 acabe con un crecimiento del 1% del PIB en términos reales, si bien con los dos últimos trimestres con crecimiento intertrimestrales negativos, lo que técnicamente nos sitúa en recesión. El paro habrá superado los tres millones. Para 2009, el Fondo Monetario Internacional había previsto que España continuaría en recesión todo el año (-1% del PIB) pero en la reunión de Madrid el pasado mes de diciembre para conmemorar el 50 aniversario de la incorporación de España al Fondo, su director gerente manifestó que la revisión que se estaba realizando ensombrecía aún más la previsión para nuestro país. La estimación de la Fundación de las Cajas de Ahorros es una caída del PIB del -1,5%; las dos estimaciones dan para España una recesión continuada de seis trimestres.

El paro podría sobrepasar los cuatro millones, el 16,5% de la población activa; el déficit público puede estar cercano al 6% del PIB; la inflación continuaría en descenso, situándose en el 0,6% como tasa media del año; el consumo caerá el 2%; el déficit exterior rondará el 8% del PIB, y experimentará un fuerte ascenso el déficit público por la entrada en vigor del nuevo sistema de financiación de las comunidades autónomas. El FMI considera que si no hay reformas, España puede quedarse estancada en un proceso de baja productividad, bajo crecimiento y un largo reequilibrio de los balances, en el que será difícil retornar a una deuda pública baja, con la posibilidad, estimo yo, de deflación.

Paso a analizar las reformas urgentes a realizar para salir de la recesión antes de que entremos en deflación. España tiene una doble crisis: la de la economía real, que es una crisis propia a consecuencia del hundimiento del sector de la construcción, y una crisis financiera importada, consecuencia de la crisis global de tal naturaleza.

Al BCE corresponde la política monetaria. El Gobierno ya ha tomado, a través de la política fiscal, medidas para incrementar la liquidez de la banca a través de la compra de activos no líquidos de los mismos y hacer posible la apertura del grifo crediticio a las pymes y a los trabajadores autónomos. Este sistema está funcionando con ineficiencia, lo que requiere un urgente control del mismo por el Banco de España o miles de empresas desaparecerán a corto plazo con efectos sobre el paro. Al ICO, como agente financiero del Estado, se le han ampliado sus dotaciones para aumentar sus préstamos y créditos, el problema es que tal organismo no tiene red para operar directamente con las pymes, autónomos y familias, teniendo que utilizar el sistema bancario.

La crisis real de nuestra economía sólo se corregirá con un plan de inversiones en infraestructuras que aumente la demanda interna global, complementario al dotado en el Presupuesto 2009 y al que el Gobierno ha aprobado a fines de noviembre del pasado año por 8.000 millones de euros para la realización de proyectos de obras por los ayuntamientos. Dado el elevado déficit que se prevé para 2009, la financiación del plan complementario de infraestructuras al que nos hemos referido se efectuaría con bajas en gastos corrientes del Presupuesto 2009. A tal efecto se congelarían los sueldos de los funcionarios y los aumentos de plantillas y de altos cargos, se darían de baja todos los aumentos de crédito habidos en el capítulo 2o: compra de bienes corrientes y de servicios, y en el capítulo 4o, por subvenciones a empresas públicas y privadas, y se retrasaría a 2010 la entrada en vigor del nuevo proyecto de Ley de Financiación de Comunidades Autónomas; es decir, algo parecido a lo que se hizo en el Presupuesto 1997 para ingresar en la Unión Monetaria.

El presidente del Gobierno debería salir en televisión explicando las razones de estas medidas: detener el crecimiento del paro. Como final, aunque no por su importancia, hacer que todos los altos cargos tengan un comportamiento ético y austero en sus actuaciones y el que se desvíe de esta línea cese de inmediato.

Simultáneamente, el Gobierno aprobará las siguientes reformas estructurales que no suponen aumento del gasto: flexibilidad del mercado de trabajo, mayor competencia en los mercados de bienes y servicios y una reforma de la educación con el objetivo de mejorar su calidad. Estas medidas son el inicio de un plan para cambiar nuestro modelo productivo, junto a otras que sí requieren aumento del gasto público, que ya expuse en el artículo publicado en este diario el 20 de diciembre.

José Barea. Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid

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