La dura transición hacia un mundo más equilibrado
Los malos augurios para 2009 ocultan que será el ejercicio clave para la salida de la crisis.
Lamentablemente, 2008 no pasará a la historia como el año en que Estados Unidos eligió un presidente negro o España ganó la Eurocopa de fútbol -pese a lo extraordinario de ambos hechos-, sino como el año de la gran crisis financiera global. Una crisis que sólo resiste comparación con 1929 y que en España ha agravado el pinchazo inmobiliario. '2008 está siendo tan malo que parece 2009', se dice en el mercado. Que el año que viene va a ser peor se ha convertido en un mantra, pero, en realidad, es difícil pensar qué puede venir después del año que quebró Lehman. Cuando los gestores daban por finalizado el nefasto 2008, se toparon con un fraude de 50.000 millones de dólares. Está claro que después de acontecimientos tan extremos como la práctica desaparición de la banca de Wall Street, algo cambiará, pero lo excesivo de la situación complica el análisis.
Obviamente, cambiará la alegría con la que se prestaba dinero. Hace un año y medio empresas cotizadas podían comprar el 25% de compañías más grandes que ellas en un día, y aportando como garantía las propias acciones compradas. Al igual que las tasaciones de viviendas podían, según el banco o la caja, estirarse por encima del valor de adquisición para financiar un garaje o un coche. El desplome del crédito es el nudo de la actual crisis, y el crédito marcará, para bien o para mal, 2009 como ha marcado 2008. 'Los mercados ya han desapalancado y ahora falta el crédito tradicional que necesitará que empresas y familias más endeudadas reduzcan su deuda para aliviar la tensión sobre los balances bancarios', apunta José Carlos Díez, economista de Citi. Aunque actualmente los responsables económicos pidan a la banca que dé créditos, la prioridad es la recapitalización de las entidades, tanto de las que han sido parcialmente nacionalizadas como del resto, al hilo del deterioro de los activos de su balance. Y aun cuando, en el mejor de los casos, el sistema se recomponga, las cosas tampoco volverán a ser como antes. Los intermediarios financieros perderán peso en el negocio bancario, que volverá a sus orígenes de dar y asumir el crédito, en vez de empaquetar riesgos. Eso implicará una menor disponibilidad de dinero, y hará que el crecimiento potencial de las empresas sea menor. Algo razonable si se tiene en cuenta que en 2006 y 2007 parecía normal exigir a las sociedades aumentos recurrentes del beneficio y se decía sin rubor que algunas empresas estaban demasiado poco endeudadas. 'Los empresarios volverán a invertir sus fortunas en proyectos que puedan controlar', añade Díez.
A nivel macroeconómico se irá hacia un mundo más equilibrado. El esquema de que EE UU consume y China financia dicho consumo probablemente se reestructure. Credit Suisse calcula que EE UU tiene un exceso de deuda del 17% del PIB, y espera que el ahorro suba a tasas del 10% hasta 2011. De hecho, las últimas medidas económicas tomadas por China apuntan hacia el estímulo de la demanda interna como sustituto de una demanda externa que flaquea. Ahora, aun así quedan dudas de si éste y otros mercados emergentes podrán mantener su pujanza. Y de si la crisis actual, centrada en Estados Unidos, reforzará -como parece suceder- el papel de China y Rusia como centros de poder emergentes y alternativos.
En el ámbito local, España se enfrenta a una tesitura difícil: debe digerir el empacho de cemento y al tiempo encontrar un modelo productivo, sin herramientas de política monetaria y con una tasa de paro rampante. No ha hecho los deberes cuando tocaba, pero quizá esté mejor preparada que en crisis del pasado, gracias a algunas empresas punteras, a la mejor formación y a la estabilidad monetaria. Dice la sabiduría popular que la escasez aguza el ingenio y la opulencia lo adormece.
La crisis, por otra parte, se originó en la pérdida de valor de productos financieros ligados a hipotecas, continuó con un descontrolado bróker de SG, siguió con la revelación de que la mayor aseguradora del mundo tenía un negocio paralelo de especulación, después llegaron los devastadores efectos no previstos de la quiebra de Lehman a través de productos no cotizados, y 2008 acaba con los inversores ultrasofisticados atrapados en un timo más pedestre que el de la estampita. En el mundo de la inversión sólo cabe esperar un regreso a los productos financieros más sencillos. Ni los ahorradores parecen dispuestos a comprar crecepelo confeccionado con modelos matemáticos ni los supervisores deberían tener manga ancha con los mercados en sombra que han agravado la crisis. Ya se ocuparán de inventar sustitutos, pero, de momento, Barclays espera que el 80% del negocio de hedge funds se volatilice cual inversión en Madoff.
Hay una palabra que últimamente se ha asociado a 2009. Deflación. El miedo a la deflación, un fenómeno que, combinado con la contracción crediticia, convierte una crisis en una depresión prolongada. No obstante, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, es un convencido cruzado contra la deflación desde sus tiempos en la Academia. Así se entiende la expansión del balance de la Fed y la bajada de los tipos al umbral del 0%. Muchos expertos confían en que estas medidas ahuyenten ese fantasma.
El año que viene también será el año de la puesta en marcha de los planes de estímulo fiscal, apenas esbozados en este atribulado final de 2008 y cuya puesta en práctica es aún un interrogante. Ante la sequía de financiación privada, será el sector público el que pida prestado el dinero para gastarlo y generar movimiento. Pero dichos planes tendrán que combatir un enemigo de proporciones bíblicas: la mayor oleada de desconfianza, pánico y destrucción de valor desde 1930. El mundo que salga de esta guerra tendrá un nuevo equilibrio, como suele suceder en las guerras. Pero, como decía Isabel II, 'las guerras no me gustan, tienen desenlaces inciertos'. Y ésta no es menos. El mundo puede estar más equilibrado en una recesión prolongada o puede equilibrarse en una recuperación después del verano.
¿Refundación del capitalismo?
En marzo se celebrará la segunda cumbre mundial sobre los mercados financieros y la economía global. Tras las expectativas despertadas por la cumbre de noviembre, queda por ver qué sucede en la segunda, más reposada y con Obama como presidente de EE UU.La previsión de un Bretton Woods II que refundase el sistema financiero no parece estar, al menos de momento, en las agendas económicas. Aunque tres meses es mucho tiempo. Tanto, que hace menos de tres meses Lehman era un gran banco, sólo se nacionalizaban entidades por debajo del Trópico de Cáncer y, cuando sucedía, el mundo bursátil se escandalizaba.En realidad, el capitalismo parece refundarse sin necesidad de reuniones. Las nacionalizaciones de bancos y los multimillonarios planes de estímulo son el preludio de un contexto económico distinto. Al menos durante algún tiempo, la actividad pública llevará la delantera, en esta especie de New Deal II con el que los Gobiernos quieren evitar la Gran Depresión II.Más espinosa será la cuestión de qué hacer con los mercados financieros. El sistema que tan bien funcionó hasta 2007 ha demostrado ser una de las arquitecturas más procíclicas ideadas: titulizaciones, innovación financiera, reglas de valoración a precios de mercado, incentivos a corto plazo y la falta de transparencia en los productos financieros complejos han alimentado de forma exponencial los riesgos y el pánico en los mercados, convirtiendo el impago de algunas hipotecas en Estados Unidos en una hecatombe mundial.La necesidad de coordinar políticas y sistemas de supervisión es sólo una parte. También es muy probable que se regulen las amplísimas zonas, desde mercados OTC a vehículos bancarios fuera de balance, que operaban en la sombra y fuera del radar de los supervisores, así como una reforma de los poderes y las facultades de éstos. Una reforma más profunda, como la emprendida en los años treinta en EE UU con la Securities Exchange Act, son palabras mayores. Aunque si en algún momento ésta parece posible y conveniente, es justamente ahora.