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Columna
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Inclinarse hacia Edimburgo

Los accionistas de HBOS han aprobado la fusión con el Lloyds TSB, su rival británico. Sin embargo, la nueva entidad -Lloyds Banking Group- ha nacido en medio de una tormenta. Horas antes de que los inversores emitieran sus votos, HBOS amplió sus provisiones en relación con las pérdidas de este año en 8.000 millones de libras, desde los 4.800 millones de finales de septiembre. Para los inversores de Lloyds y HBOS, el calendario es terrible. Para el resto del sector, la lectura resulta muy gris.

La situación es una gran vergüenza para Lloyds. Su valoración se ha visto cercenada en 10.000 millones de libras en noviembre. Su pesimismo era de esperar. El viernes, Lloyds dijo que no esperaba que la nueva amortización tuviera un impacto significativo. Semánticamente puede, pero sugiere que no ha sido capaz de estimar el alcance del problema.

Las anteriores provisiones de HBOS estaban relacionadas con activos hipotecarios, pero la última cosecha también ha puesto el foco sobre los préstamos corporativos. Lo que quiere decir que las provisiones en esta área pueden llegar a duplicarse. Juntos, Lloyds, HBOS, Barclays y Royal Bank o Scotland suman 45.000 millones de libras en préstamos corporativos.

Los inversores del segmento más amplio del sector bancario británico esperan que HBOS sea un caso especial. Se creó a partir de la fusión de Halifax y Bank of Scotland en 2002, y es posible que las últimas provisiones reflejen una indisciplina en el guión de crecimiento de Bank of Scotland que ha afectado al balance de Halifax. Por lo tanto, HBOS puede tener una cartera de préstamos mayor de la que pueda permitirse un banco de su tamaño.

No obstante, si el 1% que HBOS ha borrado de los 118.000 millones de libras en préstamos se aplicara al resto de los cuatro grandes, las provisiones equivaldrían a 45.000 millones de libras. Pero en la actual ronda de capitalizaciones, eso puede atragantarse en los balances de las cuatro entidades financieras. Si las cosas realmente están empeorando en HBOS como sugieren las cifras, es lógico esperar una segunda ronda de capitalizaciones.

Por John Foley

Mucho que perder

Rusia parece lista para intentar cualquier cosa para escapar del estrangulamiento que la caída libre de los precios del petróleo está sometiendo a su economía. Después de dar a entender hace pocos meses que quería acercarse a la OPEP, Dmitri Medvedev, el presidente del país, dice ahora que podría unirse al cártel y reducir su producción si ésta satisface sus 'intereses nacionales'. Pero ahí está el problema -cuesta ver cómo Rusia podría beneficiarse siendo miembro de la OPEP-.Que el petróleo se negocie a 40 dólares el barril somete a las finanzas de Rusia a una severa presión. Sólo puede equilibrar sus cuentas y su presupuesto con el petróleo a 70 dólares, según estimaciones del ministro de Hacienda. Pero recortar la producción limitaría los ingresos por exportaciones del país justo cuando más los necesita. Rusia no es tan afortunada como los ricos productores del Golfo que cuentan con un amplio colchón de reservas financieras contra los recortes de producción. De hecho, la producción petrolífera rusa se está estancando este año debido a su industria altamente ineficaz, y los bajos precios del crudo pueden forzarle a reducir un programa de modernización.Otro inconveniente para ser miembro de la OPEP es que Rusia tendría que renunciar a la celosamente guardada independencia de su política energética, que era la razón de que nunca se uniera al cártel. Y no conseguiría mucho a cambio. Los miembros de la OPEP tienen un pobre récord de cumplimiento con los acuerdos de recortes de producción. Una OPEP con Rusia controlaría más del 50% de la producción petrolífera del mundo. Pero esto dejaría todavía la mitad fuera del alcance del cártel, y no trataría la causa principal de la caída de los precios del petróleo -el desplome económico global-.Finalmente, Rusia debería pensárselo dos veces antes de integrarse en la OPEP porque ser miembro afectará a sus complejos lazos con Occidente. Políticamente, tendría que dejar de participar en las reuniones del G-8. Y a los mercados tampoco les haría mucha gracia. Las tres mayores petroleras de Rusia tienen capital público -y una de ellas, TNK-BP, pertenece en un 50% a BP-. Los inversores occidentales se mostrarían consternados si el Gobierno ruso restringiera la producción de las compañías.Rusia puede estar tentada de estrechar la colaboración con la OPEP. Pero todavía está lejos de unirse a ella.Por Pierre Briançon

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