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Impuestos

La rebaja del IRPF se ha financiado con la no deflactación de la tarifa

Un estudio de Funcas avisa del impacto del IPC en el pago de impuestos.

El ahorro que supuso para los contribuyentes la rebaja del impuesto sobre la renta no es lo que parece. Según un estudio publicado ayer por la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), el coste de la reforma para las arcas públicas asciende a 1.571 millones de euros, frente a los cerca de 2.500 calculados por el Gobierno.

Pero, más allá de esa desavenencia, lo cierto es que en los tres años transcurridos desde la anterior reforma del IRPF, correspondiente a 2003, la no actualización de tarifas, bases y otros umbrales con la inflación supuso un aumento efectivo de 5.895 millones de euros. Es decir: el ahorro de la reforma fiscal del año pasado respecto a la de 2003 sólo compensa un tercio del incremento real de contribuciones al IRPF debido a la no deflactación del impuesto. El Gobierno ha tratado de corregir parcialmente estos impactos inflacionistas al deflactar la tarifa en el ejercicio pasado y en el actual. El año que viene será el primero en el que se generalice, aunque siempre en función del 2% y no de la inflación real.

Según el informe, elaborado por los catedráticos José Félix Sanz-Sanz, Desiderio Romero-Jordán y Juan Manuel Castañer-Carrasco, el ahorro medio generado por la reforma asciende a 85,4 euros anuales. El tipo medio efectivo, medido como cociente entre la cuota líquida neta y la renta bruta, se reduce tras la reforma en 0,3 puntos, para quedar en el 13,28%.

Sin embargo, el 10% de los contribuyentes con renta más elevada se benefician de una caída de 1,2 puntos en el tipo medio efectivo. Ese mayor beneficio para las rentas más altas se observa de forma aún más clara en términos del coste recaudatorio de la reforma: el 10% más rico se lleva el 48,8% de la rebaja, mientras que sólo el 1% más privilegiado en términos de renta acapara un tercio del recorte de ingresos por parte de Hacienda.

Otra de las notas relevantes sugeridas en el estudio tiene que ver con el efecto disuasorio que la reforma tiene respecto a los incentivos adicionales al trabajo para los contribuyentes con menos ingresos: el cambio normativo supone un aumento del tipo marginal del 75% más pobre, mientras que lo reduce entre el 25% con renta más alta. Eso significa que estos últimos si ven elevados los incentivos a trabajar más, porque los ingresos a partir de un cierto nivel tendrán una carga tributaria menor que tras la reforma de 2003.

La reforma supone un beneficio fiscal para el 52% de los contribuyentes, al tiempo que empeora la situación del 21,7% y deja indiferentes en términos de coste a un 26,1%. El porcentaje de ganadores con la reforma aumenta entre los ciudadanos con mayores ingresos, y es mayor para los contribuyentes cuya fuente de ingresos principal son las rentas del capital (1440 euros de media) que para las del trabajo (253 euros).

Mayor progresividad, pero menor redistribución

Según el estudio, la estructura impositiva surgida tras la última reforma del IRPF es más progresiva que la anterior a 2007, con un aumento del 2,7%. Sin embargo, al mismo tiempo la reforma implica un coste recaudatorio del 3%, puesto que el tipo medio efectivo pasa del 7,8% de la renta al 7,5%. En consecuencia, hay dos fuerzas opuestas afectando a la capacidad redistributiva del impuesto: la mayor progresividad y el menor potencial recaudatorio. El efecto neto resultante, según los autores resultante es un empeoramiento de la capacidad redistributiva del impuesto sobre la renta frente a la vigente desde 2003.

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