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Sabores

Perfecta combinación de descanso y gastronomía

Hoteles especiales por su entorno o decoración que cuidan la cocina.

El otoño es la mejor época del año para escaparse a algún hotelito encantador, más apetecible aún si cuenta con el valor añadido de la restauración, un plus para cualquier estancia. Es lo que hacen en El Milano Real, una agradable casona de piedra frecuentada por clientes que aprecian sus estupendos desayunos (servidos en mesa, nada de bufets) o la cocina de Roberto García: de mercado, con toques actuales y productos locales. Entre ellos no faltan la chuleta y el solomillo de Ávila, los guisos de cuchara como la olla de berza con matanza o los platos de setas. Además organizan divertidas cenas a ciegas, toda una experiencia (la próxima, el último fin de semana de noviembre).

La Posada del Abad de Ampudia es un hotelito elegante, de colores atrevidos y toques de diseño que cuenta con el asesoramiento en su restaurante Arambol del Joachim Koerper. El conocido chef recrea platos y productos de la zona con una visión personal, patente en el lechazo churro en dos cocciones, la crema de lentejas con vieiras o elaboraciones clásicas como la terriza de foie gras.

Fernando Martín consiguió su primera estrella Michelín a principios de los noventa con su restaurante, el Trascorrales de Oviedo, uno de los más destacados del momento. Ahora ha reaparecido en el hotel Palacio de Luces, un cinco estrellas que ocupa parte de un antiguo palacio rehabilitado y ampliado como moderno hotel de espléndidas vistas y situación. El Balcón del Sueve es el nombre del restaurante, en el que Martín aboga por platos y productos típicos asturianos, algunos meramente tradicionales, otros manifiestamente clásicos. Bogavante frito, sopa de pescados de Lastres, arroz con leche… una carta amplia con los sabores de siempre.

Xavier Lahuerta es el responsable de la gastronomía del Monasterio de Rocamador, un maravilloso alojamiento en medio de la dehesa extremeña. Y de esa tierra se nutre la cocina de temporada, sensata y actual, que versiona pero respeta el producto, ya sea en la presa braseada con guiso de lentejas, ya en unas amanitas en cocotte con morcilla de matanza.

Obras de arte y antigüedades, elegancia y buen gusto son los argumentos del hotel El Peregrino, que en la cocina, comandada por Gabriel Stivala, se decanta por el respeto al producto navarro, convenientemente puesto al día, pero sin estridencias. Los arroces, el bacalao en salsa verde, el pichón con chutney de remolacha son platos que reconcilian con el entorno.

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