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Análisis

Una nueva arquitectura financiera más intervenida

Los expertos esperan normas que protejan al sector del ciclo económico, además de un sistema de supervisión transnacional.

Más de 2,5 billones de euros. Es el coste de la factura provisional que se han comprometido a desembolsar los Gobiernos europeos y estadounidense para intentar salvar al sistema financiero mundial de su debacle. Con esta cifra, la más elevada de todas las crisis bancarias de la historia, los Estados pretenden recomponer de las cenizas a algunas de las principales entidades de crédito y evitar que se agudice una crisis sistémica que ya se ha cobrado varias víctimas.

Pero, ¿cuáles serán los pilares de la nueva arquitectura financiera mundial que se avecina? Las autoridades europeas, de momento, han puesto las cartas sobre la mesa al solicitar la gestación de un nuevo orden financiero mundial: Bretton Woods II, como ya se le conoce, después de que el primero supusiera el abandono del patrón oro y diera origen al FMI y al Banco Mundial tras la II Guerra Mundial. La cita de la cumbre será el próximo noviembre.

'Es muy pronto para saber qué cambios se van a producir, pero está claro que el resultado será un sistema con más regulación y más intervenido', afirma Pablo García, director de análisis de Oddo Securities.

Las turbulencias han reabierto el debate sobre la necesidad de un supervisor transfronterizo, que sirva de cortafuegos para impedir el contagio entre países, y de más controles sobre la comercialización de algunos productos y de vehículos de inversión sofisticados que, de momento, han escapado a una estricta regulación.

'La normativa se va a endurecer y desgraciadamente tarde y en exceso. Me da cierto temor que caigamos en un excesivo intervencionismo, rigideces e incluso medidas impuestas con precipitación', comenta Javier Suárez, del Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi). Este economista añade que existe cierto consenso en que se crearán cámaras de compensación y mercados organizados para instrumentos como las titulizaciones o los derivados de crédito. También se exigirá más transparencia en las actividades denominadas de banca paralela (aquella que no figuran en los balances de las entidades), se instaurará un supervisor supranacional y se eliminarán los elementos procíclicos de la legislación.

Para Antonio Ramírez de Keefe, Bruyette & Woods (KBW), 'hay modelos que se tienen que replantear, como es el de la banca de inversión en EE UU, los monolines (bancos hipotecarios en EE UU y Reino Unido) y algunas compañías de financiación de consumo. Habrá que volver al modelo de banca tradicional, como es el español. Aunque también se han cometido algunos excesos, al apoyar en parte los fuertes crecimientos de los balances en la obtención de fondos en los mercados de capitales, aquí el ajuste será menor'. En cuanto a los reguladores, explica, tendrán que reconsiderar 'la forma en que vigilan a sus bancos', sobre todo en los países en los que se ha dado más carta blanca a la banca, como EE UU, Reino Unido o Suiza.

El endurecimiento de la supervisión bancaria, sin embargo, no será el único cambio en este nuevo mapa financiero. La entrada en el capital de los bancos por parte de algunos Gobiernos -EE UU ha tenido que reflotar entidades de la talla de Bank of America, Citi o JPMorgan, entre otros, o el Reino Unido, que destinará un total de 47.300 millones de euros a comprar participaciones de Royal Bank of Scotland o Lloyds TSB- derivará en un mayor intervencionismo público en unas empresas que, hasta ahora, habían estado acostumbradas a campar a sus anchas.

'Cuando se nacionaliza un banco la prioridad es recuperar lo invertido; no ganar dinero. Por tanto, la meta de los Gobiernos será restaurar el balance y capital de las entidades lo más rápido posible para que puedan volver a andar solas. Esto irá en detrimento de los resultados y del reparto de dividendos a los accionistas', señala Antonio Ramírez.

Según Manuel Romera, director del sector financiero del Instituto de Empresa, la presencia de los Gobiernos en los bancos tiene un aspecto positivo, que es que las entidades serán más prudentes en sus planteamientos, pero también negativo. 'Al no existir un fin de lucro, se pueden ver tentados a implantar una gestión política y a imponer fines sociales', explica.

Por eso, será fundamental qué grado de participación van a tener los Estados en la gestión. 'Preferiría que fuera el supervisor bancario el que actuara de representante de ese accionista (el Estado) y velara por la solvencia de la entidad', asegura Javier Suárez.

Al margen de estos riesgos que se ciernen sobre el horizonte, la crisis también provocará una fuerte reducción en el número de jugadores, con el impulso, promovido desde los propios Gobiernos, de nuevas fusiones. Tras la quiebra de los gigantes de la banca de inversión en EE UU, en cuyos laboratorios de ideas se gestaron toda la gama de productos subprime, las bancarrotas han salpicado a otras entidades menos especializadas, como Fortis o HBOS, lo que ha forzado los primeros movimientos corporativos. 'En la actual crisis, sería interesante conocer los criterios que se van a seguir para la calificación, ya que seguramente no sería justo que sólo sobrevivieran los bancos grandes', se preguntaba UBS en un reciente informe. El banco suizo considera que la capitalización estatal del sistema bancario para restaurar su solvencia puede marcar el principio del final de la crisis financiera. Sin embargo, y a pesar de la acción concertada de los Gobiernos, la firma de análisis recuerda que la historia muestra que 'probablemente más bancos quebrarán'. Por su parte, Roger Doig, analista de crédito del sector financiero de Schroders, opina que las medidas han conseguido que 'el riesgo sistémico de las mayores entidades se haya reducido sustancialmente y que se abran atractivas oportunidades de inversión'.

Hasta ahora, las entidades españolas han pasado de puntillas por la crisis, gracias a las fuertes exigencias de provisiones (fondos que se dotan para cubrir posibles impagos de créditos) del Banco de España, un esquema que ahora es envidiado en Europa y que podría ser exportado a otros países en los próximos meses. Aún así no escaparan a la oleada de fusiones que se avecina, un proceso apoyado tanto por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como por el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández-Ordóñez. El mercado espera que las primeras uniones se lleven a cabo entre cajas, las más expuestas junto a la banca mediana al negocio inmobiliario.

Fusiones y adquisiciones. Menos jugadores, pero más fuertes

Se tardarán meses o años en digerir esta crisis financiera que, según los expertos, reducirá notablemente el número de jugadores, pero los que sobrevivan saldrán más fuertes. Nadie se atreve a hacer quinielas, sobre todo después de que un gigante como Fortis haya tenido que ser rescatado por los gobiernos de Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Sin embargo, los analistas coinciden en que capearán el temporal y ganarán cuota de mercado las entidades con un modelo clásico de banca comercial y que cuenten con elevados ratios de capital. Un esquema dentro del que se ajusta la banca francesa o la española. Santander es uno de los más activos, con la compra del británico Alliance & Leicester, el negocio de pósitos y oficinas de Bradford & Bindley y el lanzamiento de una opa por el 100% del estadounidense Sovereign. BNP Paribas también se ha quedado con parte del negocio de banca de Fortis, mientras que Commerzbank ha adquirido Dresdner a Allianz. Pero aún quedan más movimientos por venir, a juicio de los expertos, que incluyen desde el reparto de activos hasta fusiones o adquisiciones de mayor tamaño. En España, se auguran uniones entre cajas de la misma región, ya que los políticos, presentes en sus órganos de Gobierno, no parecen dispuestos a ceder su cuota de poder.

Basilea II. Las normas contables y de capital, bajo revisión

Acaban de empezar a implantarse y ya comienzan a ser cuestionadas. Las nuevas normas de requerimiento de capital para las entidades financieras (conocidas como Basilea II), junto con las normas internacionales de contabilidad implantadas en 2005, podrían ser uno de los objetivos de la reforma del sistema financiero que quieren acometer las principales instituciones y gobiernos. 'Su planteamiento es muy bueno, pero son muy procíclicas. Provocan que cuando el ciclo económico va mal los bancos tiendan a prestar menos dinero y cuando va bien mucho más', asegura Manuel Romera, del Instituto de Empresa. Los expertos explican que Basilea II exige que las cargas de capital sean proporcionales a los riesgos asumidos, algo que tiene sentido, pero cuando la situación económica se deteriora los requisitos de capital se disparan justo en el peor momento. Otro aspecto que se está revisando es el criterio contable de valorar los activos a precio de mercado. El comité de reguladores la Unión Europea (IASB, en sus siglas en inglés) ha presentado una iniciativa ante el International Accounting Standards Board para que se limite su impacto, ya que no tiene mucho sentido en unos momentos en el que el mercado está roto.

Titulizaciones y derivados. Más control sobre los productos sofisticados

La crisis 'subprime' ha dado una importante lección a los bancos y a los reguladores: la necesidad de reforzar los controles sobre determinados productos, como las titulizaciones, derivados de créditos y estructurados. Este ha sido el formato utilizado por la banca de inversión estadounidense para empaquetar los créditos de alto riesgo y venderlos a otras entidades, en ocasiones con un rating triple A. 'Tendrán que estar sometidos a cargas de capital, lo que va a hacer que el mercado cada vez los use menos. Además, se exigirá una mayor transparencia a este tipo de actividades', señala Javier Suárez, de Cemfi. Añade que se pueden crear mercados organizados para este tipo de productos, ya que en la actualidad es muy difícil conocer cuáles son las contrapartidas. Según Manuel Romera, el problema no es su existencia sino el uso que se hace de ellos. 'Deberían servir para cubrir riesgos, pero en realidad se utilizan para especular Es muy complicado de regular, pero operativas como las posiciones cortas son necesaria y su suspensión debería ser transitoria. Quizá deberíamos volver al sistema en que en derivados en vez de la liquidación por diferenciales entre el precio de ejercicio y el de mercado se haga por subyacentes'.

Medidas

 

¦bull; Impacto económico: Los gobiernos europeos y de EE UU han anunciado planes de rescate por un importe total de 2,5 billones de euros.

¦bull; Nacionalizaciones bancarias: EE UU, Reino Unido o Alemania se han visto obligados a entrar en el capital de algunos bancos. Otros Estados han creado fondos por si es necesario hacerlo en un futuro.

¦bull; Avalar deuda: Para intentar reactivar los mercados de capitales, los Gobiernos han reservado miles de millones de euros para avalar las emisiones de las entidades financieras durante los próximos meses.

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