_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Es momento de tomar decisiones

Muchos asuntos de los que tratar. Poco tiempo para reflexionar. Todo sucede a velocidad de vértigo. Gran complejidad la del actual contexto. Existe una tremenda inercia bajista. Y como suele ocurrir, cada crisis es distinta de las anteriores. Cuesta entender la situación real del sistema financiero -a estos efectos la transparencia y la comunicación de las entidades financieras no ha ayudado demasiado-. Cuesta entender qué ha sucedido para que la actual situación sea la que es. Cuesta entender por qué tras el apoyo prácticamente incondicional -liquidez y solvencia- de los Gobiernos a uno y otro lado del Atlántico el sector financiero sigue cotizando a la baja -con nuevas sorpresas negativas casi a diario- y arrastrando al resto de títulos del mercado de acciones. Esto último no cuesta tanto comprenderlo, al ser tan estrecha la vinculación entre la salud de los bancos y la economía real.

Echando más leña al fuego, la rebaja de las previsiones de crecimiento de las economías por parte del FMI. O las revisiones a la baja de los BPA, los beneficios estimados de las empresas. O los resultados del tercer trimestre de Banesto: crece el margen ordinario pero por efecto de la repreciación del activo. La inversión crediticia -la cartera de préstamos y créditos del banco-, lejos de aumentar, se reduce en relación con el segundo trimestre: Banesto no presta dinero, cuanto menos en términos netos. El resto de bancos, tampoco. La liquidez no llega a las empresas ni a las familias, que por otra parte no invierten ni consumen porque no ven claro el futuro.

Mientras tanto el precio de las materias primas -petróleo como ejemplo más cercano- cae incesantemente: menos demanda actual y menos demanda prevista.

El mercado acogió de forma razonablemente favorable las medidas adoptadas hace semanas para inyectar liquidez al sistema, pero a los inversores no les ha gustado en absoluto la declaración de quiebra encubierta del sistema financiero que se desprende de las medidas destinadas a garantizar la solvencia de los bancos. A los propios bancos parece que tampoco: el euríbor sigue tensionado. Muchos inversores piensan que las valoraciones son muy atractivas, pero no existe la confianza suficiente. Y sin confianza no hay demanda de acciones. Ni de deuda corporativa. Sólo de liquidez, que cotiza al alza.

Durante las pasadas jornadas la volatilidad es sinónimo de histeria colectiva. Es momento de tomar decisiones: ¿aumentamos la exposición a renta variable? ¿La reducimos? ¿Nos olvidamos definitivamente de la Bolsa? Y, en este caso, ¿por cuánto tiempo? ¿Para siempre? ¿Es esto el principio del fin? ¿Qué más puede suceder? ¿Qué debe suceder para que los mercados de acciones dejen de caer?

Desde luego ha de suceder que mejoren los mercados de crédito y mejore la confianza de empresarios y familias. Se puede hacer más cosas al respecto de los mercados de crédito, desde luego, pero el suministro de liquidez y el colateral de los Estados parecen a priori elementos suficientes para sostener el sistema. Otra cosa es que dichas medidas deberían de haberse tomado antes.

Lo importante ahora es que se garantice que el esfuerzo aplicado se traslade a los agentes de la economía en forma de crédito. Que el dinero llegue, que no se quede por el camino y se utilice solamente para cumplir con el calendario de devolución de deuda correspondiente a la financiación mayorista, para sanear los activos tóxicos del balance o para compensar la morosidad. Desde luego no sucederá inmediatamente, pero sucederá. A fin de cuentas, el banco es una empresa y las empresas tienen la mala costumbre, con excepciones, de vender más para obtener beneficios crecientes. Y el banco lo hace prestando dinero, que es su materia prima.

Lo importante también ahora es que se profundice en la regulación y supervisión del sector financiero, y en el gobierno corporativo de las entidades. Y que las acciones sean coordinadas. ¿No decimos que el sistema está globalizado, y que por ello la crisis se ha extendido a todo el mundo? Pues entonces las medidas tendrán que ser coordinadas. ¿Cómo si no hacemos frente a problemas comunes sin medidas comunes?

Una vez los mercados asuman estas bases y la confianza quede restablecida, el camino estará allanado. Y en mi opinión, no queda demasiado tiempo para que suceda. Si bien es cierto que la volatilidad puede volver a jugarnos una mala pasada, a partir de ahora la macroeconomía y los beneficios empresariales volverán a mandar. Es momento de tomar decisiones.

Jesús Muela. Director de Corporate Finance y Análisis de GVC

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_