Contracción de crédito
Europa debe crear un fondo similar y extender al resto de países la garantía que ha hecho Alemania de los depósitos bancarios, propone el autor, pues lo prioritario es restablecer la normalidad en los mercados financieros. En el ámbito nacional este respaldo evitaría, en su opinión, desventajas competitivas de nuestras entidades
Tras varios meses pensando que esto era un problema de subprime, activos tóxicos e ingeniería financiera, los europeos nos hemos dado cuenta que estamos padeciendo una contracción crediticia. Esta es una de las peores patologías que hemos estudiado los economistas. Pensábamos que estaba extinguida en los países desarrollados y que sólo se producía en los emergentes con nombres exóticos como: tequilazo, sambazo, tangazo, etcétera. Pero en esta ocasión se ha producido en los países desarrollados. Nos hemos casado con la globalización para lo bueno y para lo malo y ningún país, ni los chinos, es inmune a esta crisis global.
El otro día un buen economista me hacía el símil de actuación en un quirófano de urgencias cuando ingresa un enfermo desangrado: mantener la calma, cortar la hemorragia y sedar al enfermo para reducir al máximo su consumo calorífico. Los economistas, especialmente los responsables de la política económica, debemos mantener la calma. Aunque es una patología atípica sabemos cómo cortar la hemorragia. Ya hemos resuelto la crisis de las Savings and Loans, la crisis bancaria escandinava, la crisis bancaria española de los setenta, etcétera.
Los bancos centrales están inundando el mercado interbancario de liquidez para evitar el colapso y eso mantiene el pulso del enfermo. Habrá que acompañarlo con fuertes bajadas de tipos del BCE, pero hay que atacar la úlcera sangrante. La úlcera es que hay un exceso de oferta de deuda privada, especialmente de titulizaciones, que está provocando deflación de activos y descapitalizando al sistema bancario. En este sentido, el fondo que se ha aprobado en EE UU ayuda a cerrar la úlcera pero no cura la anemia y hay riesgo de que aquella vuelva a abrirse.
Europa debe crear un fondo similar y extender al resto de países la garantía que han hecho los alemanes de los depósitos bancarios. Además, hay que lanzar un mensaje claro y contundente de que no se va a volver a cometer el error de dejar caer ninguna entidad, como hizo EE UU con Lehman Brothers, provocando la hemorragia que hemos vivido en el último mes. Esto ayudaría a eliminar la elevada incertidumbre del mercado interbancario y de pagarés y permitiría sacar al enfermo de cuidados intensivos.
Hay que dejar los estériles debates sobre riesgo moral para cuando el enfermo esté estable. El Estado no interviene para salvar al sistema bancario, sino para proteger los puestos de trabajo de las familias mundiales de los efectos de la contracción de crédito. Los accionistas de las entidades con problemas tendrán que asumir las pérdidas. Los ejecutivos que hayan cometido abusos tendrán que responder ante los tribunales. Pero, ahora, lo prioritario es restablecer la normalidad en los mercados financieros.
El debate en la opinión pública ha derivado a la paranoia y debemos restaurar un debate científico lo antes posible. Permítanme reducir el problema al absurdo. Yo firmé una hipoteca a euríbor + 0,5% hace varios años con una entidad financiera española que pensemos la titulizó y se la vendió a un fondo de pensiones alemán. Ese título se puede comprar hoy en el mercado a euríbor + 5%. El inversor ha perdido el 30% del valor de su inversión, el gestor que compró aquella titulización es posible que haya perdido su empleo y encima tiene que aguantar todos los días a los creadores de opinión decir que el activo era tóxico.
La realidad es que yo seguiré pagando mi hipoteca y si el inversor mantiene el activo hasta su vencimiento obtendrá una rentabilidad muy superior a lo que le dice hoy un precio de un mercado que está cerrado por problemas de aprovisionamiento de liquidez. Por lo tanto, hay que relajar con urgencia las normas contables y permitir valorar esos activos de nuevo a vencimiento.
En España, por suerte, esta crisis nos pilla dentro del euro y con apelación a un prestador de última instancia, en este caso el BCE, que cuenta con una moneda estable y margen de maniobra para intervenir. Por esa razón debemos respetar los protocolos europeos, pero sin pecar de ingenuos. Esto es una crisis global que se va a resolver de manera local. Por suerte, nosotros valoramos a vencimiento nuestros préstamos y nuestras cajas de ahorros no cotizan en Bolsa, lo cual nos libra del camarote de los hermanos Marx en el que se han convertido los mercados financieros. Pero deberíamos respaldar también nuestros depósitos bancarios, para evitar desventajas competitivas de nuestras entidades, y presionar en los organismos europeos para priorizar las políticas monetarias y financieras, nosotros ya tenemos pérdidas de sangre y hay que cerrar la úlcera de la restricción crediticia cuanto antes.
En el ámbito nacional podemos implementar rápidamente un Plan Solbes. En los años de bonanza hemos acumulado en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social más de 50.000 millones que están invertidos en deuda pública. Por supuesto que debemos proteger el fondo de activos tóxicos, pero ¿debería comprar la titulización de mi hipoteca y de otros españoles AAA que vamos a pagar nuestras deudas? Si nosotros no creemos que esa titulización tiene valor, no tendremos autoridad moral para criticar a ningún inversor internacional de irracional.
José C. Díez. Economista jefe de Intermoney