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Tribuna
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Desaceleración del crecimiento mundial

La crisis financiera derivada de la venta generalizada de valores respaldados por créditos fallidos en Estados Unidos ha ejercido, desde el verano de 2007, una influencia bajista sobre el ritmo de crecimiento de la economía mundial en 2008. Todavía resulta espectacular el contraste entre la debilitada posición de numerosos países desarrollados y el alto crecimiento que persiste en los países emergentes (China, India, Brasil y los exportadores de petróleo).

Se considera, no obstante, que entre los shocks sufridos por la economía mundial el más significativo es el del alto precio de la energía, que la mayor prioridad de la política económica es la de reducir la fuerte restricción al crecimiento que supone la energía y que la crisis financiera ha sido 'una estupidez evitable' (Martín Wolf, How to manage the world economy through two crises, en Financial Times, 25 de junio de 2008).

En el verano de 2008 se mantienen los riesgos en los mercados financieros, donde la situación no se ha despejado del todo. El proceso de racionamiento de crédito ha sido evidente en Estados Unidos y Europa Occidental en el primer semestre de este año, lo que ha afectado al crecimiento. La persistencia del riesgo de inflación complica el escenario macroeconómico mundial.

La cuestión no es cuándo se iniciará la recesión, sino la duración del periodo de debilidad económica

Se superponen varias crisis en la coyuntura presente. La de los mercados de vivienda, la crediticia ya citada, la situación quebrantada de numerosos bancos fuera de España, los crecientes precios de los alimentos y, sobre todo, la provocada por la carestía y escasez aparente de energía. Se está produciendo un ajuste macroeconómico global. El exceso de liquidez, iniciado hace unos 10 años, provocó fuertes aumentos en los precios de los activos (vivienda, acciones, suelo), a la vez que los bancos tomaron riesgos excesivos.

El mercado de vivienda fue el más importante conductor de la gran liquidez. Los ciclos de la vivienda son largos y similares en duración en las etapas de alzas y de bajas. Puede servir como guía de la posible duración de la actual débil demanda en dicho mercado el que las últimas recesiones del mercado de vivienda en Estados Unidos y en el Reino Unido duraron unos seis años.

La recuperación de la debilitada tasa de ahorro de la familias será una parte del ajuste, que llevará varios años, en los que el ritmo de crecimiento de la economía estará por debajo de la tendencia histórica. La cuestión no es cuándo se iniciará la recesión, sino la duración del periodo de debilidad económica.

Los hitos del proceso han sido, por dicho orden, la crisis inmobiliaria producida en Estados Unidos, la titulización o venta mediante títulos de las hipotecas basura y por último, y de forma decisiva, la sequía o corte significativo del crédito en un periodo de casi un año, a la que ha sucedido un aumento más que espectacular en los precios del petróleo.

La primera burbuja de las producidas en los últimos años fue la de las puntocom, cuyos precios se dispararon por encima de todo fundamento lógico para caer de forma espectacular en 2000. La segunda ha sido la de los precios del suelo y de la vivienda, cuyo pinchazo masivo ha tenido lugar en 2007-2008. La tercera en ciernes es la de los precios de las materias primas y de los alimentos (W. Munchau, Global adjustment will be long and painful, en Financial Times, 28 de abril de 2008). La salida de la crisis ahora en marcha determinará el paisaje de la economía mundial en los años futuros.

La solución consistente en provocar fuertes descensos de los tipos de interés, en el caso de Estados Unidos, junto a importantes aportaciones de liquidez desde los bancos centrales a las entidades financieras, tienen un efecto limitado. La crisis es la de un capitalismo sofisticado, y se originó en Estados Unidos, la economía más avanzada. Las instituciones que prosperaron en el auge esperan ser rescatadas en la recesión.

'No son los trabajadores, ni los socialdemócratas o los comunistas, ni los pobres o los beneficiarios de las ayudas sociales quienes reclaman la intervención del Estado para salvar a la economía de sí misma, son los jefes de los bancos y los altos directivos de la economía mundial' (Ulrich Beck, De la fe en el mercado a la fe en el Estado, en El País, 15 de abril de 2008).

El conjunto de las previsiones macroeconómicas apunta hacia una más que severa desaceleración, mientras que la situación es de recesión en el subsector de la construcción residencial, que llegó a superar en España durante el pasado auge la cuota del 50% del valor de la demanda de construcción y se situó en el 9,3% del PIB. El buen comportamiento de la economía alemana en el último año es un elemento positivo, que reduce algo el pesimismo general, por lo que supone de fortalecimiento de la eurozona. Todo apunta, sin embargo, a una desaceleración significativa en dicha área económica desde el segundo trimestre de este año.

La superación de la nueva crisis (crisis equivale en griego a punto de inflexión) requerirá de imaginación por parte de quienes gobiernan. Tras una década de intenso crecimiento de la economía, ha llegado un nuevo periodo de compleja crisis macroeconómica, en el que los cambios y ajustes de todo tipo se sucederán, como acaeció después de la primera crisis del petróleo en 1974. 'El Gobierno puede salvar a la economía y está forzado a hacerlo. Pero ése no es el final de esta historia, sino sólo el comienzo' (Martin Wolf, Why Washington' rescue cannot end the crisis story, en Financial Times, 27 de febrero de 2008).

Julio Rodríguez López. Economista y estadístico. Vocal del Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid

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