Cuotas participativas, un paso adelante
Por fin parece que un instrumento financiero que está regulado desde 1988 y que parecía muy atractivo en su concepción, va a ser utilizado en la práctica. ¿Qué es lo que ha demorado tanto su puesta en marcha? ¿Tiene sentido económico y político su emisión? ¿En estos momentos?
Creo que nadie duda que la emisión de cuotas participativas por las cajas de ahorros supone un paso adelante en su evolución, la cuestión es si dicho paso es positivo tanto para dichas instituciones como para todos los que se interrelacionan con ellas (stakeholders), para el conjunto del sistema financiero español y para la economía de nuestro país.
Desde mi punto de vista, la emisión de cuotas participativas es un hecho favorable para el desarrollo de estas entidades, las cajas de ahorros, siempre que en su emisión no se deje ninguna duda de que no modifican ni modificarán en el futuro la naturaleza jurídica ni el espíritu fundacional de las mismas (fundamentalmente, la labor social que de manera tan sobresaliente han realizado estas entidades).
En este sentido, hay que decir que la propia definición de las cuotas participativas aleja bastante las dudas de que supongan tal modificación, ya que estos instrumentos no conllevan derecho político alguno. No obstante, no es superfluo que en sus términos de emisión se incorpore alguna provisión que asegure que en caso de cambiar la regulación en el futuro, la emisión se amortizará o invalidará. Esto debería ser suficiente, desde mi perspectiva, para alejar los temores de que la emisión de estos instrumentos supone un primer paso para su privatización.
En lo que concierne a las cajas, la emisión de cuotas ayuda a mejorar la solvencia de las cajas, por el aporte que supone de recursos propios básicos. Por otro lado, su rentabilidad condicionada a resultados (ya sean positivos o negativos), hace que su coste, lejos de ser fijo, se adecue a la situación coyuntural de la entidad, ayudando a que los resultados distribuibles de la caja emisora sean más estables y, por tanto, también sea más estable la contribución que realizan a la obra social. Estos factores son especialmente relevantes en una situación económica como la actual, marcada por las tensiones de liquidez y por los efectos en los resultados y en la solvencia de la denominada desaceleración económica. Asimismo cobran especial importancia, ante la cada vez más necesaria expansión nacional e internacional de las cajas de ahorros.
Pero siendo esos argumentos muy significativos, el factor más relevante que aportan, desde mi punto de vista, no es otro que el hecho de que van a obligar a las cajas que las emitan a someterse a la disciplina de los mercados e inversores más exigentes, los de renta variable. Esto no va a suponer, desde mi perspectiva, sino un eslabón más en la cadena de su evolución, pero uno muy significativo. Desde los momentos anteriores a su emisión, se han de someter a un proceso muy semejante al de las emisiones de acciones con lo que conlleva este exigente proceso de revelación e investigación de información.
Con posterioridad, se han de enfrentar al juicio permanente de los inversores a los que se debe un derecho de información salvaguardado por la normativa, que condicionará de manera continua el valor de cotización en Bolsa. Este factor no es baladí, pero tampoco completamente novedoso para una buena parte de las cajas, que ya han explorado las emisiones de renta fija y acciones preferentes, tanto en el mercado español como en el extranjero. Creo que este nuevo hito en la cultura de transparencia que supone la emisión de cuotas va a ayudar a avanzar en la profesionalización de la gestión de las cajas emisoras y a mejorar su imagen tanto nacional como internacional, al posibilitar su comparación directa con sus pares bancarios.
En resumen, opino que el paso adelante es un paso positivo, tanto para las cajas emisoras como para el conjunto del sistema financiero y economía españoles. Obviamente, es lógico que, siendo un instrumento novedoso y relativamente complejo, genere incertidumbres y recelos que sin duda se pueden resolver, comunicando adecuadamente las características y efectos de este instrumento, proporcionando las adecuadas garantías y complementando la legislación, si de las primeras emisiones se deduce que está incompleta en algún aspecto.
Julio Álvaro Esteban. Socio del Sector Financiero de KPMG