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Columna
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Las opciones de Barclays

Barclays ha hecho crecer las expectativas con su híbrida emisión/colocación de derechos. Hasta ahora los bancos británicos tenían dos maneras de aumentar capital: podían preocupar a los accionistas con una emisión de derechos que provocase las críticas de los hedge funds o podían cabrearles al vender participaciones de capital riesgo y diluir sus holdings. Al llamar como aseguradores de facto a fondos de inversión, Barclays parece haber encontrado su camino. Pero esto puede no ayudar a Alliance & Leicester.

El prestamista hipotecario es el último de los bancos británicos vulnerables que han evitado aumentar capital. Puede creer que no tiene que hacerlo. Después de todo, A&L tiene suficiente liquidez para considerarlo en un año.

Pero esto no supone un gran amortiguadorpara un banco relativamente pequeño. Aunque el registro de hipotecas de A&L no parece más expuesto que el de sus competidores, para 2010 se prevé una caída del 20% en los precios inmobiliarios. Esto robaría 30 puntos básicos del Tier 1 de A&L, según Keefe, Bruyette & Woods. Sumemos las amortizaciones menores a sus 400 millones de libras de CDO y SIV, y A&L comenzaría a parecer descapitalizada en el nuevo entorno regulatorio.

La prudencia sugiere que se necesita capital fresco. Pero las opciones se están volviendo menos atractivas. Una emisión de derechos podría ser viable antes de que Bradford & Bingley, RBS y HBOS anuncien las suyas. Pero, dejando a un lado a los hedge funds, los inversores pueden estar perdiendo su apetito por los títulos de los bancos.

El esquema de Barclays proporciona una nueva opción, y como respuesta las acciones de A&L han subido. Pero tanto sus estrechas relaciones con el China Development Bank y el Temasek de Singapur como su marca podrían atraer fondos incluso si no lo hubieran hecho. A&L no cuenta con ninguna de estas dos cosas, y el 80% de su exposición a la caída del mercado inmobiliario británico es poco probable que interese a los fondos soberanos de inversión.

Si las cosas se ponen difíciles quedan pocas alternativas. Una es vender una participación con descuento, como hizo B&B con TPG. Eso enfureció a los inversores. Otra es vender. Con las acciones cayendo tres cuartos de su valor en un año, los depredadores se habrán fijado en que la compañía sólo cotiza a 5,1 veces los ingresos de 2009. Si se llega a eso, A&L puede lamentar no haber cogido antes al toro por los cuernos.

Por George Hay

Pasarela de oro en Aig

Martin Sullivan es el último jefe financiero que atraviesa la pasarela pirata. El destino del consejero delegado de American Internacional Group (AIG) fue sellado por los más de 30.000 millones de dólares de pérdidas en el mercado de créditos, una larga sucesión de comentarios optimistas y una pobremente explicada emisión de acciones por 20.000 millones de dólares. Al menos Sullivan puede consolarse con la naturaleza dorada de su pasarela -su indemnización podría llegar a 50 millones de dólares-. La compañía que ha dirigido puede ofrecerle un consuelo adicional. Se ha unido a un pequeño pero selecto club de jefes financieros obligados a marcharse: Stan O'Neal en Merrill Lynch; Marcel Ospel en UBS, y Check Prince en Citigroup. Si el consejo de Royal Bank of Scotland fuera más enérgico, sir Fred Goodwin seguramente se les uniría. Esos cesantes a la fuerza son hombres muy ricos, a pesar de algunos símbolicos recortes de sueldo al final. Las recompensas por sus fracasos son difíciles de justificar, y probablemente contraproducentes.Incluso, tienen excusas. Sullivan y Prince estaban implicados en las ya problemáticas instituciones y tuvieron que negociar recortes -en el caso de Sullivan con juicio-. También, esos jefes fueron ampliamente influenciados por los deseos de sus accionistas. Los inversores acudieron por un rápido crecimiento, sin preocuparse del riesgo. Este cortoplacismo ha pasado factura. La forzada marcha de la reducción del endeudamiento, que se inició hace un año, ha desacreditado las estrategias basadas en el apalancamiento, y a sus jefes. El cambio de dirección ha desconcertado a los consejos.A estos jefes financieros se les pagó maravillosamente para anticipar y gestionar los problemas, y persuadir a los accionistas de que hacían lo correcto. Sullivan y sus socios miembros del Club de la Pasarela Dorada no hicieron nada de eso. Por tanto, merecen ser desacreditados.Pero sus sucesores tienen un temporal que capear -la reducción del endeudamiento-. Willumstad dirigirá ahora AIG. Si él lo hace mejor que Sullivan, podría dar algo de crédito para la buena suerte del momento.Por Edward Hadas

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