El desgobierno de Crédit Agricole
Han pasado 12 años desde que Crédit Agricole picoteara por primera en actividades de banca de inversión adquiriendo Banco Indosuez. Desde entonces, ha nombrado y despedido a cinco consejeros delegados en esa unidad, y el 15 de mayo anotó el sexto. Y aunque al banco ha sido golpeado con dureza por la crisis de las subprime, Agricole no puede culpar a ninguno de sus directivos de llevar al banco por el mal camino. La pregunta clave aquí es si el mutualista francés es competente para dirigir banca de inversión.
Agricole se ha esforzado en malgastar oportunidades y que mayores ingresos minoristas de su área de banca corporativa y de inversión. Agricole ha nombrado a ejecutivos que no hablaban inglés o sin experiencia en banca de inversión. Incluso, a algunos que tenían ambas carencias. Ha logrado desmoralizar a banqueros estrella procedentes de Crédit Lyonnais, entidad que adquirió hace cinco años, y a los que dejó al mando tras la fusión.
Con alrededor de 5.500 millones de euros en amortizaciones y provisiones, Agricole está pidiendo ayuda a sus accionistas para reequilibrar su balance a través de una emisión de acciones por 5.900 millones de euros. También está intentando lo que delicadamente llama reenfocar Calyon, su unidad de banca de inversión, que parece andar mal: desinflada tras la crisis de las subprime y después de que la división se dejara 200 millones de euros en pérdidas operativas sobre unas ganancias de menos de 900 millones de euros, según las estimaciones realizadas por Agricole.
La hoja de ruta del nuevo director ejecutivo tiene que pasar por un retorno a los productos estructurados, a los intermediarios financieros y a la renta fija y recortar sus gastos un 10%. Esa receta es inevitable, pero a la vista del último informe clínico, podría, para colmo, terminar de matar al paciente. El principal problema de Agricole ha sido su nefasta capacidad de dirección. Resulta duro saber que puede desplomarse en cualquier momento.
Por Pierre Briançon
Generosidad con Carlsberg
Los bancos de Carlsberg se están formando una exacta opinión del riesgo en la financiación de su ampliación de capital. Los 6.000 millones de dólares que solicita la cervecera danesa, con los que pagará parte de la compra por 12.000 millones de la mitad de su rival Scottish & Newcastle, han sido garantizados por los bancos en términos sorprendentemente favorables.Las nuevas acciones han sido ofertadas a primera vista a un atractivo gran descuento -40% por debajo del precio de cierre del miércoles-. Medida con relación al teórico precio al que las acciones se negociarían después de la ampliación, aunque es sólo un 25%. Es significativamente más ajustado que las recientes emisiones de HBOS, RBS y Bradford & Bingley.Tampoco han mostrado los bancos, incluidos Lehman Brothers y BNP Paribas, aversión al riesgo en otro lugar. Los honorarios en las ampliaciones de capital son inusualmente bajas, menos del 1,5%. Y sin reaseguradores, el riesgo permanece en los balances de los bancos hasta que se hayan vendido las acciones.¿Por qué tanto entusiasmo? Una razón es que Carlsberg no está en un lío. El pretexto que hay tras su petición de efectivo -teóricamente un acuerdo en un transformado mercado emergente- estaría solicitando a los compradores de acciones más que lo que se pidió en los recientes rescates de bancos. Las acciones de la danesa han aumentado alrededor de un 20% desde su acuerdo con S&N.Pero los términos todavía parecen mejores de lo que Carlsberg se merece. Comprar la mitad de S&N dejará Carlsberg completamente engranado, con una deuda neta de cerca de cuatro veces la previsión de Ebitda para el año. Estará también muy adaptado para los mercados de riesgo como Rusia o Kazajistán.Sin embargo, los inversores han sido requeridos para tragarse virtualmente acciones sin derecho a voto, con el conocimiento de que el accionista de control de Carlsberg, la Fundación Carlsberg, no puede acudir a la ampliación. Sólo puede comprar acciones con dinero recaudado vendiendo derechos. Aunque desde que tiene sus acciones con supervoto especial, su control permanece seguro.Con la escasez que hay de otras ampliaciones de capital que no sean de rescate, es poco probable que los bancos se encuentren con paquetes de acciones sin vender que tengan que suscribir ellos mismos. Pero su generosidad es todavía extraordinaria. Probablemente dice más sobre el triste estado de los mercados de acciones que acerca de la fe de los financiadores en la habilidad de hacer negocios de la danesa.Por John Foley