Las fiestas del Gotha británico se 'vulgarizan'
Ejecutivos, famosos y nuevos ricos invaden los actos sociales de la aristocracia anglosajona
Jóvenes fortunas de la City, ejecutivos invitados por sus empresas, famosos de la TV y muchachas minifalderas están transformando seriamente actos sociales que antes sólo eran reductos de la aristocracia británica: desde las famosas carreras de Ascot hasta el torneo internacional de polo de Windsor.
Un cronista de The Independent se ha hecho eco en el rotativo británico de la profunda transformación social que vive Gran Bretaña, y sus clases privilegiadas. La nueva aristocracia económica es acogida con entusiasmo por organizadores de eventos, porque estos clientes no protestan cuando el precio de la entrada aumenta de pronto un 50%, pero escandaliza a los tradicionalistas.
Una de las transformaciones más notables es la que ha experimentado Ascot después de que sus responsables optaran por construir una nueva tribuna para que sus carreras de caballos pudieran competir con las de otros grandes hipódromos en Hong Kong, Japón o Estados Unidos.
Para financiar esa reforma, se decidió tomar una medida drástica: se liberalizó el ingreso al Royal Enclosure (Recinto Real) y los aristócratas vieron atónitos cómo la vieja hierba que había servido en multitud de ocasiones de alfombra para el pic- nic era sustitutida por modernos bares de champán y langostas. Ascot también ha relajado las estrictas reglas del vestir, lo que, segun relata el cronista, ha hecho comentar a más de una lady nonagenaria: '¡Qué horrible. Algunas mujeres ni siquiera llevan sombrero!'.
Similar evolución han experimentado otras citas de lujo, como el festival de ópera de Glyndebourne, en el condado de Sussex, donde los viejos amantes del género han sido sustituidos en parte por invitados de grandes empresas más interesados por el champán que por Verdi o Beethoven.
'Cada vez es más difícil conseguir una entrada si uno no forma parte de una empresa', se queja un psicoterapeuta que lleva veinte años asistiendo regularmente a ese festival musical. Sin embargo, el director general de Glyndebourne, David Picard, no está de acuerdo: 'La mayoría de nuestra financiación procede de individuos amantes de la ópera'.
Y ¿qué decir del torneo de polo Cartier International, que tiene lugar en el Guards Club del gran parque de Windsor, a cuyo palco real suele acercarse habitualmente la Reina? 'El polo se ha vuelto un deporte de nuevos ricos. Hay cada vez más financieros que se pagan sus propios equipos y que insisten en jugar. Es como si Mohamed Al Fayed (el dueño de los almacenes Harrods's de Londres) saliese a jugar por el Fulham como centrocampista', comenta un miembro de la vieja guardia.
Un fenómeno similar puede observarse en las regatas de Cowes, cada vez más dominadas, al decir de sus críticos, por ejecutivos de nivel medio más aficionados a la bebida que a la vela. Como también en la igualmente famosa muestra de horticultura de Chelsea, el elegante barrio londinense.
El negocio revive con los ejecutivos
Como señala el cronista, pese a las críticas de los nostálgicos, lo cierto es que la incorporación masiva de esta nueva clase social que forman los advenedizos, los ejecutivos y los famosos televisivos ha terminado beneficiando a los eventos en cuestión. El polo, gracias a los argentinos reclutados, nunca ha sido tan brillante. Y el Chelsea Flowers Show no ha dejado de ser el más importante del mundo.