Medio siglo de Fulbright une EE UU y España
Las becas universitarias más prestigiosas cumplen 50 años desde su establecimiento en nuestro país
Berlanga lo habría titulado Bienvenido, Míster Fulbright. Las becas universitarias más conocidas del mundo, que llevan el nombre del senador que permitió que fondos públicos de EE UU se dedicaran a intercambios de estudiantes con otros países, cumplen 50 años desde que se establecieron en España. El político Javier Solana, el científico Mariano Barbacid, y el Nobel de Economía James Buchanan son algunos de los que cursaron un posgrado al otro lado del océano y que, en muchos casos, han terminado trabajando en algo relacionado con su país adoptivo.
El programa había nacido en 1948 pero hasta diez años después no llegó a España. A finales de los 60 perdió apoyo en EE UU, durante el gobierno del presidente Johnson. 'Fulbright se oponía a la guerra de Vietnam y el presidente se vengó', cuenta Edward Malefakis, historiador y ex becario. El gobierno y las empresas españolas vinieron al rescate y desde entonces el programa español ha ido creciendo hasta convertirse en el tercero mayor de los casi 150 que existen, con 11 millones de dólares (siete millones de euros) de presupuesto.
En el pasado destacaron el Banco de Bilbao y La Caixa, y ahora los patrocinadores 'más leales' son la Fundación Areces y El Corte Inglés, apunta la directora ejecutiva de la Comisión Fulbright en España, María Jesús Pablos. Pero la mayor parte del dinero es pública, de las comunidades de Andalucía, Madrid y Cataluña, y de varios ministerios. Al principio se podían contar con los dedos de la mano los españoles que iban a EE UU y ahora ya son 190 al año, además de los 90 estadounidenses que vienen aquí.
El plazo de la convocatoria de este año comenzó el 19 de abril y terminará el 19 de este mes. Los comités de selección están formados por ex becarios y otros expertos que participan gratuita y voluntariamente. Después son las universidades las que tienen que dar el visto bueno. Los becarios estadounidenses son preseleccionados allí y aquí se hace la selección definitiva.
En las últimas décadas han proliferado enormemente las asignaciones públicas o privadas para estudiar en otros países. Salvador del Rey, socio de Cuatrecasas y ex becario, cree que aunque sea fácil conseguir información sobre todo tipo de ayudas, las Fulbright 'tienen un know-how especial'. Pablos alude también a su prestigio. 'Es la mejor tarjeta de visita posible para ir a EE UU, el reconocimiento automático por parte de las instituciones académicas nos facilita mucho colocar a nuestros becarios', afirma. La Comisión selecciona y gestiona la entrada en la universidad de destino, pero también organiza sesiones de orientación. Del Rey recuerda que a los de su promoción, antes de marchar, les enseñaron durante un mes la cultura americana. El sector predilecto de los becarios en los últimos años es el jurídico-administrativo (28%), por encima del artístico y cultural (25%), de las humanidades (18%) y las ingenierías (10%). Las becas, que pueden durar un verano o dos años enteros, también incluyen a funcionarios que pretenden reforzar su formación.
El año de celebración se inició con un simposio en el que los ex becarios se plantearon el futuro de la institución. También se han celebrado una concierto de música barroca en la National Gallery de Washington DC y una reunión en Valencia de los becarios estadounidenses en España. De lo que queda de año, Pablos destaca un curso de verano en El Escorial dedicado a la efeméride y la publicación de un estudio sobre el impacto de las becas.
Un ministro y un juez del Supremo
El último gran puesto de responsabilidad alcanzado por un becario Fulbright es el Ministerio de Industria, en la persona de Miguel Sebastián. El ex presidente del Europarlamento, Josep Borrell, José María Morenilla, juez del Tribunal Supremo, o Joaquín Martín Canivell, juez ad item del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, son otros altos cargos cubiertos por el lobby de becarios Fulbright.
'Es increíble la mejora de España'
Uno de los primeros estadounidenses en venir a España con Fulbright fue el historiador Edward Malefakis, en 1961. 'Era el segundo año, acababan de abrir el programa para España después de años de cerrarlo por la dictadura', explica. En aquel entonces eran bastantes más los becarios norteamericanos que los españoles. Una veintena de ellos ('posgraduados, artistas, músicos') se introdujeron en la sociedad española no sólo en la parte académica. 'Nos hicimos muy amigos, no puedo imaginar un grupo mejor'. Las fiestas, el flamenco...Malefakis, que se siente estadounidense por nacionalidad, griego 'por sangre' y español 'por gustos' y vive alternativamente en los tres países, a punto estuvo de ir a Francia. 'Casi me atraía más, había estudiado francés pero no español, estuve muy atormentado antes de decidir. Y si no me hubieran introducido tan eficientemente en España, quién sabe'.La experiencia académica fue un 'contraste terrible, los catedráticos nunca estaban allí, sus ayudantes daban las clases, unas clases inmensas'. Ahora, aunque las universidades de EE UU 'siguen siendo mejores, ya no hay tanta diferencia'.La censura de los periódicos, el No-Do... 'España acababa de empezar a desarrollarse, es increíble lo que ha mejorado, hasta ser uno de los mejores países del mundo'.
Edward Malefakis. Historiador Hispanista
'Me enfocó a la globalización'
Es uno de los 76 becarios Fulbright que han repetido experiencia, en su caso primero como alumno y después como profesor. Salvador del Rey, socio director del área laboral de Cuatrecasas, fue por primera vez en 1979, cuando la beca estaba copatrocinada por el Banco de Bilbao. 'Entre los estudiantes de derecho no había tradición de ir a EE UU, fui de los primeros en hacer un máster en recursos humanos', explica, y resalta que las ciencias del trabajo no empezaron en España hasta 2000. Optó por Cornell, la Universidad más prestigiosa en la especialidad. Se llevó muchos libros españoles, temeroso de no encontrarlos allí, pero 'allí los tenían todos e incluso algunos que no había conseguido en España'.Hizo cursos sobre otros países, como India, o Japón, que en aquella época era un modelo para EE UU por su productividad, 'tenían complejo de inferioridad. La beca me enfocó a la globalización, me dio la llave para trabajar en transacciones internacionales'.En 1989 repitió destino, ya como docente. 'En mi entorno me decían que no me iba a ser útil, que el sistema es distinto, pero yo intuía que trataría los temas que marcarían el sector en España en el futuro', como el tabaco. 'Iban grandes multinacionales a abordarlos'. También aprendió mucho de compañeros que hacían arbitraje, 'tanto laboral como familiar, allí se especializan menos.
Salvador del Rey. Socio director del área laboral de Cuatrecasas
'No tenían miedo a la libertad'
'No sabía que Stanford era tan importante, yo fui por el clima'. Juan Soto resume así el desconocimiento que había en España en 1965 sobre las universidades de Estados Unidos. El presidente de honor de Hewlett-Packard España hizo un Máster en Ingeniería Eléctrica en una época en que la beca Fulbright era la única opción que tenía un español para estudiar en EE UU.'España era entonces una sociedad temerosa del uso de la libertad, y en EE UU no tenían ese miedo', algo que Soto aprovechó. 'También pasé de una educación en el pienso, luego existo, al hago, luego existo. Una sociedad orientada a la acción que le permitió cumplir su deseo de trabajar en la empresa privada. 'La mayoría de los otros becarios pretendían seguir en la universidad', recuerda.Le sorprendió el 'exceso de competitividad' de los estudiantes. En EE UU las notas son relativas, es decir, que quien destaca se lleva las mejores notas, aunque objetivamente no sea especialmente brillante. 'Se mataban a diferenciarse, no se preguntaban nada unos a otros, no se dejaban ayudar, les daba rubor', recuerda. 'Es un sistema más eficaz, aunque menos estético', reconoce.Uno de los mecenas de Stanford era HP, lo que le ayudó a entrar en la empresa, de cuya filial en España fue consejero delegado desde 1971. Allí desarrolló toda su carrera, que compara con 'un matrimonio'.
Juan Soto. Presidente de honor de hewlett-packard españa
'Fue una gran ventaja en mi carrera'
'Trabajar en una empresa americana es una manera de cerrar el círculo, conocer su cultura ayuda mucho'. El vicepresidente de Boeing Internacional y presidente de la filial española, Pedro Argüelles, lleva toda una vida aplicando lo que aprendió en Stanford en los años 70. 'Fue una gran ventaja en mi carrera, todavía hoy tiene un gran valor añadido. Es difícil encontrar situaciones del día a día en las que no me haya sido útil'.Al terminar ingeniería industrial, decidió que lo mejor era hacer un MBA en una universidad de primera fila. 'El respaldo y el asesoramiento de Fulbright fueron definitivos para que me aceptaran en Stanford', recuerda.'La universidad buscaba estudiantes extranjeros para enriquecer su formación', añade, aunque españoles solo había dos, él uno de ellos.La vida en el campus era muy 'agradable, fueron unos años muy bonitos, en contacto con gente de otras disciplinas y con la vanguardia de la tecnología'.El sistema no tenía nada que ver con el europeo. Considera un gran acierto el método del caso práctico, que conoció allí, y que se discutía 'con gran libertad de pensamiento'. El profesor seguía a los alumnos muy activamente, y el énfasis no estaba puesto en las calificaciones sino en beneficiarse de la cultura de las escuelas de negocios.
Pedro Argüelles. Presidente de Boeing España
'Fui para cubrir lagunas prácticas'
Seguramente no se habría ido a estudiar un MBA en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) sin la beca Fulbright. Enrique Casanueva, presidente de JPMorgan España, hizo el curso 1987-89 en Boston. La beca le permitió superar la resistencia tradicional española a invertir en estudios. 'Los americanos pedían préstamos, todos tenían deudas, proyectaban lo que ganarían'. Ahora se endeudaría sin dudarlo para que sus hijas estudiaran allí.Le impactó dar clase con los autores de los libros que había estudiado en España. 'Veías como pensaban y que no era magia, que dudaban como tú. No había que añorarles, te enseñaban a pensar por ti mismo', recuerda. Incluso llegó a ser profesor ayudante en el segundo semestre.Ingeniero de formación, dejó un trabajo en Procter & Gamble para rellenar sus 'lagunas' en gestión empresarial, especialmente las prácticas. 'No me fui buscando desarrollo profesional, hubiera aceptado que retrasara mi evolución'. Ocurrió todo lo contrario, se quedó en EE UU ocho años y conoció a su mujer, también española.'Me gusta mucho la forma de entender la empresa que tienen allí, es muy meritocrática'. Y los alumnos, muy honrados. 'Daban el examen para hacerlo en casa, y nadie se le ocurría copiar'.La universidad sigue llamándole todos los años para que done dinero, como buen ex alumno. 'Creo que en España debería hacerse algo así', sugiere.
Enrique Casanueva. Presidente DE JPmorgan Chase España y Portugal