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Columna
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'La pertinaz sequía'

Analizar el problema de la sequía en España es arriesgado. Muchos pueden sentirse ofendidos, aunque hay que asumir la responsabilidad de situar los acontecimientos en su justo término. Las sequías y el agua son elementos manipulables en función de los diversos intereses sociales, económicos, regionales y medioambientales, especialmente en un país tan variado climatológicamente y con tantos episodios destacables pluviométrica e hidráulicamente hablando, a lo largo del año. Además es un tema que da 'mucho juego' a la prensa, donde ya se habla de que atravesamos el cuarto año de sequía. Si la política del agua no dependiera del Ministerio de Medio Ambiente, seguramente, no llevaríamos cuatro años de sequía. Mi reacción ha sido de incredulidad. ¿Cómo con cosechas de buenas a excelentes, en 2006 y 2007, en cereales, en viñedo y en olivar, ha podido haber sequía?

Puede ser, aunque no es habitual, que un buen año agrícola sea pluviométricamente malo. Pero efectivamente, 2006 (669 milímetros) y 2007 (626 mm) han sido años de pluviometría normal, alineados al promedio 1961-90 (659 mm) y al de 1971-2000 (649 mm). Lo cierto es que en lo que llevamos de siglo, la pluviometría está siendo mucho más favorable (659,5 mm de media anual), que en la década de los ochenta (505,8 mm anuales), y en la de los noventa (551 mm, año). Y sin embargo, existe alarma y angustia por lo que pueda estar ocurriendo.

Para el conjunto del país, las precipitaciones de 2006 y 2007 han sido normales. Desde esta perspectiva no ha habido sequía. Otra cosa es a escala local o regional, o en determinadas épocas del año. No obstante, la confusión se genera al vincular la sequía con las reservas hidráulicas y no con la pluviometría. No hay que olvidar que las reservas dependen, en general, de la planificación y gestión eficiente de los recursos hidráulicos y de la capacidad del sistema de almacenamiento y, en particular, del crecimiento de la demanda hidroeléctrica y consuntiva que, sin duda, aumenta con el crecimiento económico y demográfico.

Desde que se creó el Ministerio de Medio Ambiente, en 1996, llevamos más de una década con idéntica capacidad de regulación hidráulica, 54.000 hm3. La superficie de regadío, 3,3 millones de hectáreas, es la misma en 2006 que en 1995, aunque se ha experimentado un espectacular proceso de mejora y modernización, que implica ahorro de agua en la agricultura.

Estamos atravesando un otoño/invierno seco, que ha provocado un descenso en el nivel de las reservas que, a finales de enero, se situaban en el 40%, en los embalses de uso consuntivo. Existe pues riesgo de sequía para el conjunto del país algo que es normal y seguramente será más habitual en el futuro. Pero del riesgo, a que se plasme en la realidad, habrá que esperar a lo que suceda en primavera.

Y sin embargo, la prensa ya ha anunciado restricciones a los regadíos lo cual, este año, podría tener consecuencias dramáticas, dados los precios de los cereales. Imagínense ustedes que volvemos este año a una cosecha de 14 millones de toneladas de cereales, con los precios internacionales allí arriba, entre 225 euros/t, el maíz de importación y 300 el trigo fuerza. Y además, en 2009, ya será obligatorio producir o importar etanol de cereales para mezclar con las gasolinas, en un 3,4%.

En ese escenario, que nadie desea, se acentuaría la crisis ganadera, habría que importar no sólo cereales, oleaginosas, azúcar y leche, tal vez también carnes. Y casi todo ello a precios 'récord' en los mercados exteriores. Dios quiera que no sea este año, aunque puede ocurrir el próximo, o al siguiente, porque en España el riesgo de sequía será permanente, como siempre.

Por tanto, creo que ya ha llegado la hora de dejar de alarmar con sequías imaginarias, bastante tenemos con las reales, y ponerse a diseñar una política hidráulica y de regadíos coherente con los escenarios sociales, económicos y climáticos de futuro. Y tampoco debemos olvidar que una 'nueva cultura del agua', exige antes 'una nueva cultura económica', que no se aprecia en ninguna de las encuestas del CIS. Según la de diciembre de 2007, las medioambientales ocupaban el lugar 23, entre las preocupaciones de los españoles.

Carlos Tió Saralegui. Catedrático de Economía Agraria. Universidad Politécnica de Madrid.

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