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Reserva Federal

EE UU reexamina el legado de Greenspan

La crisis financiera y la burbuja de la vivienda se cuentan en el haber del ex presidente de la Fed.

La crisis de la vivienda, hipotecaria y financiera que vive EE UU, además de la reciente compra de Bear Stearns por JPMorgan han dado munición a quienes atacan la actuación del presidente de la Fed, Ben Bernanke. Pero muchos economistas consideran que estos lodos no vienen de unos polvos recientes y el coro de las críticas dirigidas a su predecesor crece. El aura de Alan Greenspan se reduce a medida que la crisis aumenta y su legado está siendo reexaminado.

Las críticas de economistas y políticos diseminadas en seminarios, conferencias y artículos se aúnan ahora un libro de William Fleckenstein, presidente de Fleckenstein Capital, que argumenta que Greenspan 'rescató al mundo de la mayor burbuja en el mercado de acciones creando la mayor burbuja inmobiliaria'. Muchos críticos comparten la teoría de que la Fed mantuvo durante demasiado tiempo los tipos bajos para estimular la economía tras la breve recesión de 2001 y eso dio lugar a la burbuja ahora estallada.

Para Fleckenstein, la combinación de burbujas ha dado lugar a la 'mayor orgía de especulación y creación de deuda en EE UU (y el mundo) jamás vista'.

Este libro, que la semana pasada estaba agotado en varias librerías de Nueva York, se titula, 'Las burbujas de Greenspan, la era de la ignorancia en la Reserva Federal' y está publicado por McGraw Hill. Fleckenstein cruza datos, actas de la Fed, testimonios ante el Congreso y discursos para concluir que desde agosto de 1987 hasta enero de 2006, fecha en la que dejó la autoridad monetaria, la mayoría de las decisiones que tomó Greenspan 'ni le beneficiaron a usted ni dejaron en mejor situación al país, a pesar de la buena autocrítica que se hizo en su propio libro, La era de las turbulencias'.

De acuerdo con este gestor, ha habido dos grandes burbujas creadas en un periodo de apenas 10 años. Y 'antes de Greenspan, excluyendo el corto periodo de boom de las materias primas y metales preciosos de fines de 1979 y principios de 1980, el país no había sufrido ninguna burbuja en cerca de 50 años'. Fleckenstein admite que el presidente de la Fed no fue la única causa de la burbuja inmobiliaria, 'pero sin sus auspicios nunca habría sido tan grande o tan peligrosa'.

Este autor e inversor, que como Warren Buffett se mantuvo alejado de los valores puntocom en los noventa, explica que desde principios de esa década el entonces presidente de la Fed mostraba una excesiva preocupación por tener que subir los tipos de interés.

En uno de sus testimonios ante el Congreso, en 1994, admitía que en la Fed 'estábamos preocupados por los efectos que un rápido movimiento para pasar de tipos bajos a más altos podría tener en los mercados'. Según este autor, Greenspan 'no estaba preparado para decidir acciones que pudieran perjudicar al mercado de valores'.

Es el nacimiento de lo que se ha dado en llamar el Greenspan put, una referencia a la disposición de la Fed a minimizar el resultado de la toma de riesgos de los mercados y que el mismo ex presidente de la Fed niega, pese a que pocos lo hacen en la Bolsa. 'En la época de Greenspan, el componente de destrucción creativa del capitalismo fue suprimido. Su mayor consecuencia fue la pérdida del miedo'.

A Greenspan se le critica su obsesión por la mejora de la productividad lograda con los avances tecnológicos y el hecho de que animara a los ciudadanos a pensar en sus casas como si fueran un cajero automático con el que poder mantener el consumo. En 2004, antes de advertir contra las nuevas hipotecas de tipo variable dijo que 'las tradicionales, a tipo fijo, pueden ser una forma cara de financiar el hogar'.

En la lista de agravios que ahora se ven cruciales figuran además, los aplausos que dedicó al mercado de los derivados, muchos de los cuales se revelan ahora tóxicos, y su afición por la desregulación y el dejar hacer al mercado, algo que se trata de cambiar en estos momentos.

Abierta la carrera regulatoria

La mayoría demócrata en el Congreso, por un lado, y el Tesoro, por otro, trabajan en una serie de regulaciones para reforzar la vigilancia de un sistema financiero e hipotecario que la actual crisis ha revelado muy insuficiente.La división filosófica en cuanto al papel de los reguladores en el libre mercado sigue presente. Los demócratas, partidarios de que el radar se amplíe, contemplan la posibilidad de crear un nuevo y comprensivo regulador o conceder más poder a la Fed.El objetivo de esta última opción sería que la autoridad monetaria fuera la encargada de vigilar no sólo a la banca comercial (algo que ya hace), sino también a las firmas de Wall Street, instituciones no bancarias y los hedge funds. El Tesoro trata de organizar y racionalizar a todos los actuales reguladores para operar de una forma más eficiente.

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