Vulgaridad y extravagancia
No convertirse en extravagante para escapar de la vulgaridad, pues las dos posturas traen descrédito', dice en su Elogio de la Prudencia Baltasar Gracián. Libro que, al no tratar de otra cosa que de las relaciones y las emociones de las personas, tan bien vale para entretenerse en una mañana de sábado como para buscar palabras que digan lo que el sentido común susurra.
Puede entenderse como vulgaridad que las opiniones de más de 20 millones de personas queden resumidas en dos cifras, dos frases y dos fotografías. Muchos, si no cada uno, de esos 20 millones de electores tiene su propio pensamiento lleno de dudas, matices y contradicciones. Pero toman una decisión, y de la suma de todas emana la cifra que da o quita poder sobre los demás.
Puede sonar, sí, vulgar. Pero, como dice Gracián, 'los que no se atreven o no pueden llegar a famosos por el camino de la virtud echan por la senda de la extravagancia, admirando a los necios y dando la razón a los cuerdos'. Y el pluralismo es deseable, desde luego, pero el bipartidismo no tiene por qué significar que no hay nada más allá de dos grandes rebaños.
¿Y qué tiene que ver esto con la Bolsa? De igual manera, en el mercado miles de decisiones se acaban por reflejar en un precio. Por muy estúpido que parezca, este juicio aparentemente burdo acaba por hacer eso que se suele decir: 'el mercado pone a todo el mundo en su sitio'. Y desde 1977, los procesos electorales han terminado por demostrar que las personas que acuden a las urnas son, más allá de las diferencias de cada cual, razonablemente sensatas.
Vulgar puede ser, pues, meter en un solo número tantas opiniones, decisiones o matices. Pero extravagante es, a la par, señalar siempre que están todos equivocados menos uno mismo. Tiene la Bolsa la particularidad de que a veces, sólo a veces, premia la extravagancia. Beneficia al que dice lo contrario que todos los demás... Siempre y cuando los demás acepten pronto la extravagancia.
¿Puede el pesimismo que impera en la Bolsa actual ser irracional? Sí. Pero decía Keynes que los mercados pueden ser irracionales durante más tiempo del que uno ser solvente. Y antes Gracián que 'mejor ser loco con todos que cuerdo a solas'.