2008: un reto difícil en Bolsa
Las 'pasarelas de la moda' también existen en el mundo de la inversión, y en 2007 hemos sido testigos de cambios tan dramáticos como la llegada de la minifalda o las hombreras, hace ya 25 años.
Según las previsiones de The Economist, los 'valores de crecimiento' vienen a ser el nuevo retrochic, tras su hegemonía de finales de los noventa, quedaron obsoletos tras el colapso de la burbuja puntocom.
Pero en 2007, de acuerdo con las estimaciones del banco de inversión Wisdom Tree, los valores de crecimiento han batido en resultados a sus contrincantes en los mercados norteamericanos hasta 12 puntos, que llegan a ser 16 en las empresas de menor tamaño, y 10 para los mercados internacionales (exceptuando Estados Unidos).
No todo el mundo acepta que el mundo de las inversiones se limite a estar dividido entre acciones valor y acciones crecimiento, y puede ser cierto que ésta es una clasificación un tanto simplista, aunque todavía útil. En términos generales, la escuela de pensamiento que defiende las 'acciones crecimiento' se concentra en negocios con grandes perspectivas de futuro, y se preocupa menos del precio que paga por las acciones. En contraste, la escuela de pensamiento de 'acciones valor' se centra en el precio pagado, más que en el futuro del negocio.
¿Por qué ha sucedido este cambio? En parte, porque los mercados de capitales suelen sobrerreaccionar ante los acontecimientos. Si miramos atrás, hasta 1999 y 2000, todo el mundo quería comprar acciones en las empresas más de moda (puntocom), y llegaron a pagarse precios equivalentes a 100 años de beneficios, o acciones en empresas sin perspectivas inmediatas de beneficios. Esto hizo que el valor de las acciones pareciera demasiado barato en comparación, sembrando el terreno para un extenso periodo temporal de aclimatación para las expectativas racionales.
Sin embargo, a finales de 2006 ya se contaba con un rango de valoraciones en las empresas cotizadas mucho más estrecho. En otras palabras, los inversores debían pagar menos premium por comprar participaciones en empresas, aunque tuvieran grandes perspectivas de crecimiento. El crecimiento cotizaba 'barato', de acuerdo con los estándares históricos.
El cambio de las perspectivas económicas ha acelerado el cambio, ya que desde 2002 los resultados de las empresas norteamericanas, en términos porcentuales, crecieron a tasas de doble dígito. Casi todas las empresas estaban trabajando duro, y no había necesidad de pagar un precio alto por comprar acciones de crecimiento. Pero en 2007 la economía norteamericana se ralentizó, y las perspectivas para 2008 continúan pesimistas, a tenor de los resultados decrecientes para las empresas del Índice S&P 500 en el tercer trimestre de 2007. Parece, pues, mucho más difícil detectar 'valores crecimiento' en años de ciclo no alcista.
Esto ha llevado a los inversores a optar por las empresas con perspectivas de beneficios más robustas, ya que cuando el crecimiento es rara avis, es mucho más valioso. Dado el extraordinario resultado positivo de las empresas en los países en vías de desarrollo, los analistas han primado la inversión en empresas de mayor tamaño, con presencia internacional.
Este cambio de tendencia se vio reforzado por la caída en la actividad de compras de empresas, concentrada en empresas de pequeño y mediano tamaño. El pasado 7 de diciembre el Índice Industrial Dow Jones, que recoge las 30 empresas mayores de Estados Unidos, hacía público un crecimiento anual del 9,3%, mientras que el Índice Russell 2000 caía un 0,3%.
Con este panorama de mercado se muestra más difícil la actividad de la gestión colectiva para 2008. Los gestores activos -aquellos que tratan de superar al mercado- tienden a hacerlo mejor cuando los valores más pequeños y las apuestas de valor están amenazadas. Ellos encuentran relativamente más fácil las gangas entre las pymes, menos analizadas, que entre valores de la talla de Microsoft o Exxon Mobil.
Un estudio realizado por el equipo de análisis de WestLB Mellon Asset Management ha detectado la existencia de una gran correlación entre los resultados de los hedge funds y la amplitud del mercado de capitales. Cuando la mayoría de las acciones está subiendo (lo cual significa que las pymes también lo están haciendo bien), los hedge funds ofrecen mayores rentabilidades, pero cuando los valores medianos y pequeños sufren crisis, los hedge caen con ellos. El mal resultado de las acciones valor parece ser también responsable de los problemas del denominado quant (gestión automatizada de hedge funds) de los pasados meses de agosto y noviembre.
Los fondos centrados en los dividendos también han sufrido en 2007. Estos inversores institucionales no solían incluir los valores de minas de extracción, pero a finales de noviembre este sector europeo había subido un 30% en el año. Entretanto, los bancos, uno de los sectores favoritos por sus dividendos, había caído un 20%. Movimientos tan bruscos como los citados pueden arruinar la reputación de los gestores de inversión colectiva. La tendencia larga a favor de las acciones valor favorece que numerosos gestores parezcan eficientes, sin embargo, puede que la mayoría de ellos simplemente hayan tenido suerte, y se hayan subido a una noria en marcha. Cuando las perspectivas de inversión cambian solo sufrirán faltas leves de inconsistencia intelectual. Si la tendencia de acciones crecimiento continúa durante mucho tiempo, los gestores de inversión colectiva se verán perjudicados: tanto si siguen la moda, porque perderán credibilidad, como si permanecen fieles a sus principios, porque en tal caso sus carteras gestionadas se comportarán peor que el mercado.
Isabel Giménez Zuriaga. Directora general Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros