EE UU rechaza un pacto concreto sobre recorte de emisiones de CO2
Los observadores en Bali, la ONU y el resto de países han asumido que habrá que esperar a la salida de George W. Bush de la Casa Blanca, en enero de 2009, para que EE UU empiece a perfilar su giro hacia un compromiso cifrado de reducción de emisiones, en aras de la 'nueva era de economía verde y desarrollo sostenible' que ayer deseó el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon.
La ONU ha cedido en su objetivo de acordar cifras concretas a cambio de incorporar a EE UU al marco global dentro de dos años. Entre aires de momento histórico, declaraciones apocalípticas y el sabor amargo que dejó EE UU, arrancó ayer en Bali el baile de negociaciones entre 187 ministros de Medio Ambiente que intentará dar salida a un marco internacional que acote las emisiones contaminantes mundiales. Este país, sólo en su negativa de ratificar el protocolo de Kioto (Australia escenificó ayer su firma con gran pompa), lanzó un nuevo dardo envenenado a la comunidad internacional: hoja de ruta sí, en 2009, pero sin cifrar el recorte de emisiones.
Por un lado, un cambio se perfila en la actitud de la administración Bush, el país que más contamina, con el 20% de emisiones mundiales. El Gobierno dice querer 'que Bali sea un éxito', que haya un objetivo global.
Pero, por otro, no quiere un acuerdo que 'predetermine una cifra. No aceptamos esos compromisos', explicó la jefa de la delegación estadounidense, Paula Dobrianski. No fue una sorpresa. EE UU ha mantenido la misma postura desde el principio de la cumbre. Pero ayer forzó a unirse a su causa a Naciones Unidas. Tras dar el pistoletazo de salida con un 'debemos recuperar el tiempo perdido' y 'los ojos del mundo nos miran o las futuras generaciones dependen de nosotros', Ban Ki Moon tuvo que reconocer que 'la cumbre no se había diseñado para generar objetivos cifrados'.
Mientras, la UE se aferra a la ambiciosa orientación dada por los científicos para evitar un cambio climático irreversible, que pasa por reducir las emisiones mundiales entre el 25% y el 40% y así mantener en dos grados el aumento de temperatura del planeta. España defendió también esa posición, ensalzando que es posible crecer económicamente limitando las emisiones contaminantes.