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Tribuna
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Nueva etapa en el FMI

El francés Dominique Strauss-Khan (DSK) toma hoy posesión del cargo de director gerente del FMI. El autor analiza la trayectoria y el talante del político y economista, así como el papel que la institución debe jugar para liderar el análisis de la crisis financiera mundial

Hoy toma posesión el nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el francés Dominique Strauss-Kahn, conocido popularmente en Francia por sus iniciales DSK. El relevo se produce en un momento delicado para la economía mundial, en medio de turbulencias financieras causadas por la crisis crediticia, e incertidumbres sobre su impacto global. Además aterriza en la institución cuando el FMI pierde peso en la escena mundial y su legitimidad está en entredicho, con algunos líderes proponiendo, como acaba de hacer el presidente Lula da Silva, que los países en desarrollo creen sus propias instituciones de crédito.

DSK se convierte en el cuarto francés que dirige el Fondo. Su nacionalidad ha sido, sin duda, un factor decisivo en su nombramiento ya que se ha mantenido, pese a las quejas de los países emergentes, la tradición de que los europeos nombren al director de la institución. Pese a todo, su trayectoria política y su afiliación socialista le han permitido presentarse como un candidato de cambio que va a representar también a los países del sur.

Dominique Strauss-Khan llega cuando el FMI pierde peso en la escena mundial y su legitimidad está en entredicho

Strauss-Kahn llega al FMI con unas credenciales impecables. Es diplomado de la Escuela de Altos Estudios de Comercio, de la de Ciencias Políticas y licenciado en Derecho público. Es profesor de economía, políglota, ferviente internacionalista, gran conocedor de las tecnologías de la comunicación (en estos meses ha mantenido un blog donde relataba su campaña por el FMI), y defensor del proceso de integración Europeo. DSK fue ministro de finanzas en Francia, puesto desde el que jugó un papel clave en la reducción del déficit público que posibilitó la incorporación del país al Euro, así como en el proceso de privatizaciones. También participó activamente en el Grupo de los Siete países más industrializados, y como buen socialista es un defensor del equilibrio entre el crecimiento económico y la justicia social a nivel doméstico e internacional. Combina un gran carisma y capacidad retórica, con un profundo conocimiento teórico de economía, una extensa experiencia política, y una gran capacidad negociadora que le será de gran ayuda cuando tenga que negociar planes económicos con otros países o reformas internas con los miembros del FMI.

Pese a que dejó su cargo de ministro en 1999 debido a su implicación en un escándalo de financiación de partidos, fue absuelto por la justicia, y el pasado año fue uno de los candidatos presidenciales que luchó en las primarias del Partido Socialista francés, que perdió contra Ségolène Royal. En Francia se le reconoce su gran capacidad intelectual, pero también se le critica como un dilatante al que le gusta la buena vida y que carece de la disciplina y capacidad de trabajo necesarias para ganarse a las bases del partido. En las últimas semanas se ha publicado sobre su falta de paciencia y condescendencia hacia colegas a los que considera con menos talento.

Su nítido compromiso social será un elemento diferenciador en relación a sus antecesores en el cargo. Durante la gira internacional que realizó para presentar su candidatura al puesto, reconoció públicamente en Argentina que muchos argentinos 'piensan que el FMI es el demonio, y tienen muchas razones para ello'.

DSK ha defendido que el FMI debe de jugar un papel más político, y que la institución debe de adaptar sus programas y créditos a las circunstancias específicas de los países y no limitarse a una labor meramente técnica centrada en problemas de balanza de pagos y de déficit presupuestarios. Se ha comprometido a aumentar la representatividad de los países más pobres en la institución y a incorporar sus posiciones y puntos de vista. También ha reconocido que si el FMI quiere mantener su credibilidad y legitimidad debe de escuchar más y explicar sus políticas para persuadir a los países con los que trabaja, en vez de simplemente imponer sus planes de ajuste.

El techo de la burbuja inmobiliaria en EE UU o España, combinado con la enconada crisis crediticia mundial causada por la crisis hipotecaria, las presiones inflacionistas debido a los elevados precios de los alimentos y del petróleo y la subida de los salarios en China, la caída sostenida del dólar, y los problemas de crecimiento estadounidense acentúan las incertidumbres y presentan nuevos retos para el FMI. Al mismo tiempo ponen una vez más de relieve la necesidad de la cooperación multilateral, en la que el Fondo puede jugar una labor fundamental. La situación actual puede presentar una oportunidad para DSK y el Fondo que deben de liderar el proceso de análisis de lo sucedido y trabajar para preparar al sistema ante choques futuros. Es de esperar que no la desaprovechen.

Sebastián Royo

Decano y profesor de Gobierno en la Universidad de Suffolk en Boston, director de su Campus en Madrid y codirector del Seminario de Estudios Ibéricos del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard (sroyo@suffolk.edu)

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