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Elegir entre dar la caña o el pez

Debe ser un reto interesante para un ministro de Economía el tener que elaborar unos Presupuestos Generales del Estado con dos nuevas circunstancias: por un lado, la incertidumbre económica. Y por otro lado, las elecciones generales en España.

Parece que la economía podría centrar la mayor parte de los debates preelectoral porque nuestros bolsillos no aprecian con tanta nitidez los logros macroeconómicos que nos expone el Gobierno, y porque el discurso del PP, cansino, de no negociar con ETA y el 'se rompe España' no ha hecho mella más allá de sus convencidos de siempre.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena. La primera ocasión va a ser en el debate de los Presupuestos y esperemos que se confronten dos formas de ver la situación económica del país y dos propuestas alternativas para gestionar los próximos cuatro años. Si bien soy bastante escéptico sobre si realmente habrá tanta distancia entre la política de unos y de otros.

Si analizamos las cifras de 2008, se puede afirmar que confían en la buena marcha de la economía para el año que viene

Si analizamos las cifras del presupuesto de 2008 se puede afirmar que confían en la buena marcha de la economía para el próximo año, con un crecimiento del 3,3% por encima de la media europea, y con una reducción de la inflación hasta del 2%. Esto permite, según Solbes, incrementar el gasto no financiero en un 6,7%, más del doble del PIB previsto. Por tanto, el optimismo sobre nuestra economía permite incrementar el gasto de forma notable y además se mantiene la previsión de superávit presupuestario para 2008.

Cada año nos preguntamos para que debieran servir los Presupuestos Generales del Estado. Y quizá este año más que nunca, ya que el ciclo económico alcista se ve amenazado por: la mala salud financiera americana, la sobrevaloración del euro, la subida de tipos del último año, los costes de la energía, el frenazo en el sector de la construcción, y la muy lenta recuperación de las economías francesa y alemana. Todo ello incide directamente en la capacidad de gasto de las familias (subida de tipos) o las exportaciones de nuestras empresas (euro demasiado fuerte). La receta no puede ser más de lo mismo.

Ante este panorama se abren dos políticas posibles y las dos con fuertes argumentos para aplicarlas. La primera, la política de 'dar cañas' para poder pescar mejor y así tener más pescado para repartir, y se trata de crear las condiciones fiscales, laborales, desregulatorias en procedimientos administrativos, y de fomento de la competencia que permitan a las empresas mejorar su productividad y su competitividad. Y todo ello acompañado de una fuerte inversión pública en infraestructuras.

La segunda de las políticas posibles en tiempos de superávit público pero con capas sociales con serias dificultades de endeudamiento presente o futuro, pasan por establecer un paquete de ayudas a fondo perdido. Es decir, dar pescado sin necesidad de usar la caña.

Me da la impresión que el Gobierno este año ha puesto el esfuerzo económico más en las cañas que en dar pescado, como lo demuestra el fuerte esfuerzo en inversión pública en infraestructuras (11,5%) o la rebaja del 5% del Impuesto de Sociedades o el incremento en ayuda a I+D (0,5 PIB). Pero por contra, la polémica política se basa en los 'peces' bien sea el Plan Chacón, las ayudas a los nacimientos, etcétera.

Joaquim Triadú Vidal-Abadal. Abogado. Profesor asociado del IESE

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