_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aprendiendo de la crisis

La decisión de la Fed? Totalmente acertada. Otra cosa ha sido la reacción inmediata de los mercados. Sinceramente, tendremos mucho tiempo en las próximas semanas (lamentablemente, quizás meses) para hablar del tema. Pero la autoridad monetaria norteamericana hizo lo que debía: tomar una decisión complicada, en un momento delicado. El recorte de tipos de 50 puntos básicos en su banda de tipos, al mismo tiempo que lanzar un comunicado abierto a considerar nuevas medidas adicionales si fuera preciso, determina la excepcionalidad del momento.

No, no hay nada que celebrar. Simplemente esperar que el esfuerzo desarrollado por los bancos centrales sea suficiente para que los mercados financieros vuelvan a funcionar. Suena extraño, ¿verdad? Pero la realidad es que en estos momentos es prioritario la continua inyección de dinero, como un esfuerzo para que la confianza vuelva al mercado interbancario, y evitar que las tensiones de liquidez se transmitan a la economía real. Precisamente lo mismo que reconoció la Fed en el comunicado posterior a su decisión de bajar los tipos.

¿Por qué no 0,25 puntos? Sí, cuadraría con la petición de prudencia lanzada casi simultáneamente al Comité de Mercado Abierto (FOMC) por el ex presidente de la Fed, Alan Greenspan. De hecho, tras conocer los comentarios de Greenspan los mercados pasaron de descontar un descenso de 0,5 puntos a apostar de forma mayoritaria por un recorte menor.

El ex presidente de la Fed advertía de un futuro repunte de la inflación que puede llevar a los bancos centrales (incluía también al BCE) a subir sus tipos de interés con fuerza. Seguro que el descenso de 0,5 puntos, hasta dejar los Fed funds en el 4,75%, cuando los precios del crudo están en máximos, fue una decisión complicada. De hecho, la autoridad monetaria norteamericana también consideró que aún hay amenazas para la inflación. Pero las prioridades son las que son.

Aunque el hecho de optar por un descenso de tipos más agresivo que los ajustes a que nos tiene acostumbrados también muestra que su intención no es generar expectativas de una tendencia a la baja para los tipos de interés. También han acertado, cuando son marginales las peticiones de tipos de interés mucho más bajos en el futuro. Como máximo otro recorte de tipos antes de final de año, hasta cerrar el ejercicio con tipos del 4,5%. Claro que soportado en un escenario de futura recuperación de la normalidad en los mercados y sólo una moderada desaceleración de la economía. Según algunos medios, en línea con el recorte en las perspectivas de crecimiento que maneja el FMI para 2008, hasta un 2,2% desde el 2,8% anterior. Claro que la institución supranacional también parece dispuesta a reducir la previsión de crecimiento para la economía europea, hasta un 2,2% desde el 2,5% inicial.

Dos meses atrás, ¿quién hubiera pensado que todo esto podría ocurrir? La revalorización de las primas de riesgo ha ido demasiado lejos. Según una fuente del Banco de Inglaterra, 'es algo totalmente indeseable'. Y lo cierto es que los bancos centrales se han empleado a fondo en los últimos años para advertir sobre la excesiva complacencia de los inversores. Ahora, todos, bajo una coordinación más implícita que evidente, se emplean a fondo para evitar que este escenario de aversión al riesgo entre los inversores y desconfianza entre las entidades financieras se prolongue demasiado tiempo. Algunos dirían que 'aprenden con la crisis'. Todos lo hacemos. Pero es evidente que falta información.

Los bancos centrales piden transparencia a las entidades financieras para que delimiten su riesgo. No debe ser fácil. Y el primer obstáculo es la propia valoración de las carteras, con unos mercados poco líquidos. La publicación de los primeros resultados desde bancos de inversión ha sido dispar, pero en ningún caso tan dramáticos como algunos temían. Claro que, por el momento, la patata caliente la tienen las entidades financieras. Mañana será el resto de los agentes económicos, cuando busquen financiación para su gasto e inversiones.

La Fed sigue vinculando las amenazas para la economía norteamericana a la evolución de la inversión residencial. Es evidente que el primer sector de la economía real que puede verse perjudicado por la restricción de crédito es el de construcción, especialmente el residencial. Y llueve sobre mojado, cuando aún no se observaban indicios claros de recuperación tras un año de caídas en tasa anual. Si algunos siguen aludiendo a las hipotecas subprime como el principal problema en estos momentos, otros comienzan a advertir sobre el potencial contagio de la crisis residencial en Estados Unidos a nivel mundial. No, no hay que bajar la guardia por el momento.

José Luis Martínez Campuzano. Estratega en España de Citi

Archivado En

_
_