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Columna
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El precio de los cereales

El precio de los cereales sigue marcando récords en los mercados mundiales y las previsiones apuntan a que las alzas se mantendrán en los niveles actuales a largo plazo. El autor analiza las causas de este comportamiento, debido principalmente, en su opinión, a la apuesta de los países desarrollados por los biocombustibles

En la primera semana de septiembre el precio del trigo ha seguido marcando récords en los mercados mundiales, por encima ya de los 260 euros por tonelada en el mercado de futuros de París. En España, con una gran cosecha de 23,7 millones de toneladas, muy superior a la media quinquenal, los precios de todos los cereales no han detenido su alza durante el verano alcanzándose niveles jamás soñados por los agricultores. Sin ánimo de amargarles su alegría, a los profesionales de la economía agraria nos corresponde la responsabilidad de analizar las causas de lo que está sucediendo en los mercados.

Sorprende comprobar que la evolución de los precios no responde a un dramático desequilibrio entre oferta y demanda. Al contrario de lo que ha afirmado la comisaria de Agricultura europea, Marianne Fischer, ni las estimaciones más recientes de la cosecha mundial ni la demanda asiática explican en absoluto la magnitud de lo que está sucediendo. Al menos, ninguno de los datos disponibles avalan su opinión. Por lo que respecta al mercado mundial, según las estimaciones de agosto del Consejo Internacional de Cereales, la producción de 2007/2008 se eleva a 1.653 millones de toneladas, frente a un consumo esperado de 1.670. Un desequilibrio de 17 millones de toneladas, debido en gran medida al desvío de 109 millones de toneladas a la producción de biocarburantes. Sin esa nueva utilización el mercado mundial disfrutaría de un superávit de 92 millones de toneladas que permitirían recuperar parcialmente el nivel de stocks.

Es más, tampoco parece nada anómalo ni grave ese ligero desequilibrio oferta-demanda en la campaña actual, algo habitual en este mercado. Según datos de OCDE-FAO, el consumo medio de cereales en el periodo entre 1999/2000 y 2003/2004 fue de 1.509 millones de toneladas anuales, superando a la producción media que se elevó a 1.472 millones de toneladas. Como consecuencia, la relación entre stocks fin de campaña y utilizaciones anuales ha descendido en lo que va de década desde un máximo del 33% en 2001 a un 23% en la actualidad. Pero la producción mundial ha crecido en 2007/2008 en un 12,2%, mientras el consumo sólo ha aumentado un 10,6% con respecto al promedio 1999/2000-2003/2004. Las buenas cosechas de 2004 y 2005 (1.634 y 1.620 millones de toneladas, respectivamente), aunque inferiores a la actual, tampoco crearon ningún tipo de alarma.

Por lo que respecta a la UE, la cosecha de esta campaña se eleva a 276 millones de toneladas, prácticamente igual al promedio del cuatrienio 2002-2005, que fue de 281 millones de toneladas. En el caso de España la evolución de los precios es aún más sorprendente debido a la gran cosecha y, como gran importador, sólo se explica por los precios mundiales y por las expectativas existentes. En consecuencia, parece deducirse que las razones que pueden explicar el estado actual del mercado de los cereales no son de carácter coyuntural. No se trata de un desajuste oferta/demanda. Hay algo más y muy preocupante cuando todos los análisis de OCDE/FAO, USDA y Fapri estiman que el alza de precios se mantendrá en los niveles actuales a largo plazo, con ligeras diferencias entre ellos. Las consecuencias alimentarias pueden ser dramáticas, dado que entre los importadores de cereales están los países más pobres o en vías de desarrollo.

Sin duda pueden existir intereses de especulación en el mercado. Pero la especulación no nace de la nada. Surge ante el estímulo provocado por unas expectativas derivadas de un cambio estructural en el mercado de cereales. Puede pensarse que el incremento de consumo de algunos países emergentes tenga alguna influencia. Por ejemplo, China se espera que en 2016/2017 ya esté importando entre cinco y siete millones de toneladas de cereales, lo cual tampoco es tan dramático, especialmente si tenemos en cuenta que España importa en la actualidad más de 10 millones de toneladas de media anual.

En definitiva, hay que concluir que la actual situación en el mercado de los cereales se debe principalmente a las expectativas desencadenadas por lo que podemos calificar como cambio estructural, y posiblemente permanente, provocado por la nueva estrategia de los países desarrollados en materia de biocarburantes. Las decisiones adoptadas en esta materia comprometen un largo horizonte temporal, al menos hasta 2020, creando una nueva demanda de cereales, con aumentos anuales programados y obligatorios con destino a la producción de bioetanol para mezclas con carburantes fósiles. Esta es seguramente la causa principal del boom en las expectativas y del anómalo funcionamiento actual del mercado de cereales en España, en la UE y a nivel internacional.

Carlos Tió. Catedrático de Economía Agraria de la Universidad Politécnica de Madrid

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