La economía española espera con ansiedad
Las estadísticas conocidas en los últimos días sobre la evolución de la economía española han hecho saltar las alarmas sobre el cambio de ciclo. Es cierto que algunos indicadores muestran los previstos síntomas de fatiga después de catorce años de crecimiento, pero un análisis más sosegado de su evolución en los últimos años sugiere que las alarmas no están del todo justificadas, a juzgar por las series históricas. Estas revelan que la mayoría de los fundamentales macroeconómicos gozan de mejor salud que nunca.
Pero el hecho es, tal y como reconoció ayer el vicepresidente económico, Pedro Solbes, que la incertidumbre provocada por la crisis es ahora mayor que hace unos meses. Eso explica que inversores, consumidores y analistas esperen con más ansiedad que nunca los mensajes que lance hoy el Banco Central Europeo, que se encuentra ante la disyuntiva de mantener o subir los tipos de interés. La decisión ha de adoptarse con las Bolsas muy volátiles y con un repunte de los tipos del mercado interbancario, lo que la hace más complicada. Probablemente, la más difícil que ha tenido que afrontar Jean-Claude Trichet. La esperanza es que lo que haga y diga hoy sirva para insuflar confianza a la economía y a los mercados ante unas perspectivas no tan boyantes como las de hace unos meses.
La crisis hipotecaria de EE UU tiene buena culpa de la caída de la confianza que los consumidores españoles muestran ante el futuro. Según explicó esta semana Joaquín Almunia, si se prolonga la desconfianza será mayor el efecto negativo sobre el crecimiento de los próximos meses. El martes se conoció el índice de confianza del ICO que mostraba una caída de seis puntos en agosto. Sin embargo, como explica a Cinco Días María Antonia de Pablos, jefa del Servicio de Estudios del Instituto de Crédito Oficial (ICO) esta caída 'ha estado motivada en exclusiva por la crisis hipotecaria en EE UU'. Eso descarta, pues, una desconfianza continuada y podría recuperarse en los próximos meses. Porque a pesar de que se viene produciendo un empeoramiento de las magnitudes económicas, la coyuntura vive uno de los mejores momentos de los últimos años.
Así, el superávit fiscal repetirá por cuarto año consecutivo -algo no visto en las cuentas públicas más acostumbradas a abultados déficit-, aunque se espera que este año termine ligeramente por debajo del 1,83% del PIB de 2006. Y podría colocar en 50.000 millones, un 5% del PIB, el fondo de la Seguridad Social.
La inflación, uno de los puntos débiles de la economía española, se situó en julio en el 2,2%, sólo dos décimas superior a la previsión del BCE. Bien es cierto que se viene anunciando que en la segunda parte del año los precios repuntarán como consecuencia de un petróleo más caro y una inesperada subida del precio de los alimentos básicos, pero no se espera que supere a final de año el 3%. Lejos del 4,2% al que crecían los precios a principios de 2006.
El PIB español sigue avanzando por encima de la media de la UE. El segundo trimestre lo hizo al 4% interanual. Aunque los expertos anuncian una desaceleración de la actividad, la mayoría apuesta porque avanzará en el entorno del 3%, todavía por encima de muchas economías europeas.
La máxima preocupación se centra en estos momentos en conocer la magnitud del ajuste de la construcción y qué efectos tendrá sobre la actividad y el empleo. Que la construcción se desaceleraría era algo descontado desde hace tiempo ante el cambio de ciclo inmobiliario. Los promotores subrayan que el aterrizaje es suave y reclaman tranquilidad.
Falta por saber si la industria será capaz o no de tomar el relevo.