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CincoSentidos

Se va un amante del siglo XX

Literatura y periodismo despiden a Francisco Umbral, uno de los mejores articulistas en español

Culto, provocador, incisivo, de afilada pluma y un verbo que, lejos de cultivar la indiferencia, voló siempre rayano a la irreverencia. Pero Francisco Umbral también ha sido un guardián del idioma, un maestro de la metáfora y, sobre todo, uno de los más brillantes articulistas españoles de las últimas décadas. El escritor falleció en la madrugada del martes en el Hospital Montepríncipe de Boadilla del Monte (Madrid) por un fallo cardiorrespiratorio. Contaba 72 años y un largo matrimonio con las letras.

'Memorialista del siglo XX', le nombró ayer Luis María Anson. Y otro de sus colegas, Juan Cruz, destacó su papel de ojo avizor en momentos en los que todo un país estaba sumido en miles de dudas: 'Fue el columnista de referencia de la Transición'.

Amenazado por el Parkinson y con una salud que flaqueaba desde 2003, Umbral, el de las gafas de pasta, más amigo de los cuellos altos que de las corbatas, y autor de la queja más agria que se ha presenciado en la tele -'¡Vengo a hablar de mi libro!'-, mantuvo su cita diaria con los lectores de El Mundo hasta el pasado 28 de julio. Su última colaboración en el diario, donde firmaba desde 1990, fue la columna Eugenio d'Ors.

Recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1996 y el Cervantes en 2000

En su formación de autodidacta los libros ejercieron de maestros

Un Príncipe de Asturias de las Letras en 1996, el Premio Cervantes de 2000 y el Mesonero Romanos de Periodismo en 2003 son algunos de los reconocimientos que jalonaron una carrera con muchas luces y, quizás, la única sombra de no haber triunfado como autor teatral.

Francisco Umbral nació el 11 de mayo de 1935 en Madrid, pero pasó niñez y adolescencia en Valladolid, donde la biblioteca municipal fue siempre su primera casa. Su biografía también resalta una formación autodidacta, en la que los libros ejercieron de maestros.

Miguel Delibes le dio la alternativa como periodista en 1958, cuando dirigía El Norte de Castilla. Pocos años después Valladolid se había quedado pequeña para el joven Umbral y su máquina de escribir. La Estafeta Literaria, Mundo Hispánico, El País y Diario 16 contaron con su mirada crítica.

Su labor culminó en un Premio Nacional de Periodismo en 1994, cuando antes había recolectado otros reconocimientos como periodista: el Premio César Ruano de Periodismo en 1980 y el Mariano Cavia en 1990.

En las librerías pueden encontrarse más de 80 títulos del madrileño, entre los que figuran Las ninfas (1975), galardonada con el Premio Nadal, La noche que llegué al Café Gijón (1977), Trilogía de Madrid (1984), Madrid 1940: Memorias de un joven fascista (1993) y El socialista sentimental (1999). Más recientes son Madrid, tribu urbana (2000); Un ser de lejanías (2001); ¿Y cómo eran las ligas de Madame Bovary? (2003); Los metales nocturnos (2003); y Días felices en Argüelles (2005).

No fue hasta Amado siglo XX, el que anunció como su último libro, que su mirada se volvió nostálgica. Pero ni en sus últimas páginas dio la espalda a dos órganos vitales en su bibliografía: el poder y la prensa. 'Soy un profesional de lo mío', sentenciaba Umbral en su obra postrera.

Y así se fue. Cuentan que murió dictando a su mujer Las uvas doradas, su última columna. Los allegados del escritor despedirán sus restos hoy miércoles en el cementerio de La Almudena. Por expreso deseo del fallecido, Umbral será incinerado tras una ceremonia civil. Su voz, grave en el tono y siempre aguda en los contenidos, se apagó el martes. Su carisma sigue vivo en centenares de líneas impresas.

'Fui al café Gijón durante 20 años todas las tardes a tomar café y a charlar con los poetas que allí se reunían, pero un día llegué a la mesa y no había nadie. Me senté y estuve esperando durante dos horas, pero no llegaron (...) Todos se habían muerto y yo seguí yendo allí por inercia a encontrarme con ellos. Me di cuenta de que estaba solo...' La anécdota, revelada en su última entrevista, se completaba con un lacónico: 'El siglo XXI ya me importa menos'.

Desde ayer un retrato de Umbral con un crespón negro cuelga en el madrileño café de la calle Recoletos.

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Miguel Delibes 'Dijo cosas y las dijo bien'

Los Reyes enviaron un telegrama a la viuda de Francisco Umbral en el que lamentan la pérdida de una figura que supo 'crear un lenguaje personal en una obra de exquisita riqueza conceptual y literaria'.Un telegrama de condolencia firmado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lamentó ayer el fallecimiento del escritor, cuya marcha 'deja un profundo vacío' en la literatura y en el periodismo. El jefe del Ejecutivo calificó la creatividad de Umbral como estilo propio impregnado de una 'singular e iconoclasta visión'.El ministro de Cultura, César Antonio Molina, visitó ayer la capilla ardiente del que denominó 'maestro del periodismo, gran escritor y viejo amigo de tertulia literaria'. Su antecesora en el cargo, Carmen Calvo, dijo que Umbral fue un 'hombre con un pensamiento lleno de recovecos, aristas y brillantez'.El escritor Miguel Delibes recordó a su compañero como 'un gran escritor' que 'dijo cosas y las dijo bien'.'Fue el mejor escritor de periodismo contemporáneo', opina el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, 'no hay Hércules capaz de sustituirle en su columna'.Uno de los mayores maestros de Umbral, Camilo José Cela, también fue uno de sus grandes admiradores. 'Durante los últimos años de su vida, Cela no leía a las nuevas generaciones, al único escritor contemporáneo que seguía era a Umbral', aseguró Gaspar Sánchez Salas, secretario del autor de La Colmena desde 1995.'Todos los miembros de mi generación que escribimos columnas le hemos leído, admirado y copiado. Umbral creó cierto género del que fue su mejor cultivador', afirma el filósofo Fernando Savater.El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, desveló que hubo contactos con el escritor para que ingresara como miembro de la Academia.

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