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Tribuna
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¿A quién temen los bancos?

El jueves 9 y el viernes 10 de agosto el Banco Central Europeo (BCE) empezó a intervenir en los mercados de dinero inyectando liquidez para ajustar los tipos de interés en los mercados interbancarios a corto plazo, que estaban alejándose del objetivo del 4%. Al BCE le siguieron otros bancos centrales. Pero, ¿por qué fue en ese preciso momento cuando se decidió intervenir? ¿Qué fue lo que desencadenó las tensiones en los mercados monetarios los días 9 y 10 de agosto?

Lo primero que hay que clarificar es que no faltaba liquidez. De hecho, los bancos estaban dispuestos a prestarse entre ellos, pero no al precio de los últimos meses, sino a uno mayor. Los bancos que participaban en el mercado monetario habían introducido una prima de riesgo por la desconfianza que se había generado entre las distintas entidades financieras en relación con el volumen de préstamos en sus balances. Ese mismo día, BNP Paribas suspendió la retirada de dinero en dos de sus fondos, y eso pudo crear incertidumbre sobre las obligaciones y deudas de los bancos que intervenían en el mercado monetario europeo. Existía miedo a que los bancos no pudieran ofrecer la liquidez deseada (a un precio razonable) y el BCE se dispuso a intervenir.

Es difícil de creer que la suspensión de los fondos de BNP fuera el detonante de tales recelos entre los bancos. Pero, dado que el BCE no ha ofrecido explicaciones de por qué actuó inyectando liquidez o de cuál era la información de la que disponía sobre la solvencia de los bancos, la explicación sobre el origen de la tensión en los mercados monetarios ha de partir forzosamente de conjeturas.

Una explicación que cada vez gana más peso es que estas tensiones tuvieron su origen en las líneas de crédito que tienen comprometidas los bancos para refinanciar algunos fondos de inversión, en especial los denominados structured investments vehicles (SIV). Los SIV son fondos que compran bonos emitidos teniendo como colateral una serie de activos financieros, como pueden ser otros préstamos (en inglés se les denomina asset backed securities o ABS).

Los préstamos últimos que originan la emisión de bonos pueden ser de distinta naturaleza. Los más denostados estos días son bonos emitidos teniendo como colateral un conjunto de hipotecas, todas ellas de mala calidad crediticia, las conocidas como hipotecas basura. Los fondos SIV compran estas deudas (los ABS) con deuda emitida a corto plazo. Los vencimientos de los activos que se compran y se financian son muy distintos: mientras los ABS son emitidos a largo plazo (más de 10 años), la deuda que se emite para financiarlos es a muy corto plazo (inferior a seis meses). Esta deuda a corto se tiene que refinanciar cada cierto tiempo y si hay tensiones en el mercado de deuda comercial, acuden a las líneas de crédito garantizadas por los bancos.

Estas últimas semanas el mercado de papel comercial ha sufrido una revalorización del riesgo, dados los problemas derivados de fondos que han invertido en derivados que tienen como origen inicial las hipotecas basura.

Esta revalorización del riesgo se ha traducido en mayores tipos de interés para las nuevas emisiones, o simplemente ha llevado a la imposibilidad de acceder a cualquier tipo de financiación.

Ante estos problemas, los SIV han acudido a las líneas de crédito comprometidas con los bancos. Algunos bancos tienen temor a realizar préstamos a otros bancos con esas líneas de crédito, motivados por el destino de ese dinero (más ABS). Ejemplo de este tipo de SIV es el alemán IKB, que tuvo serios problemas hace un par de semanas. Esta tensión y el peligro del uso masivo de líneas de crédito que tienen por destino la refinanciación de bonos con colateral dudoso es lo que ha estallado en el mercado monetario, traduciéndose en una mayor aversión de los bancos a no conocer la solvencia y compromisos de crédito de las contrapartidas de cada préstamo.

¿A quién temen los bancos en el mercado interbancario? Los bancos temen la insolvencia que pueda esconderse tras la opacidad de los balances de sus colegas. El traslado de la crisis financiera a la economía real dependerá de la capacidad de las economías occidentales para mitigar la morosidad en las hipotecas de alto riesgo.

Juan Toro. Socio-director de Transmarket Iberia y profesor del Instituto de Empresa (IE)

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