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Tribuna
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Una regulación real para el negocio financiero

El sector financiero español es sin duda un entorno muy competitivo, existen tantos y tan variados agentes que convierten la oferta y la demanda en un mercado muy agresivo. Actualmente, hay casi 8.000 agentes intermediarios que actúan en el sector, sin contar con una regulación que contemple los requisitos mínimos para dar un servicio de calidad. La ausencia de esta normativa produce grandes confusiones entre el trabajo que realiza un intermediario y un asesor.

Ante el fuerte endeudamiento de la familia española, cada vez más clientes acuden a intermediarios en el sector. Sus graves problemas de tesorería, cuotas impagadas o niveles de riesgo son demasiado elevados para que las entidades financieras les concedan nuevos préstamos, y la falta de liquidez para hacer frente a los nuevos gastos, son motivos suficientes para que los consumidores busquen un intermediario que les consiga la financiación de alguna entidad del sector o través de dinero privado.

La falta de ahorro y el fuerte incremento del precio de la vivienda ha derivado en la proliferación de estos nuevos operadores, convirtiendo en un negocio muy rentable la mera tramitación del expediente. La falta de una cultura financiera por parte del cliente y la falta de transparencia de estos agentes han llevado a distintas organizaciones como la ANAF (Asociación Nacional de Asesores Financieros) y a distintas compañía asesoras a realizar importantes esfuerzos por promover la diferenciación entre la asesoría y la intermediación financiera. La última iniciativa por parte de la Administración ha sido el anteproyecto de ley que regulará el sector y que afectará a los créditos de consumo, hipotecarios y a la unificación de deudas realizada por entidades, intermediarios o asesores financieros, otorgando más garantías a los clientes.

En este sentido, los asesores consideramos muy indispensable una ley que regule la actividad del sector, pero que diferencie claramente el trabajo que realiza una mera intermediación de una asesoría crediticia, un aspecto fundamental que no queda definido en este proyecto de Ley. Otro de los motivos de disconformidad frente a esta ley, se refiere a la supervisión bajo el Ministerio de Consumo, ya que la tutela debería ser de un organismo como la CNMV, encargada de supervisar a todos los agentes que intervienen en el mercado español. Por otra parte, hay que destacar los puntos positivos como es el de la obligación de formar parte de un registro de entidades, de un seguro de responsabilidad civil y la necesidad de fomentar la transparencia en el sector.

Actualmente, existe una confusión muy grande entre las empresas que operan en el sector. A pesar de que el asesor puede actuar como intermediario con bancos, cajas, etcétera, debido tanto al conocimiento del sector, como a los acuerdos con las distintas entidades, su trabajo involucra un análisis, una asesoría y una planificación de la inversión del consumidor. Conocer las necesidades del cliente, su contexto, su tolerancia, nivel de riesgo y su capacidad de ahorro a medio y largo plazo.

En este contexto podríamos diferenciar a un comisionista de un profesional que busca la solución más adecuada según el perfil de cada cliente. Los consumidores deberían ser conscientes de la importancia que tiene la asesoría como servicio. Un buen producto bancario es probablemente bueno para la gran mayoría, pero seguramente no es bueno para el individuo particular, ya que la fiscalidad, la liquidez, las garantías, la edad, el estado civil, etcétera, son totalmente diferentes de un cliente a otro.

La captación de los diferentes negocios y segmentos en la industria de los servicios financieros va a seguir recrudeciéndose a lo largo de los próximos años, a pesar de la pronosticada ralentización del sector inmobiliario que se viene vaticinando desde 2005.

Por ello, es necesario que las entidades realicen el adecuado ejercicio de reflexión estratégica a largo plazo y, sobre todo, se enfoquen a las necesidades y perfil de cada cliente. Es aquí donde se encuentran las grandes posibilidades de negocio, un asesoramiento que otorgue las garantías del cliente y que asegura la rentabilidad cualquier compañía.

Jaime Sanfélix. Director general de la consultora de intermediación financiera Finivan

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