Arte y economía se funden en el Prado
Buscar un trasfondo económico al arte también es posible en el Museo del Prado. La infinidad de cuadros que pueblan sus galerías reflejan siglos de historia, pero además de los cambios culturales o la transformación de las técnicas pictóricas, dejan entrever la influencia del desarrollo económico en la vida cotidiana, aspectos que la pinacoteca contribuye a descubrir a través de tour guiados, como el realizado ayer para la empresa Dow Jones.
El símbolo de poder de la lana en el siglo XV, la llegada del oro proveniente de las Américas tras el descubrimiento del nuevo mundo, o la aparición de los primeros esclavos como consecuencia de las colonizaciones de África son sólo algunas de las pinceladas que un visitante bien guiado puede llegar a apreciar en los cuadros del museo.
En la época gótica, los pintores empiezan a interesarse por tocar la realidad en sus obras, momento a partir del cual se puede empezar a apreciar un fondo económico en los cuadros. La lana, principal riqueza de Castilla, encuentra su reflejo en obras como el Paisaje de San Jerónimo, de Joachin Patinir, donde este pionero del paisaje, sin llegar a reflejar los campos flamencos por sí solos, algo aún impensable para la época, aprovecha para mezclar en los campos verdes de Flandes parte del proceso de tratamiento de la lana en uno de los destinos de las exportaciones de Castilla en el siglo XV.
El cuadro refleja una economía fundamentalmente rural, donde en el campo se atisban los batanes, máquinas utilizadas para apelmazar la lana en el primer paso para su transformación posterior. El mar, a lo lejos, es el colofón que muestra la salida al exterior de los productos finales como la vestimenta o los tapices.
El nacimiento del comercio o la aparición de las letras de cambio son otros motivos destacados en diversos cuadros. Incluso en El jardín de las delicias de El Bosco se pueden apreciar las consecuencias de la codicia en la tercera parte del retablo, donde el oro y los vómitos se juntan para representar el destino de aquellos que anhelan demasiado.
La figuras de El Greco también relucen un trasfondo económico. Las golas y puños blancos de El caballero de la mano en el pecho son una manera de denotar posición social. Un cuadro, que además de reflejar a un caballero piadoso, dos cualidades que logra con la introducción de la espada y la cadena medio escondida que alberga un medallón de la Virgen muestra el poderío económico a través de la vestimenta.
El mismísimo Velázquez en Las Meninas también trata la economía como tema secundario, al aparecer él mismo en el cuadro como forma de solicitar un título aristocrático, una condición imposible entonces para alguien que realizaba trabajos manuales, pero una meta que finalmente consiguió.
La aceptación del banquero con el paso del tiempo
El cuadro titulado El Cambista y su mujer, de Marinus Van Reymerswaele, que alberga el Museo del Prado, una copia de la obra de 1514 de Quentin Massys, actualmente en el Louvre, refleja la aceptación que comienza a tener el banquero en el siglo XVI.La llegada de las letras de cambio supone una transformación económica que se refleja en las diferencias entre estas dos obras. En la versión de Massys la mujer está más atenta a la oración, un síntoma de que el comercio aún no estaba bien visto. La aceptación social posterior se ve con más claridad en la segunda versión del cuadro (arriba) donde la pareja centra su atención en el peso de las monedas.