Elija: ¿China o India?
El crecimiento experimentado por China e India y su pujanza en la economía global no ha resultado ajeno a las empresas españolas, señala el autor, que examina las ventajas de invertir en uno y otro país teniendo en cuenta sus rasgos diferenciadores y su evolución futura
Es de sobra conocido que la integración de China en la economía global la ha hecho emerger como una potencia mundial. Su fuerte crecimiento ha contribuido a aumentar los precios del petróleo y su ingente inversión en capacidad productiva ejerce una presión a la baja en la fijación de precios internacionales y en márgenes de beneficio.
Por su parte, la India atraviesa un proceso similar, caracterizado por altas tasas de crecimiento y una presencia cada vez mayor en una economía global. Es de esperar que el camino seguido por estos dos países ejerza fuertes presiones en la economía global y en el mundo empresarial; algo que no resulta ajeno a las empresas españolas.
Actualmente, muchas empresas de nuestro país se plantean la posibilidad de contar con una estrategia de negocio enfocada a la presencia o expansión en estos dos países. China es vista como un lugar para producción, mientras que la India se reconoce más como un suministrador de servicios de tecnología y un buen centro para hacer negocios. Tanto China como India han desarrollado unas relaciones económicas entre ellas que resultan más que significativas. El comercio y las inversiones están en plena actividad, la creación de competitividad y las oportunidades de negocio para las multinacionales se convierten en una buena vía de crecimiento para las empresas españolas.
A pesar de esta oportunidad real, la pregunta que queda en el aire es: ¿dónde me conviene invertir, en China o en India? Como siempre en estos casos, no hay una única respuesta, entre otras cosas depende del sector y las características de cada compañía. Sin embargo, a nivel macroeconómico, cabe tener en cuenta cuatro factores diferenciadores comunes en ambos países:
l El autoritarismo chino permite tomar decisiones de una manera más rápida, mientras que en la India tienen que seguir la vía democrática que, siendo más lenta, es más recomendable.
l Un entorno altamente regulado y la aversión a capital extranjero de la India hace que sea un país menos atractivo para las inversiones, si lo comparamos con una China relativamente más abierta.
l La superioridad de las infraestructuras en China permite que las inversiones sean más eficientes y sofisticadas que en la India.
l El crecimiento de la productividad en China ha superado al de la India debido a la productividad de la mano de obra y a una inversión más fuerte, fruto de la entrada de capitales extranjeros.
¿Cómo será el futuro en estos países? De momento la India está tomando una serie de medidas para volverse económicamente más eficiente: la reducción de aranceles, el fin de regulaciones anticompetitivas y el fomento de la inversión extranjera en determinados sectores. Estas medidas ya han dado sus frutos y la tasa de crecimiento se ha visto fortalecida, aunque algunos analistas lo consideran algo temporal y cíclico.
Por su parte, China amenaza con reducir su crecimiento. Pero recordemos que éste ha sido excesivo, llevando al país al recalentamiento, a la inflación y a la inadecuada asignación de recursos. En parte, este crecimiento no sostenido ha sido el resultado de una política expansiva en la creación de dinero con el fin de mantener la moneda en bajos niveles de cotización y así seguir siendo competitivos.
Ambas economías crecerán rápidamente, aumentando su porcentaje de participación en el PIB mundial, convirtiéndose su mercado interior más atractivo para las compañías globales. En este sentido, China lo hará más rápido que la India.
Los dos países serán previsiblemente grandes potencias en prestación de servicios y en fabricación. Las relaciones comerciales mutuas entre los dos países serán más extensas, permitiendo a las empresas presentes en ambos alcanzar una masa crítica de mercado, lo que se traduce en un aumento de la competencia local. Se creará un nuevo concepto de empresa global que competirá con la tradicional occidental, lo que se traduce como un nuevo desafío que retará a esta última.
Desde el punto de vista social, ambas seguirán siendo poblaciones relativamente pobres aunque el desarrollo de la clase media es un factor imparable, algo que generará enormes oportunidades para empresas occidentales como son las españolas.
Fernando Pasamón, Responsable del Grupo de Internacionalización de Deloitte