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A fondo

Algo se mueve contra el capital riesgo

Se acabó. El Gobierno chino comprará en la salida a Bolsa de Blackstone, una de las mayores sociedades de capital riesgo del mundo, cerca de un 10% de la firma, por más de 2.250 millones de euros. La operación es, simbólicamente, para la economía mundial tan importante como a la política lo fue la caída del muro de Berlín. En el siglo XXI las expectativas de negocio están por encima de las ideologías. Se acabó la disyuntiva entre capitalismo y comunismo. No obstante, a pesar de que hasta el gigante chino invierte en capital riesgo, algo se mueve contra el sector.

La industria del capital riesgo, desarrollada en el último tercio del siglo pasado en Estados Unidos y en Europa, fundamentalmente, ha logrado reunir en la última década fondos que convierten a las mayores sociedades de capital riesgo en máquinas capaces de modificar el presente empresarial de casi cualquier país. Así, por ejemplo, la suma de los fondos con los que cuentan en la actualidad las cinco mayores firmas de capital riesgo del mundo (Goldman Sachs, KKR, Blackstone, Texas Pacific y Permira) asciende a 80.550 millones, poco menos que el valor en Bolsa de la mayor compañía española, Telefónica.

Esta abundante liquidez unida a los bajos tipos de interés en Europa y Estados Unidos permite ahora el planteamiento de operaciones impensables hace unos años: no es que las cinco primeras firmas de capital riesgo pudieran comprar, en un mercado perfecto, Telefónica, sino que a través de adquisiciones financiadas con deuda podrían comprar varias telefónicas. Y es el tamaño alcanzado por los fondos que manejan estas firmas lo que a algunos asusta.

Los temores políticos y sindicales hacia el capital riesgo crecen al ritmo que lo hace la capacidad de inversión del sector

El Grupo Socialista en el Parlamento Europeo publicó a finales de marzo un análisis sobre la actividad de los hedge funds y el capital riesgo. El análisis conjunto de estas dos industrias es erróneo puesto que se trata de sectores diferentes. Entre otros factores diferenciadores cabe destacar que el capital riesgo sí está regulado y su actividad es vigilada en la mayoría de los países desarrollados por el mismo regulador del mercado (en España la CNMV rige el funcionamiento de las sociedades de capital riesgo).

Los socialistas europeos decían en su informe que el 'enorme crecimiento' del capital riesgo y de los hedge funds 'es el mayor motor de cambio de nuestras sociedades'. El informe centraba sus críticas hacia el capital riesgo en su estrategia a corto plazo de inversión (una firma de este sector suele participar en el capital de una compañía entre tres y siete años) y en la falta de transparencia de esta industria.

Ante el informe del grupo socialista en el Parlamento Europeo cabe apuntar que han sido precisamente gobiernos socialistas los que han legislado últimamente a favor de la industria del capital riesgo. Sin ir más lejos, en España el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desarrolló una nueva ley de capital riesgo, aprobada en 2005, aplaudida por la mayoría de las firmas del sector que opera en España.

También los sindicatos ven ahora las orejas del lobo asomar cuando en una operación hace acto de presencia el capital riesgo. 'Son puros especuladores, tienden a fraccionar, vender, reconvertir y cerrar centros' declaraba recientemente un representante de Comisiones Obreras a la agencia EP sobre el interés de las firmas de inversión CVC y PAI en adquirir la tabaquera Altadis. La opción de venta a estas sociedades 'es la peor posible', aseguraba el representante sindical.

Frente a esta visión del capital riesgo también habría que indicar que en ocasiones son representantes sindicales los que se sientan en las mesas de negociación de venta y compra de una compañía como representantes de fondos de pensiones que a su vez son inversores en fondos de capital riesgo. 'Lo que no puede hacerse', dice el primer directivo de una de las mayores firmas de capital riesgo que opera en España, 'es negociar la compra o venta sin hablar con los sindicatos; ellos también participan en la operación'.

Pero no sólo socialistas y sindicatos alzan voces contra el capital riesgo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió el pasado mes de abril que existen tres riesgos que tener en cuenta en los próximos meses, entre ellos, además de la crisis inmobiliaria estadounidense, el incremento de las compras por parte del capital riesgo con elevado endeudamiento. De nuevo, y a pesar del capital riesgo, se asemeja desde el FMI a esta industria con la de los hedge fund. 'Otro aspecto intranquilizador', dice el informe de abril del organismo, 'es la multiplicación de operaciones apalancadas (...) lideradas a menudo por fondos de capital riesgo'. El FMI termina señalando que 'es necesario mantenerse alerta para que este aumento del apalancamiento y de la toma de riesgos no alimente graves focos de vulnerabilidad'.

Javier Loizaga, socio director de una de las mayores firmas de capital riesgo españolas, Mercapital, ha presidido durante el primer semestre de 2007 la Asociación Europea de Capital Riesgo (EVCA, sus siglas en inglés). 'Entiendo', comentaba ayer a este periódico, 'que se critiquen operaciones en particular del capital riesgo', admitía. 'Pero lo que no debería suceder es que por extensión se ponga en duda el modelo del capital riesgo, que por otra parte está totalmente regulado'.

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