El trabajo con presión pasa factura a las compañías
Burn out' (quemados), titula la prensa europea las informaciones sobre los 1,2 millones de empleados que sufren mobbing en Alemania, o sobre la ola de suicidios en Renault (un informático y dos ingenieros de la planta de Guyancourt) y en el consorcio energético EDF (tres empleados de la central gala de Chinon an der Lire). Uno de cada dos empleados alemanes habla de fuerte presión laboral y uno de cada cinco trabaja al límite de sus fuerzas, según datos del Instituto de Mercado Laboral. Paralelamente se registra en Alemania y Estados Unidos un boom de manuales de autoayuda para sortear los malos tratos en la oficina.
'Burn out es la consecuencia directa del nuevo fenómeno europeo del trabajo sin fin', denuncia Klaus Pickshaus, responsable de salud y seguridad laboral del mayor sindicato alemán, IG Metall. Pero, ¿qué está pasando? '¿Debe doler el trabajo?', se pregunta el rotativo muniqués Süddeutsche Zeitung.
A raíz de los citados suicidios en Francia, IG Metall preguntó en abril a los comités de empresa alemanes por la situación de sus trabajadores. La respuesta de los representantes de la industria del automóvil, del sector informático y de otros muchos fue que se expande el fenómeno del trabajo sin fin con el consecuente incremento de los riesgos psicosociales y de estrés.
En España, el listado de patologías profesionales no incluye el estrés
Según la encuesta de la Iniciativa Nueva Calidad en el Trabajo del Gobierno alemán, el 61% de los trabajadores declara no recibir elogios por su rendimiento y el 50% no se siente vinculado a la empresa. '¡Alarmante!, sobre todo en un país que depende de las innovaciones', opina Süddeutsche Zeitung. El rotativo alemán apunta tres razones: la ética protestante, la influencia del management americano y la globalización. Ralf Brinkmann, profesor de sociología de la Universidad de Heidelberg, añade que 'una gran parte de los trabajadores se ha autodespedido ya interiormente'.
Médicos, sindicalistas y expertos de salud y seguridad laboral creen que los europeos trabajan demasiado y contra el reloj. Sufren remordimientos por la doble presión laboral y familiar. Y, además, tienen miedo de perder sus puestos. El estrés se ha convertido así en el gran riesgo sanitario y se registra un aumento de bajas laborales y prejubilaciones por cuestiones psíquicas.
El listado de enfermedades profesionales en España, actualizado en diciembre del año pasado, no incluye el estrés ni ninguna otra enfermedad de riesgo psicosocial. Sin embargo, datos de la Organización Internacional del Trabajo aseguran que los empleados españoles de baja por estrés faltaron al trabajo una media de 138 días en 2004. Sobre el ambiente laboral en este país, un reciente informe de UPS destaca que el directivo español es el más optimista de Europa por la marcha de su empresa; y otro de Financial Times revela que España es el lugar preferido por los europeos para trabajar.
Frente a estas percepciones, la crudeza de los datos germanos: en los últimos siete años el número de bajas por problemas psicosociales crece un 74%, generando un coste anual de 24.500 millones anuales (de los que 13.400 millones son asumidos por las empresas).
'La mayoría de las empresas alemanas ignora todavía el problema del estrés', argumenta el semanario económico Wirtschafswoche. Sin embargo, cada vez más empresas ofrecen seminarios para combatirlo. El Commerzbank imparte cursos a sus 36.000 empleados desde octubre de 2006. También el organismo de control aéreo alemán DSF o el consorcio farmacéutico Sanofi-Aventis disponen de programas especiales. Este último cuenta, desde hace dos años, con un centro de asistencia al que pueden recurrir confidencialmente los empleados en situaciones de crisis. 'Un 2% de la plantilla lo utiliza', revela Thomas Eckebrecht, jefe médico del consorcio.
Jefes con personalidad psicópata
En Alemania se está registrando un verdadero boom de manuales titulados Ayuda, mi jefe es un idiota; El enemigo en mi oficina; o El factor hijo de p..., del drástico Robert I. Sutton, profesor de Management Science en Stanford. Cada vez más libros de este tipo se lanzan al mercado con éxito.'Reflejan un mundo laboral cada vez más brutal', opina el diario Süddeutsche Zeitung. Uno de cada 30 jefes responde incluso a un perfil de personalidad psicópata, afirma Reinhard Sprenger, el autor de management más reconocido en Alemania. 'Reducir el estrés es sobre todo una cuestión del estilo de mando', opina Jürgen Merz, de Tüv Süd Life Service, una empresa especializada en prevención, 'el 50% de todos los factores de estrés tiene que ver con el modo de trabajar (discutir, mandar, pedir, elogiar...) de los jefes con sus empleados'.Un estudio realizado por el Instituto Finlandés de Medicina del Trabajo entre 6.500 oficinistas de Londres (abarcaba los años de 1985 a 1999), le da la razón: los empleados que afirmaban tener un jefe 'justo' padecieron menos enfermedades del corazón (-30%).
El 'mobbing' español nació en 2001
El 25 de septiembre de 2001 figura en los libros de temática jurídica como la fecha en que un tribunal español dictó la primera condena por acoso laboral. Sólo un año después se agolpaban un millar de casos en los juzgados.Un informe de Ernst & Young Abogados augura que en 2007 la cosa va a más: el mobbing y los daños morales producidos en la empresa van a saturar los tribunales de lo social. A pesar de todo, distintos expertos estiman que algo más de la mitad de los casos son desestimados por falsas acusaciones.Con el fin de evitar el embarazoso paso ante el juez, diversos sectores, como el bancario y el asegurador, mantienen protocolos en sus convenios por los que los casos de acoso psicológico o sexual se resuelven en casa. Para ello se han habilitado comités internos que intervienen en caso de que un empleado denuncie malos tratos.La consultora Mercer Human Resource acaba de desvelar que el estrés es la gran amenaza contra la empresa española. Un tercio de las compañías consultadas tienen en el cansancio psicológico la causa del 10% de las bajas laborales.Puestos a vigilar las bajas por enfermedad, especialmente las derivadas de estrés y depresión, la Seguridad Social ha incluido en su presupuesto una partida de 280 millones para que las Comunidades Autónomas mejoren el control.