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Tribuna
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Reforma de la arquitectura financiera internacional

La noción de arquitectura financiera está presente en la estabilidad cotidiana de los mercados bancarios y financieros de un Estado soberano. En el caso español las bases de la estabilidad del sistema económico-financiero las establecen el Banco de España, el Fondo de Garantía de Depósitos y la Comisión Nacional del Mercado de Valores. El grado de madurez de los órganos reguladores y supervisores tiende a minimizar los vaivenes y crisis económicas que por el contrario han azotado de forma virulenta a economías en vías de desarrollo del Sudeste Asiático y América Latina a lo largo de la última década.

Del mismo modo que la arquitectura financiera a nivel de un Estado soberano está relativamente bien delimitada, no es ese el caso a nivel mundial. Para entender la evolución de la arquitectura financiera internacional y su estado actual debemos remontarnos al año 1944, en el que las naciones aliadas y a la postre vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, se reunieron en la localidad estadounidense de Bretton Woods para sentar las bases de un sistema que garantizara el crecimiento sostenible y la prosperidad económica de las distintas naciones del mundo a partir de esa fecha. Bretton Woods dio origen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, que a la postre se han convertido, junto con la Organización Mundial del Comercio, en los tres pilares sobre los que se apoya la denominada arquitectura financiera internacional.

La realidad financiera del mundo cambió tras la crisis de tipos de cambio que hizo colapsar al sistema de cambio fijo en 1971. Una cumbre posterior del entonces denominado G6 en 1975 en la localidad francesa de Rambouillet, liderada por el entonces presidente de la República Francesa, Giscard d'Estaing, dio carpetazo al sistema de cambio fijo y sentó las bases para una reformada arquitectura financiera basada en los tipos de cambio variables, vigentes en la actualidad. Fue quizás la decisión más importante del sistema monetario internacional desde la creación del FMI y del Banco Mundial en 1944.

Muchos argumentan que la coyuntura que en su día motivó la creación del FMI y del Banco Mundial en 1944 no está vigente en la actualidad, que la otrora misión de ambas instituciones ha quedado desfasada. Se alega por ende que una reforma en profundidad de ambas instituciones es necesaria. Las continuadas crisis económico-financieras que azotaron primero a México en 1994, con posterioridad a los tigres asiáticos en 1997, a Rusia en 1998, y a Argentina en 2002, han revelado una vez tras otra que las políticas sugeridas por el FMI y los posteriores paquetes de rescate, han sido poco beneficiosos para evitar crisis que azotan a la clase más desfavorecida de estas naciones emergentes.

El papel ejercido por el FMI es más que discutible si se tiene en cuenta que sus denominados paquetes de rescate van destinados a evitar la situación de bancarrota de los bancos soberanos al mismo tiempo que evitan el impago de la deuda externa a los países industrializados. A cambio de proporcionar paquetes de rescate, el FMI impone sobre las economías emergentes políticas austeras cuyo objetivo es reducir el déficit presupuestario, políticas austeras que recortan fundamentalmente el gasto social en educación y sanidad.

Se trata de un sistema económico-financiero mundial que ha promovido en los últimos tiempos la corriente liberalizadora de flujos monetarios, unos flujos monetarios a corto y largo plazo que pueden resultar tan beneficiosos como dañinos. En el caso del especulador, el flujo monetario a corto plazo es el pan de cada día. Un flujo a corto plazo que busca oportunidades de inversión de alta rentabilidad y se marcha tan rápido como llegó si las circunstancias económicas se vuelven en su contra. Un comportamiento, el del especulador a corto plazo, que acaba provocando la salida precipitada de inversores y lastrando a muchas economías emergentes. Países como Chile penalizan fiscalmente la inversión a corto plazo e incentivan que el inversor sea a largo plazo.

No existen recetas mágicas para evitar crisis económicas como las vividas a lo largo de las últimas décadas. Jacques Chirac no dudo en calificar al especulador financiero en la cumbre del G7 en Halifax, en 1995, de auténtico virus de la economía mundial. Algunos apuestan por una reforma leve del FMI y del Banco Mundial, redefiniendo los cometidos para los que fueron creados. Otros proponen su erradicación a la vez que se crean verdaderas instituciones financieras de carácter internacional, más democráticas en el sentido de dar mayor capacidad de poder en su seno a economías emergentes, lejos del poder que la Unión Europea y Estados Unidos ejercen en la actualidad tanto en el FMI como en el Banco Mundial.

Jaime Pozuelo-Monfort. Ingeniero de Telecomunicaciones, máster de Ingeniería Financiera por la Universidad de California-Berkeley

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