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Columna
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El renacer europeo

Despegue de la UE. La aceleración generalizada de las principales economías de la Unión, con Alemania como recuperada locomotora, ha llevado el PIB de la UE a un crecimiento del 2,9%, que ha sorprendido positivamente a más de uno. Los autores analizan esta evolución, que encabeza España con un brillante 3,8%

José Carlos Díez

Todos los indicadores adelantados anticipaban que la economía europea se estaba acelerando, pero nadie esperaba el festival de crecimiento que han mostrado los datos preliminares del PIB del cuatro trimestre de 2006. El conjunto de la eurozona creció un 0,9% trimestral y un 3,3% interanual, pero el dato más esperanzador es el de Alemania, que creció un 0,9% trimestral y un 3,7% interanual.

La economía mundial crecerá en 2007 próxima al 5% por cuarto año consecutivo, su ciclo expansivo más largo e intenso desde la década de los setenta. Sin embargo, Europa había registrado unas cifras de crecimiento insignificantes hasta 2006. Las causas son varias y extremadamente complejas. Europa es una economía muy industrial y exportadora y la aparición de los nuevos competidores asiáticos y de la Europa del Este han tenido un impacto negativo en los sectores industriales europeos.

Los costes laborales unitarios en esos países son menos de la mitad que los europeos y las empresas se han visto obligadas a deslocalizar parte de su producción para sobrevivir y reestructurar su capacidad instalada doméstica hacia la producción de actividades de mayor contenido tecnológico, de diseño y, por lo tanto, de valor añadido. Las rigideces de la regulación europea, especialmente en el mercado de trabajo, han hecho que este ajuste haya sido muy lento, aumentando los costes en términos de producción y bienestar social.

A esto debemos añadir la casuística alemana, que ha pagado los errores económicos cometidos en la unificación. La Alemania del Este salía del subdesarrollo en el que la había sumido el comunismo y los alemanes del Oeste les cedieron su moneda y su estabilidad monetaria, pero también sus rigideces laborales y beneficios sociales. El resultado fue una espiral de salarios y de costes no salariales, que convirtieron a los länder del Este en un desierto industrial, ya que era mucho más rentable para las empresas germanas producir en Eslovaquia, Hungría o República Checa.

Tras un fuerte esfuerzo inversor en los noventa, la construcción se frenó en seco, los precios de los pisos cayeron, los bancos tuvieron problemas de solvencia y restringieron los créditos a pequeñas empresas. Espero que se entienda la magnitud y complejidad de la crisis alemana.

Sin embargo, los alemanes son el Ave Fénix de la economía mundial y ya han renacido de sus cenizas varias veces en la historia. Desde 2003, las empresas germanas han acometido drásticos procesos de reestructuración y mejoras de eficiencia y su éxito exportador desde 2005 confirma que vuelve a ser una de las economías más competitivas del planeta, incluso con la fortaleza del euro.

Las perspectivas para 2007 son inmejorables. Tras el periodo de ajuste, las empresas se han visto obligadas a incrementar capacidad instalada y en el cuarto trimestre han comenzado a contratar. El aumento del empleo, junto al descenso de los precios del petróleo y el aumento de los salarios reales, traerá una recuperación sostenida del consumo privado.

El primer trimestre en Alemania tendrá que depurar las compras de automóviles y bienes duraderos que los consumidores decidieron anticipar para ahorrarse la subida del IVA. Las elecciones francesas retrasarán el inicio de los nuevos proyectos de inversión galos y las reformas del Gobierno Prodi aumentarán el crecimiento de Italia a largo plazo pero, a corto plazo, mantendrán a la economía transalpina por debajo del promedio europeo.

No obstante, el ciclo europeo está basado en la inversión y ahora en el empleo y eso es una señal inequívoca de que las empresas tienen buenas expectativas para 2007. Además, invierten con confianza, ya que los beneficios obtenidos en 2006 les indican que el juego es muy rentable.

La inflación está contenida, pero serán necesarios tipos del BCE algo mayores de lo esperado para garantizar la estabilidad de precios. El nivel de llegada esperado por los inversores era del 4% y en breve lo subirán al 4,25%.

El purasangre español no se amilana y seguimos siendo la economía más dinámica de las cuatro grandes. En el cuarto trimestre crecimos un 1,1% trimestral y un 4% anual. Es muy meritorio teniendo en cuenta que nuestro principal sector exportador, el de servicios turísticos, ha funcionado a medio gas. Si 2006 fue el año de la recuperación de las exportaciones, éste será el año del turismo. Nuestra previsión de crecimiento de la economía española para 2007 es de un 3,9% y, si la inversión residencial no ajusta, es muy probable que volvamos a quedarnos cortos.

El crecimiento permitirá que el europeísmo vuelva a renacer y en España deberíamos liderarlo. Es cierto que hay que incrementar el crecimiento potencial y que son necesarias más reformas para que los europeos podamos cerrar la brecha de crecimiento con EE UU y los países más flexibles, pero desde que los españoles apostamos decididamente por la integración europea hemos vivido el periodo económico más floreciente de nuestra historia contemporánea y, en menos de 50 años, hemos recorrido el camino perdido en los tres últimos siglos. Sin duda, Ortega y Gasset se sentiría orgulloso de ser español y europeo.

José C. Díez. Economista jefe de Intermoney

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