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CincoSentidos

'Si lees las novelas esotéricas como cómicas te diviertes'

Igual que Cervantes parodió los libros de caballerías, a Felipe Benítez Reyes le resultaba estimulante el reto de hacer una parodia de las novelas de intrigas esotéricas, basadas en conjeturas históricas descabelladas. Con ese espíritu, ha escrito Mercado de espejismos, novela ganadora del Premio Nadal 2007, que convoca la editorial Destino. Busca la risa amable, no la crítica despiadada. 'No tengo en nada en contra de los autores esotéricos. Los templarios me libren', asegura el escritor.

Jacob y tía Corina, una mujer que ha ejercido de madre desde que su padre la trajo de Rumanía a la edad de quince años, han vivido de la organización de robos de obras de arte. Cuando ya se creen retirados de la profesión, reciben el encargo de Sam Benítez de robar las reliquias de los Reyes Magos que se conservan en la catedral de Colonia. Benítez es un iluminado que se empeña en ver a Dios a través de un prisma, pero de fiar, si asegura que un policía de Varsovia dice que tiene a la venta una oreja de la madre de Poncio Pilatos es negocio serio. El disparate está servido.

Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960) ha tenido que leer algunos de esos desvaríos de 'gente empeñada en coger la Historia por el rabo para transformarla en una novela de quiosco', como afirma uno de los personajes, porque 'si quieres parodiar tienes que conocer el referente', declara el poeta y escritor. A tía Corina, los monosílabos de un loro le parecen más sensatos que una novela en torno al robo de las reliquias de los magos que lee en un determinado momento de la ficción. A su creador, 'si le cambias el registro de lectura y, en vez de leerlas como novelas con pretensiones solemnes, las lees como novelas cómicas resulta muy divertido'.

Lo que le resulta curioso es el talante de muchos lectores. 'Hay quienes leen El Código da Vinci no como una ficción disparatada, sino convencidos de que están asistiendo al desvelamiento de un misterio que hasta entonces se ignoraba y eso crea un fenómeno delirante muy pintoresco y muy gracioso. Hay muchas personas que piensan que la descendiente de Jesucristo es funcionaria de la policía francesa'.

El fenómeno le ha puesto en bandeja la oportunidad de hacer burla fina. Por Mercado de espejismos desfilan personajes a cada cual más sorprendente. Ninguno tiene que ver con él. Procura que sea así, en parte porque cree que lo más fascinante del hecho de configurar a un personaje es inventarle una conciencia y una manera de pensar. 'Cuando pongo en circulación un personaje en una novela, no lo hago reaccionar como lo haría yo ante esa situación, sino intentando mantener una coherencia con sus características propias; si no, sería un fracaso, todos los personajes acabarían pareciéndose al autor y la novela haría aguas por todas partes', opina.

Sus novelas son un tanto caleidoscópicas, suelen estar pobladas de muchos personajes, contienen acciones paralelas y alternativas y simultáneas. El escritor cuida especialmente el lenguaje. 'Reconozco que soy un neurótico estilístico, tiene que estar todo en su sitio, las frases tienen que ser eufónicas, el adjetivo ha de ser certero y a la vez no previsible. Me corrijo mucho, como Augusto Monterroso, acabaré diciendo un día: Yo no escribo, yo corrijo'.

El lenguaje, por tanto, 'tiene que ser creativo, no rutinario', pero Mercado de espejismos ha sido especialmente una novela laboriosa, aunque espera que no se note. 'Uno aspira no a resultar enrevesado, sino a conseguir la naturalidad a través del artificio. Una novela puede ser muy artificiosa en su proceso de escritura, pero su aspiración es la naturalidad y la fluidez'.

Poeta, novelista, articulista, Felipe Benítez Reyes no cree que la relación que mantiene con la escritura se pueda medir en términos de comodidad o incomodidad. 'La escritura por una parte es fascinante y por otra es también muy torturante, es gozosa pero también es angustiosa. Y no por momentos, sino que es una mezcla de ambos sentimientos clave a la vez'.

Ganar el Nadal no le asusta especialmente a este escritor que lleva publicando mucho tiempo. 'Un premio es una llamada de atención sobre un autor y sobre un libro en concreto y, sobre todo, la función del premio es despertar la curiosidad del lector sobre ese libro, sobre ese autor', asegura.

Sentimientos en la obra finalista del Nadal

De una aventura delirante a una novela contemporánea, de sentimientos. La obra ganadora y la finalista del Premio Nadal 2007 son muy distintas. Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969) se zambulle en el mar turbulento de las relaciones amorosas en Algo tan parecido al amor.La autora, periodista que destacó con su primera novela, Para que nada se pierda (Premio Ateneo Joven de Sevilla), invita al lector a conocer la historia de Amparo, Ana y Silvana, amigas y confidentes, cuyas vidas han tomado rumbos distintos. Las dos primeras mantienen una relación con hombres casados que se resisten a dejar a sus mujeres, la tercera es una ama de casa, en apariencia felizmente casada, madre de dos hijos y dueña de una peluquería. Amoraga se sirve de las vidas de estos personajes para reflexionar sobre los papeles de esposa y amante y sobre el sentido de culpa de quien mantiene una relación con una persona casada.Algo tan parecido al amor engancha, porque tras la historia de cada protagonista se muestra la sociedad actual, con sus conflictos, miserias y una permanente búsqueda de la felicidad.A través de los relatos en primera persona de las protagonistas, la autora analiza todos los sentimientos que intervienen en una relación: el amor, los celos, la culpa, el ansia de posesión, la costumbre, el deseo de libertad o el anhelo de la estabilidad. Todos reconocibles por el lector.

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