Balance económico para empezar 2007
El peso de la economía española y la creciente globalización implican que cualquier análisis de nuestra evolución económica reciente deba tener en consideración la situación internacional y la europea. La economía mundial se ha caracterizado por la aparición de China e India como protagonistas. Su crecimiento, unido al tamaño de ambos países, ha condicionado en diversos aspectos la evolución de los países desarrollados. Por una parte, su influencia ha sido muy positiva, ya que han contribuido a diversificar los países que hacen de locomotora de la economía mundial. Además, su acumulación de reservas exteriores en activos denominados en dólares ha contribuido a financiar el abultado déficit exterior estadounidense, aminorando la presión para que se produjera un ajuste brusco del dólar.
Como influencia menos positiva, aunque inevitable, el crecimiento de estos dos países ha presionado sobre la oferta de petróleo, provocando subidas en su precio. En neto, el resultado es positivo, al permitir a la política económica norteamericana centrarse en la desaceleración de su demanda -que ya mostraba numerosos síntomas de insostenibilidad en su falta de ahorro privado, en la inflación y en el déficit externo-, sin el temor a provocar una recesión económica global.
Los principales organismos internacionales anticipan para 2007 un crecimiento mundial más equilibrado. La OCDE, en su reciente Economic Outlook, prevé que el crecimiento del grupo se modere desde una tasa del 3,2% en 2006 a 2,5% en 2007, en un proceso que denomina de 'reequilibrio suave'. Por su parte, el FMI (World Economic Outlook) abunda en la idea de la tendencia hacia el mayor equilibrio y estima que el crecimiento mundial pasará desde un 5,1% en 2006 a un 4,9% en 2007, con China manteniendo la tasa del 10% e India reduciéndola desde 8,3% a 7,3%.
El principal reto al que tiene que enfrentarse la economía española consiste en equilibrar su estructura productiva
Por su parte, la economía europea parece que puede consolidar su crecimiento, aunque será moderado (un 2,2%-2,5%), dados los recientes aumentos de los tipos de interés realizados por el BCE para evitar la generación de expectativas inflacionistas. Aunque parece que los precios de consumo no muestran una tendencia excesivamente peligrosa, como señala la institución monetaria europea, el riesgo existe, especialmente teniendo en cuenta el efecto temporal que producirá el incremento del IVA en Alemania en enero.
La actitud cautelosa del BCE explica los aumentos de tipos para evitar que los precios y los salarios recojan las subidas de los precios del petróleo, de los impuestos o del crecimiento monetario.
En realidad el principal riesgo que tiene la evolución económica tanto en Estados Unidos como en Europa es que la inflación aumente y que se exija mayor restricción monetaria, con consecuencias negativas en términos de recesión o de turbulencias en los mercados. De ahí la necesidad de hacer los que se denomina un ajuste fino.
Si hubiera que caracterizar la evolución reciente de la economía española de forma rápida con dos palabras, elegiría construcción e inmigración. Si, por otra parte, tuviera que señalar los problemas que presenta la economía española, elegiría baja productividad y excesivo déficit externo.
La economía española ha venido creciendo a una tasa superior al 3%, por encima de la media europea, durante los últimos años, basada en gran medida en el sector de la construcción. Su auge ha respondido al vigor de la demanda de viviendas que, a su vez, tiene diversas causas, como la facilidad financiera, la demografía y la inmigración. Hay que resaltar que en el año 2006 las edades que concentran mayor población se sitúan entre los 24 y los 35 años, que coinciden con la formación de hogares.
Por su parte, la inmigración ha constituido una variable fundamental en el crecimiento, tanto abaratando el factor trabajo, precisamente dirigido a sectores como la construcción, como estimulando el consumo; la reunificación familiar de los inmigrantes en España también es un factor de demanda de viviendas.
El principal reto al que tiene que enfrentarse la economía española consiste en equilibrar su estructura productiva, traspasando recursos desde el sector no comercializable al comercializable. El modelo de crecimiento económico basado en el sector de la construcción no es sostenible y ya empieza a mostrar síntomas de agotamiento. La productividad del trabajo en España ha aumentado a un ritmo del 0,5%, la mitad de la media europea y, como consecuencia, la competitividad se ha deteriorado y se seguirá deteriorando mientras los precios relativos crezcan más en España que en sus socios comerciales, a lo que se une la tendencia del euro a apreciarse.
Aunque es difícil la modificación de la composición de la oferta a corto plazo, para 2007 se puede esperar algo: que la suave restricción monetaria contribuya a frenar el gasto en construcción, que la política fiscal española contribuya también con su superávit previsto (1% para el conjunto de las Administraciones públicas, según la actualización del Programa de Estabilidad), especialmente con la reducción del déficit de las comunidades autónomas y de las corporaciones locales, y que continúe el goteo de efectos positivos de las medidas incluidas en el Plan Nacional de Reformas, especialmente liberalizadoras de los mercados eléctrico, audiovisual y de telecomunicaciones, y de profundización del gasto en I+D+i.
Con todo, se espera que el PIB se frene desde la tasa prevista para 2006 del 3,8% a un 3,4%, con el sector de construcción aportando menos al crecimiento, cumpliendo lo que augura la OCDE de ajuste suave.
Nieves García-Santos. Economista