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Tribuna
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Perspectivas económicas del nuevo año

De acuerdo con los últimos datos, la economía mundial vive su mejor ciclo de las últimas décadas. En 2006 creció un 5,1%, cifra sólo superada en los últimos 30 años en 2004 (un 5,3%), y se estima que crecerá en 2007 un 4,9%. China sigue siendo el gran propulsor con un crecimiento estimado del 10%, pero lo más notable es que el motor de este crecimiento no es la economía de Estados Unidos, como venía siendo habitual en los últimos años, sino la economía europea que se ha logrado recuperar tras cinco años de atonía. Las reformas económicas y los esfuerzos de saneamiento presupuestario acometidos en Europa en los últimos años están produciendo frutos. Según los datos de la Comisión Europea, los 12 países de la zona euro crecieron un 2,6% en 2006, cinco décimas más de lo previsto, y los 25 miembros de la UE un 2,7%. Este crecimiento está sostenido por la demanda interna y la inversión en bienes de equipo.

España sigue registrando uno de los mejores comportamientos de la UE, con un crecimiento de un 3,8% en 2006 y una estimación de un 3,4% para 2007. Este crecimiento ha sido acompañado de un reequilibrio en la composición del mismo, con una moderación de la demanda nacional, especialmente de la construcción, y un aumento de la aportación del sector exterior fomentado por la mejora de las economías europeas. Esto se ha traducido en una reducción significativa del desempleo, que con un 8,4% se ha situado por vez primera en dos décadas cerca de la media de la UE (8%). Al mismo tiempo, el superávit en contabilidad nacional sigue aumentando y el Estado registró en los 11 primeros meses del año un superávit de un 2,26% del PIB, un 49,2% más en relación al mismo periodo de 2005.

Estos datos tan positivos no deben de llevar sin embargo a la complacencia. El gran talón de Aquiles de la economía española, la inflación, ha mejorado poco. Durante la primera mitad del año los precios crecieron un 4%, casi el doble que la media de la UE (2,3%), y durante el conjunto del año se espera que los precios suban un 3,9%, debido a la subida del petróleo pero también por las rigideces estructurales y la falta de competencia en algunos mercados. De acuerdo con el Euroíndice Laboral, España es, tras Grecia, el país de la UE con mayor rigidez laboral y uno de los que mayores costes de despido tiene. Además, el avance de la productividad sigue siendo muy escaso y la deuda exterior es insostenible. Pese a que el modelo de crecimiento es ahora un poco más equilibrado, siguen siendo imprescindibles reformas estructurales que posibiliten mejoras de la competitividad. Los pronósticos sobre la economía mundial son favorables ya que, de acuerdo con la OCDE, no se dan las condiciones de un ¢recalentamiento generalizado¢. Pese a todo, hay nubarrones en el horizonte y los riesgos de una desaceleración el próximo año han aumentado. Para los países europeos, las preocupaciones se centran en cinco áreas: un posible ajuste brusco en los desequilibrios internacionales; subidas continuadas de los tipos de interés en Europa; la depreciación del dólar; subidas salariales desmesuradas, y la ralentización de la economía de Estados Unidos.

En los últimos meses ya hemos sido testigos de una combinación de estos riesgos: ha habido signos del desaceleración de la economía de EE UU, causados en parte por la caída del mercado inmobiliario; el euro se ha apreciado en relación al dólar un 5,5%, y los intereses en la zona euro continúan subiendo. La inflación se espera que llegue a un 2,3% en 2006, lo que hace más probable que el BCE continúe aumentado los tipos durante 2007 (se espera que lleguen a un 4% para la primavera). Estos factores, junto con las anunciadas subidas de los impuestos en Alemania e Italia, han llevado a la Comisión a rebajar sus estimaciones de crecimiento en la zona euro en 2007 a un 2,1%. Pese a que las perspectivas de crecimiento en Europa son robustas y el aumento de la demanda interna hace que las economías europeas estén menos expuestas a la ralentización de la economía norteamericana, hay preocupación sobre los efectos de esta desaceleración, por el impacto que puede tener sobre las exportaciones europeas y en el tipo de cambio. Los últimos datos son mixtos. La economía de EE UU, que creció un 3,5% en 2005, se estima que crezca un 3,3% este año y un 2,4% en 2007.

La gran incógnita sigue siendo el comportamiento del sector inmobiliario, que junto con el sector del automóvil han sufrido un enfriamiento sustancial, y su efecto sobre el consumo y la inversión. Por fortuna el resto de la economía sigue avanzando con solidez y el PIB creció en el tercer trimestre un 2,2%. Los últimos datos de empleo (en noviembre se crearon 132.000 empleos y la tasa de paro está en el 4,5%) y la estabilización de la inflación (en torno a un 2%) y del déficit comercial (un 6,6%) invitan al optimismo, y sugieren que el ajuste puede ser moderado y que se producirá un suave aterrizaje. El mejor escenario posible sería el de un par de años de crecimiento robusto y baja inflación mientras se ajustan los desequilibrios globales. Sin embargo, hay que estar preparados también para la posibilidad de una recesión en EE UU que lleve a un ajuste global más acelerado. Dadas estas incertidumbres, el mejor consejo para los líderes europeos es que estén preparados para posibles turbulencias y ajustes.

Sebastián Royo. Decano en la Universidad de Suffolk en Boston, director de su campus en Madrid y codirector del seminario de Estudios Ibéricos del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard

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