Nuevos pasos del capital riesgo en España
España no ha sido ajena a la importante sofisticación de los mercados financieros que ha recorrido la mayor parte de los países europeos los últimos años. Es más, sería justo reconocer que ha tenido un crecimiento relativo incluso superior que otros mercados próximos, hasta el punto de situarse claramente en el segundo grupo europeo en cuanto a operaciones de capital riesgo, junto a Italia y Alemania y sólo por detrás de los líderes tradicionales, Reino Unido y Francia.
Esta situación supone que empiecen a adquirir tintes de normalidad ciertas operaciones, hasta ahora poco conocidas en España, y que sin embargo se realizan con gran naturalidad en mercados donde el capital riesgo está más desarrollado, entre las que se encuentran los conocidos como secondary buy out.
Las operaciones de buy out se han constituido como una de las fórmulas más populares de inversión de las entidades de capital riesgo y consisten en operaciones en las que los directivos de la empresa adquirida se comprometen con el proyecto y acompañan al inversor financiero en la aventura, convirtiéndose en gran parte de los casos, en socios del inversor principal. Se entiende por secondary buy out aquella operación en la que habiéndose producido un primer buy out, la sociedad de capital riesgo inicial, que por su propia naturaleza realiza inversiones de carácter temporal, vende su participación y da entrada a otra sociedad de capital riesgo, manteniéndose, sin embargo, la participación en el proyecto de los directivos.
El número de operaciones de esta naturaleza realizadas en España en 2004 fue únicamente de cuatro, cifra que contrasta con las más de 20 (alrededor del 28% del valor de las desinversiones) realizadas en 2005, que ya constituye una parte relativamente importante de las 132 operaciones de este tipo realizas en Europa Occidental en dicho periodo. En el primer semestre de 2006 se han realizado ocho operaciones de secondary buy out, lo que apunta hacia una consolidación de la tendencia del año anterior.
Esta evolución puede considerarse natural en un mercado con una serie de elementos que constituyen un caldo de cultivo óptimo, como son una importante liquidez en manos de sociedades de capital riesgo y un mercado de operaciones públicas de venta (OPV) poco desarrollado, sobre todo en operaciones de tamaño medio que constituyen la gran base de las inversiones en España. Sin embargo, además de los factores anteriores, que pueden considerarse de carácter general, existen otros específicos que dinamizan los secondary buy out y que es importante señalar. El primero es que se aprecia un acortamiento en el periodo de maduración de los fondos de capital riesgo, de manera que se reducen los plazos de liquidación y repago de los mismos. Esto tiene un efecto directo en la necesidad de realizar desinversiones en participadas en las que los proyectos no han alcanzado el nivel de maduración y que, por tanto, pueden proporcionar un retorno adecuado para otros inversores financieros.
En segundo lugar, el mercado español está ganando atractivo para los grandes fondos paneuropeos, lo que ha hecho que de alguna manera, se ordene y estructure progresivamente en función de diferentes parámetros, como son la zona geográfica de actuación, el tamaño de las participaciones o el estadio de la inversión. En esta situación el mercado percibe como más factible el acometer proyectos de inversión en los que, de manera secuencial en el tiempo, diferentes sociedades de capital riesgo, especialistas cada una en una fase de desarrollo de una empresa, inviertan en un negocio, desde el capital semilla, pasando por etapas de expansión en el middle market, y hasta una eventual consolidación internacional, para la cual el músculo financiero y la experiencia en otros mercados constituye un valor fundamental. En estos casos se complementa, por tanto, el valor de detección de la oportunidad, saneamiento y profesionalización aportado por las sociedades de capital riesgo que trabajan los primeros estadios de desarrollo de los negocios, y los aportes de liquidez de que disponen los grandes fondos.
Como tercer factor, cabe señalar la popularización de las subastas en los procesos de venta. Para los potenciales compradores, este procedimiento implica la necesidad de mostrarse ágiles y resolutivos en la toma de decisiones, situaciones en las que las sociedades de capital riesgo suelen mostrar una ventaja competitiva, al tener una rigidez menor en los procesos de aprobación de comités de inversiones, consejos de administración, etcétera.
Esta posición competitiva general se complementa con diseños de operaciones tipo buy out secundarios, que ofrecen un confort adicional a los comités de inversión de las sociedades de capital riesgo, al garantizar el compromiso y credibilidad del proyecto al participar en inversión los actuales gestores.
Todo lo anterior apunta a que el dinamismo del mercado español conducirá a que en el futuro seguiremos oyendo hablar de este tipo de operaciones y que serán percibidas cada vez con mayor familiaridad.
Juan Ramón Rodríguez Larraz. Socio de Deloitte