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Tribuna
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¿Quién mide mejor la inflación futura?

La previsión de inflación ha vuelto al debate macroeconómico tras una serie de sorpresas al alza en Estados Unidos. De hecho, la inflación ha sido identificada como catalizador de la drástica corrección en las valoraciones en los mercados globales desde mayo. En este sentido, las encuestas de consumidores se están revelando como mejores predictores de la inflación futura y, aunque las últimas lecturas arrojan preocupaciones a corto plazo, a largo plazo indican un entorno benigno. Así, es previsible que los tipos de interés en Estados Unidos no pasen del 5,5%, lo que puede proporcionar respiro a los mercados, especialmente de renta fija a largo plazo.

En un reciente documento los economistas de la Reserva Federal han estudiado el poder de predicción de la inflación y encontrado que las encuestas de las familias tienen mayor poder predictivo que los modelos teóricos comúnmente utilizados, los puramente estadísticos o los centrados en el análisis de la información incorporada en los precios de los activos, especialmente tipos de interés.

De hecho la Reserva Federal siempre ha puesto énfasis en las encuestas de confianza del consumidor, como el indicador de la Universidad de Michigan, uno de los más influyentes de la economía, centrado en expectativas personales de finanzas, ingresos y consumo a uno y cinco años.

En concreto, la última encuesta ha indicado que las expectativas de inflación a corto plazo se han incrementado notablemente. En consecuencia el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ha cambiado el tono de sus comunicados, ajustado el tipo de intervención hasta el 5,25% y sugerido un mayor ajuste.

Ello ha sido necesario para convencer a los mercados de que no tiene ninguna intención de que la inflación se le escape de las manos. Así, en conjunto los mercados parecen convencidos de la capacidad de la Reserva Federal para contener la inflación, como lo indica el hecho de que la tasa incorporada en los bonos del Tesoro a 10 años de Estados Unidos ligados a la misma, que había llegado a subir a 2,75% a mediados de mayo, haya llegado a bajar al 2,6%, mientras que la curva de tipos de interés en Estados Unidos sigue muy plana.

En cualquier caso, una eventual nueva subida dependerá de los datos macroeconómicos y en este sentido la inflación no resulta un peligro. De hecho, a cinco años las expectativas de inflación continúan en el mismo rango que en la última década y apuntan a un entorno moderado. Además los costes laborales siguen contenidos y es previsible que el crecimiento económico remita y se reduzca gradualmente las presiones en los precios. De manera que no es previsible que la Reserva Federal vaya a ajustar tipos más allá del 5,5%, lo que limitará el incremento de la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años y por lo tanto la caída de sus precios.

Por su parte, el precio de la deuda del Estado a dos años tiene poco margen para mejorar hasta que los datos macroeconómicos muestren una desaceleración del crecimiento económico, si bien mientras tanto es previsible que se comporte mejor que el resto de los plazos mayores de renta fija.

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