La 'cultura de la habitación' hace mella en los niños
La sobreprotección de las familias hacia sus hijos favorece el abuso de las nuevas tecnologías (móviles, internet) y dificulta su aprendizaje social para el futuro. Es una de las conclusiones de los autores participantes en el último número de la revista de la Fundación de Cajas de Ahorros, un monográfico sobre infancia y juventud.
El sociólogo Iván Rodríguez, profesor de la Universidad de Huelva, señala en su artículo la paradoja de que, al mismo tiempo que se da un notable descenso de la población infantil, los españoles valoran cada vez más al niño como 'elemento indispensable tanto para la felicidad familiar como para el buen funcionamiento social'.
El experto recoge en su estudio los resultados de varias encuestas sobre este asunto del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). La última de ellas, de 2004, reflejaba que para el 36,4% de entrevistados la función más importante de la familia era cuidar a los hijos, y que la mejor forma de garantizar sus derechos era el matrimonio para el 50,1%.
Por tanto, desean al niño, pero lo perciben 'como un coste relevante de tiempo y recursos' y esperan a una coyuntura laboral favorable para tenerlo, lo que asegura los recursos para mantener al niño.
Estos efectos beneficiosos, según Rodríguez, se compensan con los negativos: la sobreprotección del vástago y su confinamiento en casa, rodeado de entretenimientos como las consolas, la televisión o el ordenador 'que no necesariamente garantizan sus derechos ni sus necesidades'. Es lo que los expertos denominan 'cultura de habitación'.
Doble filo
El profesor de Antropología de la Universidad de Lleida Carles Feixa aprecia en otro de los textos de la revista que niños y adolescentes, 'bien pertrechados' con las nuevas tecnologías pueden abrirse al mundo desde sus habitaciones, 'compartiendo conocimientos y experiencias con otras muchas personas', pero también 'encerrarse en sí mismos, sin establecer apenas vínculos sociales'.
Son el modelo hacker (profeta de la sociedad digital), representado por adolescentes creativos y depositarios de la 'cultura crítica de internet', y el hikikomori (víctima de la reclusión doméstica).
Las familias se han convertido, resume el sociólogo Rodríguez, 'más en un refugio para los niños que en un lugar rico en experiencias que garanticen una autonomía personal para los niños durante su desarrollo'. Esta situación podría convertirse, sigue Rodríguez, 'en una trampa, al atribuir a la institución familiar de manera casi exclusiva la responsabilidad de la crianza, y al hurtar al niño la participación en otros ámbitos y hacerle desaparecer del discurso público'.
La tasa de emancipación se ha estancado en la última década
La tasa de dependencia de los jóvenes españoles entre 18 y 35 años bajó entre 1996 y 2005 desde el 71% al 67%, según un estudio basado en la Encuesta sobre Población Activa realizado por el catedrático de Sociología de la UNED Miguel Requena, y publicado en la revista de la Fundación de Cajas de Ahorros. Requena no se atrevió a hablar de cambio de tendencia, pero sí de un 'estancamiento' respecto a los años anteriores.Entre los menores de 25 años la tasa 'ha fluctuado' hacia abajo, mientras que ha crecido en el tramo entre 28 y 31 años. Por sexos, se mantiene una divergencia tradicional: los varones se emancipan en promedio a los 30 años y las mujeres, a los 28,2.