La falta de futuro, el mayor temor de la alta dirección
La cambiante economía actual y la globalización de los mercados crean grandes inseguridades entre los altos cargos empresariales.
Sea cual sea el cargo o profesión que se desempeñe, lo fundamental es que detrás de esa ocupación hay una persona que puede sufrir miedo e inseguridad. Los directivos no están exentos de ello, sino todo lo contrario. Cuanta más responsabilidad se asuma, más importantes son las decisiones que se deben tomar y mayor desconfianza creará la incertidumbre sobre el acierto en la estrategia.
Los expertos coinciden en que entre los principales temores de los directivos se encuentra la falta de futuro, es decir, el despido. Existe una ausencia de seguridad relacionada con la creciente globalización de los mercados. Lo que ha llevado a que el hecho de quedarse sin trabajo no se deba necesariamente a un error o una mala gestión, sino que depende en muchas ocasiones de situaciones externas, como la compra de la empresa por otra entidad o una fusión.
La incertidumbre y el miedo a lo desconocido generan estrés. Según señala José Ramón Pin, profesor del IESE, 'los directivos deben crear estrategias de supervivencia. La primera es de carácter económico: no gastarse todo el dinero que se gana. La segunda consiste en establecer una red de relaciones, crearse un prestigio y ser valorado'.
Momento de cambio
Los directivos deben adecuarse a la cambiante economía actual, pero los cambios también generan profundos miedos entre las altas esferas. Cuando un directivo tiene éxito, suele ser en unas circunstancias y con un método determinados. Si esta situación cambia, la persona comienza a dudar de sus capacidades y surgen nuevos temores. Las empresas buscan personas que sepan adaptarse a nuevas situaciones y la respuesta por parte de los líderes empresariales, es clara: la formación y el desarrollo continuo. 'Hay que crearse un valor en el mercado. Además es importante prepararse para un cambio de sector o incluso de profesión', subraya Pin.
El factor humano es cada vez más importante en la vida de una empresa. Las relaciones personales se configuran como otro agente que puede infundir temor a los dirigentes. Pablo Zabala, de la consultora Aulika, asegura que 'detrás de toda decisión humana hay un sentimiento, la racionalidad empresarial como algo aséptico es una falacia'.
La persona no se puede desvincular de las labores profesionales. Además, se va imponiendo en todos los estilos de liderazgo el trabajo con los equipos, puesto que el talento de éstos constituye una parte importante del sustento empresarial. El manejo de las personas como habilidad directiva es algo que se puede trabajar e ir mejorando poco a poco.
La pérdida de confianza por parte de los superiores también inquieta a los directivos, puesto que este valor es uno de los principales en las empresas. Este problema se puede dar por un fallo en las habilidades directivas o en la propia actitud de la persona. El segundo caso es mucho más difícil de recuperar, aunque cualquiera de los dos puede terminar en el despido. Es muy importante facilitar a los jefes la dirección y el trabajo para reforzar la confianza depositada en ellos. La mayoría de los líderes tienen como reto trabajar también la relación con sus superiores.
Es inevitable que los miedos de los directivos afecten al transcurso de la vida empresarial. Según afirma Pablo Zabala, muchas veces los temores se ven reflejados en la toma de decisiones. Cuando un directivo se siente inseguro, sus posicionamientos suelen ser más conservadores y de fuerza. En esta situación se tienen menos en cuenta otros principios positivos que pueden ayudar en la gestión de la compañía. Otra de las consecuencias que se pueden derivar de la aprensión de los dirigentes de una empresa es la dificultad para delegar, en ocasiones percibida como una pérdida de estatus. Sin embargo compartir información es fundamental, asegura Zabala.
Una buena gestión para combatir los temores
Obtener resultados a corto plazo es uno de los objetivos de cualquier gestor, pero el esfuerzo no debe quedarse ahí. Generar valor a largo plazo en la compañía es otro de los aspectos que un directivo debe tener en cuenta en la ejecución de su trabajo. Sin embargo, en la era del conocimiento hay mucho más. La participación de todos y la buena gestión de las personas y de los equipos se convierten en puntos clave, así como el cuestionamiento permanente en la gestión empresarial, entendido como una continua innovación.En el mundo corporativo se tiende, según afirma Pablo Zabala, hacia una ética empresarial y personal. 'En la empresa ha sido algo paradigmático que se trataba de una jungla donde cabía todo, sin embargo, los valores éticos se convertirán en imperativos en este siglo', asegura.El directivo debe tener atados todos los cabos y adaptarse al nuevo modelo empresarial, de esta manera los temores serán menos y aquellos que surjan serán más fáciles de combatir. No obstante, una pequeña dosis de miedo siempre es buena, pues nos hace estar alerta pudiendo sacar conclusiones positivas. Pero si los temores se convierten en estrés se transforma en algo emocional e irracional y perjudicial, puesto que estos sentimientos no dejan medir los peligros de forma realista.Estas cuestiones se están trabajando actualmente en todos los estilos de liderazgo, donde se busca un comportamiento y unas actitudes específicas, como saber escuchar, saber comunicar, etc. Triunfa aquel que tiene mejores valores, pues en un mundo tan competitivo, los comportamientos son cada días más importantes. Los expertos aconsejan compartir los miedos: esto será el principio de la solución.