Wall Street pierde glamour para las empresas
Las corporaciones no estadounidenses piden al regulador facilidades para dejar de cotizar en EE UU
En febrero de 2004, William Donaldson, entonces presidente de la SEC (regulador de los mercados de EE UU) recibió una carta de Alain Joly, presidente de la Ealic (Asociación Europea de Empresas Cotizadas) que más que una misiva era un cordial pliego de quejas. El objetivo era llamar la atención sobre lo que consideran la injusta dificultad que tienen las empresas no estadounidenses para acabar con su obligación de registrar información ante las autoridades de Washington y dejar de cotizar en Wall Street. En ocasiones, esta dificultad se torna en imposibilidad, algo que no pasa en Europa.
Joly urgía a la SEC a revisar y flexibilizar estas normas porque aunque dice que muchos miembros de la Ealic están satisfechos, algunos 'no han alcanzado los beneficios que buscaban o han cambiado su estrategia desde que decidieron cotizar en EE UU'. Y muchos quieren irse de un mercado que siempre había sido contemplado como El Dorado de la inversión, el lugar donde había que estar, y el líder de las tendencias. Algunos empresarios afirman que se sienten atrapados en Wall Street, algo que explica su sentimiento.
La SEC ha recibido más de 50 cartas apoyando la moción de Joly firmadas por empresas como BBVA y Telefónica (que evalúan el interés de que sus filiales coticen EE UU), Stora Enso, France Télécom, Telstra o Electrolux, además de bufetes y consultoras.
La insatisfacción con Wall Street no sólo se refleja en su deseo de salir. También en el de entrar. PricewaterhouseCoopers (PwC) aseguraba que aunque carecen de cifras oficiales de 2005, 'nuestra experiencia es que más compañías están saliendo que entrando'. Según cifras de la SEC, de 379 firmas europeas registradas en 2001 se pasó a 304 en 2004. Adicionalmente y según PwC, el año pasado hubo 129 OPV internacionales en los mercados europeos y sólo 23 en EE UU. Otras estadísticas más generales (empresas internacionales y locales) muestran que en 2005 hubo 335 OPV en Londres y 126 en el Nasdaq, un 65% menos que el año anterior.
Es más, hace unos días, la firma de capital riesgo con sede en Nueva York, Kohlberg Kravis Roberts & Co. hizo una colocación en Ámsterdam. Otros dos grupos, Blackstone y Carlyle, tienen planes de hacer lo propio también en Europa. ¿Es que ya no es imperativo estar en Wall Street? ¿Qué ha pasado?, se preguntan algunos.
Charles F. Niemeth, socio del bufete Baker & McKenzie en Nueva York, explica que hay varios motivos por los que se produce este alejamiento, pero el primero y fundamental es la entrada en vigor de la ley Sarbanes Oxley (Sarbox) de buen gobierno en 2002.
En concreto, 'las compañías quieren evitar la sección 404' que impone unos costosos y laboriosos requerimientos de informes de controles internos y auditoría. Este abogado señala que estos costes, de los que se quejan las compañías, americanas o no, son particularmente altos para empresas pequeñas y medianas. Además, esta legislación coincide, dice Niemeth, 'con la mejora y la mayor profundidad de los mercados en Londres o Hong Kong, por ejemplo' y la mayor facilidad que tienen los inversores, gracias a la tecnología y la globalización, para operar internacionalmente. 'La alternativa a EE UU es más atractiva'.
PwC confirma este diagnóstico y añade que incluso disuade a empresas de comparar compañías que coticen en Wall Street. La consultora también singulariza la sección 404 y señala que costes, competencia y los riesgos de litigios han aumentado mientras que los beneficios de estar en EE UU disminuyen. Uno de estos beneficios era la amplia cobertura de analistas, algo que Robert Grady, presidente de la asociación de empresas de capital riesgo, dice que se ha ido perdiendo para medianas y pequeñas empresas por las cautelas impuestas para asegurar la muralla china (efectiva división para evitar conflicto entre la banca de inversión y el análisis de empresas) ya que hacen este servicio muy costoso. Estas cautelas son hijas, igual que la Sarbox, de la reacción a los fraudes de Enron y los siguientes.
El senador republicano Jim DeMint y el representante de este partido Tom Feeney solicitaron a través de The Wall Street Journal cambios en la Sarbox y se lamentaban de que América 'ya no está en el lado de los ganadores cuando se trata de atraer capital'. Dicen que 'en 2000, el 90% de la financiación por emisión de acciones de compañías extranjeras se realizó en Nueva York. En 2005, el 90% de esta financiación llegó de nuevas ofertas de acciones en el extranjero'.
Niemeth cree que, en parte, esto es lo que ha desatado la actividad compradora de Bolsas como el Nasdaq que acaba de subir su participación en el LSE. 'Es una buena inversión'. Este abogado que escribió a la SEC una carta similar a la escrita por Joly, no cree que haya cambios pronto en EE UU y considera que si se da la oportunidad a las extranjeras de irse muchas la tomarán. No obstante, cree que Wall Street aún es la opción favorecida por las grandes empresas.
El peso de la legislación
Las compañías estadounidenses también sienten el peso de la sección 404 de la ley Sarbanes Oxley que impone fuertes y costosos controles internos de auditoría. Aunque la entrada en vigor en la ley ha asegurado contra el fraude a los inversores y espoleados por un buen momento Wall Street acaricie cimas récords, las empresas, especialmente las de pequeña capitalización, están haciendo cuentas para ver si les compensa abandonar el mercado. Hasta ahora y según un reciente informe de la Oficina de Intervención del Gobierno (GAO) el número de compañías que se han salido han pasado de 143 en 2001 (un año antes de la promulgación de la Sarbox) a 245 en 2004. Este informe señala que son sobre todo pequeñas empresas que no pueden afrontar el coste medio de 1,2 millones de dólares que cuesta implementar la sección 404 en empresas con capitalizaciones entre 75 y 700 millones de dólares (cifras de la GAO). Las empresas conocidas como micro caps no deben empezar a cumplir con esta sección hasta 2007).Un panel de consultores de la SEC ha recomendado que firmas con capitalización de menos de 128 millones e ingresos de menos de 125 millones se consideren exentas de esta disposición. No obstante, algunos comisarios de la SEC y su presidente Christopher Cox, han dejado entrever que quieren que haya controles en todas las compañías.