El déficit corriente alcanza el 7,6% del PIB, más que en Estados Unidos
El desequilibrio exterior de la economía española alcanzó el año pasado un nuevo récord, tras crecer un 55%. Los 70.000 millones de déficit corriente suponen ya el 7,62% del PIB, un porcentaje superior incluso al que sufre Estados Unidos.
La evolución de la balanza de cuenta corriente en los últimos lustros mantiene una correlación estrecha con la marcha global de la economía: cuando crece el PIB, también lo hace el déficit exterior. El periodo de saldo corriente neutral o positivo empezó a partir de 1993, coincidiendo con la última crisis económica, y acabó cuando, cuatro años después, se consolidó la recuperación.
Sin embargo, la evolución de los dos últimos es especialmente preocupante: los 20.828 millones de déficit de 2003 se duplicaron el año siguiente, y el desequilibrio de 2005, presentado ayer por el Banco de España, triplica con creces aquél. España crece mucho más que sus vecinos, pero no puede financiar ese crecimiento de forma autónoma, porque la inversión es superior al ahorro generado por la economía. Los casi 70.000 millones de déficit corriente (un 55% más que el año anterior) son el resultado de la negativa evolución en todos los componentes de esta crucial variable para la economía del país.
Una vez más, el déficit comercial se lleva la palma: la diferencia entre el valor de las importaciones y las exportaciones se elevó a 69.834 millones, un 32% más. Pero otras partidas tradicionalmente compensatorias también han empeorado su contribución. Así, el superávit turístico cayó un 3,5%, a consecuencia del incremento del gasto de los españoles en el extranjero (25%). La cuenta de transferencias también empeoró, debido a la aminoración de las aportaciones netas de la Unión Europea. Unas aportaciones, por cierto, que se reducirán de forma drástica hasta finalizar dentro de siete años.
Con estos mimbres, la necesidad de financiación exterior que sufre la economía ha crecido en apenas doce meses un 6,7%, hasta superar los 60.000 millones de euros. El núcleo de estas necesidades de fondos para financiar el crecimiento se afronta mediante inversiones de cartera: en este apartado, España recibe 45.600 millones de euros más de los que da al extranjero. Como señala el servicio de estudios de la Cámaras de Comercio, este tipo de financiación agrava los riesgos de la dependencia exterior, puesto que se apoya en inversiones altamente volátiles.
Peor evolución que en Estados Unidos
La parte del león de la ingente necesidad financiera de la economía española proviene del comercio de bienes. Las ventas al exterior crecieron el año pasado apenas un 4,3% en términos nominales, lo que supone un estancamiento práctico en términos reales. Esta situación se debe en parte a la debilidad económica de algunos de nuestros mayores socios comerciales, como Alemania o Francia, pero también refleja una pérdida de competitividad que sigue acentuándose a medida que avanza el diferencial de inflación respecto a la zona euro (1,7 puntos).El panorama se agrava al combinarse con un crecimiento de las importaciones que, apoyado en la demanda interna, supera el 11%. El déficit comercial roza así los 70.000 millones de euros, cifra similar a la del saldo corriente. Sólo Estados Unidos supera ese nivel en términos absolutos por Estados Unidos -lo que supone, con el precio del petróleo, la mayor amenaza al crecimiento mundial, según el FMI. Con los datos conocidos estos días, el déficit corriente español supera ya al estadounidense en términos relativos: 7,6% del PIB, frente al 6,5%.