2006
Vamos a tener un feliz año económico? En términos macroeconómicos probablemente sí. Podríamos decir que más feliz aún para los amantes del riesgo, porque hay una probabilidad alta de que el año sea relativamente bueno, pero existen riesgos (poco probables) que de materializarse podrían tener efectos muy graves sobre la evolución de la economía española. Pero la probabilidad de que lo hagan a lo largo de 2006 es, insisto, bastante baja.
El contexto internacional va a ser ligeramente mejor que el del año que acaba. Europa, la zona euro, va a crecer algo más de lo que lo ha hecho en 2005, un 1,8% frente al 1,3% de este año. Lo más probable es que el precio del petróleo se mantenga alto, pero que no registre un crecimiento excesivo, aunque ésta es una de las incertidumbres relevantes. Y los mercados financieros internacionales (de divisas y de bonos) posiblemente se mantendrán relativamente estables. Aunque respecto a ellos también hay incertidumbres.
En este contexto, la economía española volverá a crecer en el entorno del 3% (3,2% es el consenso del panel que realiza la Funcas y 3% el de The Economist), con un crecimiento de la demanda interna algo menor que en 2005 y una sustracción menor del saldo neto exterior (por mejor comportamiento de las exportaciones y menor encarecimiento del petróleo). Aun así, la contribución negativa del saldo neto exterior será en 2006 de 1,4 puntos aproximadamente. Se producirá una suave desaceleración del consumo privado y de la inversión en construcción, anticipo de futuras pérdidas de pulso de esos dos componentes de la demanda interna. Y se seguirá creando empleo con la consiguiente reducción de la tasa de paro.
Las buena evolución del mercado de trabajo y los bajos niveles de los tipos de interés, que probablemente sólo se elevarán ligeramente, son importantes para que no se produzca una caída apreciable en la propensión a consumir de unas familias fuertemente endeudadas. En 1992, un cambio brusco en esa propensión, tras la inflexión en la evolución del empleo y las turbulencias del Sistema Monetario Europeo, fue la causa de la intensa recesión que se vivió entonces.
Pero repasemos las fuentes de incertidumbre. Ya hemos mencionado el mercado del petróleo: parece que no va a registrar una nueva escalada de precios (aunque tampoco una reducción apreciable), pero no puede descartarse totalmente que el precio del crudo se dispare, ante el aumento de la demanda, las dificultades de la oferta y la inestabilidad en muchas de las zonas productoras.
También hemos mencionado la evolución de los mercados de divisas y de bonos. Ahí la conducta de los bancos centrales asiáticos es crucial. La misma conducta que ha acabado sosteniendo al dólar y que ha permitido que mientras que los tipos a corto en EE UU hayan aumentando en más de 200 puntos básicos los tipos a largo lo hayan hecho en menos de 40, pese a que el Tesoro americano ha seguido emitiendo T-bonds para financiar el enorme déficit federal. Un (poco probable) cambio en esta conducta afectaría a la estabilidad financiera internacional de forma muy grave. La reacción de empresarios y familias que tengan un alto grado de endeudamiento ante esa inestabilidad podría tener efectos reales muy serios.
La última incertidumbre se refiere al mercado de la vivienda. Todo mercado que ha experimentado una gran revalorización apoyado en la idea de que los precios van a seguir subiendo tiene el riesgo de sufrir una severa corrección. Y el mercado de la vivienda no es excepción. Es relevante el ritmo al que se produce la corrección: si consiste en una brusca disminución de los precios nominales, las consecuencias sobre el consumo (e, incluso, sobre los flujos de crédito) pueden ser devastadoras. Menos graves pueden ser las consecuencias si los precios nominales apenas caen y la corrección es lenta y apoyada en el crecimiento de (otros) precios y de los salarios. Pero en Holanda en 2004 los precios nominales apenas cayeron y el consumo y el PIB se desaceleraron sustancialmente. Por el momento, no esperamos una corrección de los precios del mercado español de la vivienda en 2006.
Estas perspectivas favorables para 2006, pese a las incertidumbres, no deben ocultar que a medio plazo la economía española va a tener serias dificultades para crecer por encima de la zona euro. Propiciada por el buen comportamiento de la construcción y de los servicios, la elevación de la tasa de ocupación nos ha estado permitiendo converger en renta pese a divergir en productividad. Pero ese proceso se va a ir agotando paulatinamente.