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Columna
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Bienvenido 2006

José Carlos Díez

El año pasado, por estas fechas, despedíamos el año 2004 cargados de incertidumbres. En 2004, la economía mundial creció un 5,1%, la mayor tasa de crecimiento de las últimas tres décadas. Sin embargo, el precio del petróleo se había doblado en dos años. Además, el déficit corriente americano no paraba de aumentar, el dólar cotizaba a 1,37 contra el euro y las previsiones pesimistas anticipaban un dólar cotizando a 1,60 contra la divisa europea.

Pues bien, el déficit corriente americano sigue creciendo y el dólar cierra el año por debajo de 1,20 euros. El petróleo cotiza a 60 dólares/barril y, aun así, la economía mundial va a registrar un crecimiento próximo al 4,5% y sin graves presiones inflacionistas. Además la mayoría de bancos centrales han incrementado los tipos de interés, aunque los tipos reales se han mantenido prácticamente inalterados, y los Gobiernos han reducido sus déficit públicos, especialmente en EE UU, y la economía ha mantenido un gran dinamismo. ¿Cuál es el secreto?: la productividad.

El empleo mundial crece próximo al 1%, por lo que el aumento de la productividad mundial es superior al 3%. Los avances tecnológicos y la globalización están permitiendo una asignación muy eficiente de los recursos y eso explica que una subida brutal del precio de la principal materia prima no haya provocado una espiral inflacionista y una recesión mundial.

La clave no son los bancos centrales, los Gobiernos, los 'hedge funds', etcétera. La clave es la productividad

Es un mundo muy eficiente, pero muy diferente al de hace tan sólo una década. El crecimiento mundial está liderado por los países emergentes. Japón y la UEM tienen graves problemas para adaptarse a este nuevo entorno, a diferencia de EE UU que se encuentra muy a gusto en este nuevo mundo. Además de generar fuerte crecimiento, los países emergentes lo hacen con bajas tasas de inflación y, lo que es más sorprendente, con elevados superávit por cuenta corriente. En Asia, pero también en América Latina, a pesar de mantener un enorme esfuerzo inversor, tienen un alto nivel de ahorro estructural que les permite exportarlo y financiar, sin problemas, el déficit por cuenta corriente americano que este año se aproximará a los 800.000 millones de dólares.

El ahorro y la estabilidad de las tasas de inflación, a pesar de la presión de los precios del crudo, ayuda a explicar el bajo nivel de los rendimientos de los bonos en todos los países. Bajos tipos de interés y fuerte crecimiento son un entorno muy favorable para las Bolsas y los activos inmobiliarios, que no paran de subir, especialmente en los países emergentes.

Las perspectivas para 2006 siguen siendo muy halagüeñas. La economía americana crece, pero con demasiado apalancamiento financiero, especialmente de sus familias que tienen una tasa de ahorro negativa, y moderará su crecimiento, aunque el consenso de analistas anticipa que crecerá próxima al 3,5%. Los países emergentes, especialmente China, India y Brasil, tienen como prioridad la lucha contra la pobreza y, como comprenderán, no tienen ninguna prisa por parar. Y además, todo apunta a que 2006 será el año en el que la recuperación económica se consolidará en la UEM y Japón. El FMI prevé que la economía volverá a crecer próxima al 4,5% el próximo año y las probabilidades de que se cumpla su previsión son muy elevadas. Además, a pesar de esperar un precio del petróleo por encima de 60 dólares/barril, no anticipan presiones inflacionistas significativas.

Esto significa que los tipos de interés mundiales seguirán muy por debajo de sus niveles históricos y que los precios del resto de activos tienen margen para seguir subiendo, aunque el margen es reducido. En un mundo con bajos tipos de los bonos, y baja volatilidad, no deberíamos esperar elevadas revalorizaciones de las Bolsas, como las que se han producido en los últimos tres años. Con bajos tipos de interés y los precios de los activos al alza, EE UU seguirá financiando sin excesivos problemas su abultado endeudamiento externo. No obstante, deben tomarse en serio la reducción del mismo, el ahorro de los chinos no será eterno.

En España nos beneficiaremos de la recuperación de nuestros vecinos europeos. Con mayor crecimiento de nuestros principales clientes y un tipo de cambio del dólar por debajo de 1,20, nuestras playas vuelven a ser una opción atractiva de ocio. Por desgracia, para el resto de nuestras exportaciones no somos tan optimistas. Además el BCE subirá los tipos de interés, de manera muy gradual, ayudando a compensar nuestro desequilibrado patrón de crecimiento y permitiendo un aterrizaje suave de nuestra economía, que será una realidad en 2007.

Dicen que la economía es una ciencia lúgubre pero, incluso ponderando los riesgos, el escenario para 2006 nos sale muy rosa. No nos equivoquemos, la clave no son los bancos centrales, los Gobiernos, los hedge funds, etcétera. La clave es la productividad.

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