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Crisis

Los 'hedge funds' desembarcan en el activismo corporativo

Calpine, Time Warner o Sovereign Bank reciben la presión de estos fondos

Las acciones de Calpine dejaron de cotizar el lunes en la Bolsa de Nueva York, pero antes de que eso ocurriera, el consejo la segunda eléctrica de California forzó las salidas de su consejero delegado Peter Cartwright y el financiero Robert Kelly. La palabra suspensión de pagos no deja de sonar cuando se habla de Calpine. Los hedge funds, que financiaron la expansión de la compañía y ahora son algunos de sus mayores acreedores, son los que más se beneficiarían de esta protección judicial, y algunos han tomado posiciones que pueden forzar que la empresa termine ante el juez y asegurarles los pagos.

En Time Warner, otro hedge fund, esta vez dirigido por Carl Icahn, está manteniendo un pulso con el consejo y la dirección de la empresa sobre la estrategia de futuro de una compañía que el conocido inversor cree que puede tener más valor si se divide. Icahn, que con un grupo de inversores controla desde hace pocos meses el 3% del gigante de medios, quiere puestos en el consejo. Hasta ahora, ha conseguido que Time Warner eleve la recompra de acciones que planteaba en 5.000 millones, hasta 12.500.

Calpine y Time Warner son dos ejemplos de una larga lista de empresas en la que figura McDonald's, Six Flags, Fairmont Hotels, Kmart o el Banco Sovereign, en las que los gestores de hedge funds están tomando cada vez un papel más activo, con más o menos éxito, para forzar cambios en la estrategia corporativa, algo que hasta ahora estaba en manos de los fondos de inversión, pensiones y las empresas de capital riesgo.

El aumento de la fuerza de estos fondos dentro de las empresas corre en paralelo al crecimiento de los activos que manejan. De los 400.000 millones de dólares hace cinco años han pasado a 1 billón y eso les permite perfilarse como innovadoras fuentes de financiación, como en Calpine, aglutinar votos como accionistas, como en el caso del Sovereign, o ser gestores de empresas (aunque es menos habitual) como Eddie Lampert quien a través de ESL Investments se hizo con la cadena Kmart que luego fusionó con Sears.

En general, la motivación que tienen para convertirse en agitadores dentro de las empresas es la misma que la que tienen el resto de los accionistas: la necesidad de tener mejores rendimientos para sus inversiones y la convicción de que las estrategias que llevan a cabo los equipos gestores de las empresas no son las adecuadas para ello. Pero las necesidades de estos fondos de alto riesgo son más perentorias y de mayor calado, porque su clientes les pagan comisiones muy elevadas para que los rendimientos también sean altos.

Y tienen que cumplir. Por ello, aunque alinean sus intereses con los de los accionistas, más que poner las empresas en orden, lo que los hedge funds buscan son una subida del precio del valor y la mayor retribución del accionista con dividendos o recompra de acciones.

La agresividad de algunos de sus movimientos se deriva no sólo de la necesidad de justificar los costes de su gestión sino también de la elevada competencia en el sector a la hora de invertir, la volatilidad. Todo ello lleva a plantear a muchos analistas si este activismo es positivo, porque lo que algunos inversores temen es que los hedge funds estén más interesados en crear una burbuja de la que tomar beneficios que de tener una estrategia de largo plazo. No es el caso de Lampert, por ejemplo, pero es el sentimiento que late en el mercado y, en algunos casos, los hedge fund, que ya gozan de una escasa transparencia pública, incluso han preferido ocultar su participación en algunas operaciones.

Es el caso que se produjo en Hong Kong con la joven firma de capital riesgo Longreach Group que, según The Wall Street Journal, actuó como pantalla de una serie de hedge cuando compró un tercio de la firma que gestiona McDonald's en Japón. Lo que se intentaba era acabar con las preocupaciones de los accionistas que creyeran que unas posiciones que buscan rendimiento a largo plazo pudieran provocar la caída de las acciones. Con la piel de cordero que es el capital riesgo se neutralizó ese sentimiento de cortoplacismo y volatilidad del que otros activistas huyen.

Aumentar el valor para los accionistas

Más valor, más valor. æpermil;se es el mantra y el legendario inversor Carl Icahn lo ha tenido muy en cuenta cuando durante meses ha presionado a la compañía de medios Time Warner para que aumentara el valor de la recompra de acciones que tenía planeada con su cash flow.Muchos de los millonarios pagos en dividendos que este año se han comprometido en EE UU no sólo se justifican en las rebajas fiscales con fecha de caducidad aprobadas por el Gobierno de George Bush en 2003 sino también en el hecho de que, a falta de una fiebre inversora, las empresas están de nuevo sentadas en inmensas montañas de dinero que muchos accionistas, y entre ellos particularmente y sobre todo los hedge funds, quieren que les sean devueltos de una manera u otra. Las compañías que componen el índice S&P 500 ha acumulado más de 650.000 millones en cash y, en general, la mayoría de las empresas tienen más liquidez que deuda. De acuerdo con Standard & Poor's, las empresas que forman el índice que lleva este nombre están retribuyendo al accionista con 500.000 millones en forma de dividendos o recompra de acciones, una cifra un 30% mayor que el año pasado.Icahn ha conseguido que Time Warner eleve la cantidad que iba a destinar a la autocartera. En principio, el inversor pidió 20.000 millones a una empresa que estaba dispuesta a invertir 5.000 millones en ello. Finalmente la cifra se ha quedado en 12.500 millones.

Resultado de Sears

La gestión de empresas por hedge funds es cada vez más habitual en Wall Street. Es el caso de Sears, liderado por Edward Lampert, cuyo beneficio en el trimestre cayó a 58 millones de dólares, frente a los 552 de 2004. Con todo, superó las expectativas.

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