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Tribuna
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La peculiaridad de los fondos 'hedge'

A lo largo de los últimos meses hemos podido leer cientos de artículos sobre los fondos hedge con motivo de la aprobación de la nueva ley en España. En la mayoría de ellos, periodistas, opinion makers líderes de opinión y especialistas han insistido, con poco acierto, en compararlos con los fondos de inversión tradicionales.

Muchos de los malentendidos sobre la inversión institucional en fondos hedge son consecuencia del intento de agruparlos en el mismo saco que los fondos tradicionales. Pero sin duda es más apropiado considerar este tipo de productos como negocios operativos, como cualquier otro negocio en el cual invertir. La principal diferencia es que estos últimos operan en un sector distinto de la economía: los mercados de capitales.

Por una parte, es lógico intentar comparar los hedge funds con los fondos de inversión tradicionales debido al cruce en algunos de los instrumentos que normalmente utilizan y también porque los fondos hedge buscan atraer fondos de terceros para gestionarlos.

Sin embargo, esta comparación nos puede llevar a pensar en los fondos hedge como inversores que también pueden vender a corto más que en gestores que gestionan los riesgos del mercado, que es en realidad mucho más preciso y más cercano a la realidad. Además, los fondos hedge utilizan más instrumentos, intercambian diferentes estrategias y tienen distintos objetivos de rendimiento y riesgo. Por tanto, creemos que cualquier comparación entre los fondos tradicionales y los hedge funds sólo puede llevar a confusiones y conclusiones equivocadas.

Al invertir en una compañía, el inversor depende de que el equipo directivo de la misma obtenga el máximo beneficio del capital disponible. Esta empresa puede aumentar su base de capital a través de diferentes operaciones como, por ejemplo, con una salida a Bolsa con el fin de obtener un mayor beneficio. Hipotéticamente, esta compañía podría ser descrita como un fondo de retorno absoluto, ya que busca el mayor beneficio como retorno al capital de los accionistas. Y al fin y al cabo, en la práctica, esto es un fondo hedge: un vehículo que busca obtener el mayor beneficio posible del capital disponible, muchas veces obtenido de fuentes similares a las que recurren las compañías tradicionales en otros sectores.

Los fondos tradicionales sí que invierten en acciones por su comportamiento a largo plazo pero no siempre esperan que la valoración del mercado de las acciones sea positiva ya que muchas veces éstas no son valoradas por su valor contable neto.

Se ha argumentado que en contraste con las acciones de una empresa el crecimiento de los fondos hedge no está vinculado con la economía real; sin embargo, el crecimiento tanto en el número de fondos hedge como en su rentabilidad depende principalmente del crecimiento de la economía ya que los mercados de capitales crecen con la economía, al igual que las acciones.

Por lo tanto, es más correcto comparar los fondos hedge con las compañías tradicionales en las que invierten los gestores tradicionales que compararlo con los gestores tradicionales en sí. La mayor diferencia entre los fondos tradicionales y los fondos hedge es que estos últimos se valoran por su valor neto contable y no por el valor actual neto de futuras ganancias (y el primero lleva menos riesgos). Los fondos hedge podrían considerarse en las carteras de renta variable como un sector aparte llamado mercado de capitales, fondos hedge o sencillamente sector financiero.

Los fondos de fondos hedge, por otra parte, son más comparables con el gestor individual convencional ya que ambos seleccionan fondos o compañías y, debido a su especialización, justifican los fees comisiones relacionados con sus resultados.

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