Los hogares, más endeudados que nunca
La inminente subida de los tipos de interés pillará a los hogares españoles en niveles máximos de endeudamiento. El mensaje debe ser la prudencia, pero sin olvidar que es económicamente lógico pedir prestado para invertir en activos que se revalorizan más que el tipo de interés abonado
Cuando a los españoles se les pregunta si ahorran, la mayoría dice que no. Cuando se les pregunta a qué destinan sus ingresos, responden que a pagar deudas, sobre todo las generadas por la compra de su vivienda. Y cuando se trata de saber cuánto consumen, resulta que más de lo que ingresan. Esto es así según las encuestas -por ejemplo, la de Gallup para Funcas- y ya se sabe que los interrogados no suelen tener muy clara la diferencia entre ahorro, inversión y consumo, ni son muy sinceros a la hora de informar sobre asuntos de bolsillo. Sin embargo, las cifras confirman este escenario de endeudamiento familiar en máximos. Un panorama al que ahora se suma la perspectiva de que pedir dinero prestado sea más caro, tras la esperada subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo.
Para los más agoreros, llega la hora de abandonar la cultura del endeudamiento y abrazar la del ahorro. Para los más optimistas, hasta con los tipos de interés en un 7% sigue resultando económicamente interesante pedir dinero prestado. Unos y otros pueden estar exagerando, pero en lo que coinciden es en que las reglas del juego del endeudamiento van a cambiar.
El ahorro de las familias españolas ha pasado de representar el 14,5% de la renta disponible en 1995 a ser sólo el 8,5% en 2005. En este mismo periodo, el endeudamiento de los hogares ha pasado del 31,5% del PIB en 1995 al 63,4% en 2004. En la mayoría de los casos esta situación está motivada por la necesidad de financiar la compra de vivienda, lo que se hace con préstamos hipotecarios generalmente a tipo variable (el 98%). Este panorama de endeudamiento familiar se sostiene porque pedir dinero prestado ha sido -y aún es-, realmente barato, entre un 2% y un 4%.
Según el último boletín económico del Banco de España, con un Euribor a un año del 2,22% y unos tipos de interés para créditos de vivienda en el 3,3%, el endeudamiento de las familias alcanzó hasta un 106% de la renta básica disponible y la carga financiera, aumentó hasta el 14%.
Ante la perspectiva de subida de tipos de interés, el miedo a no poder seguir haciendo frente a este panorama se cierne como un negro nubarrón. Cualquier alza obligará a las familias a hacer un mayor esfuerzo económico y les dejará menos dinero para su consumo y su inversión financiera. Si no se consume ni se invierte, los beneficios empresariales caen. Además, puede que se enfríe el mercado inmobiliario, porque la financiación de la vivienda resultará más cara. En juego está, ni más ni menos, que el crecimiento nacional, excesivamente dependiente del ladrillo y no de la I+D+i, como así se lleva alertando desde hace años. Pero este nubarrón puede quedarse en una simple tormenta de verano.
Si la subida de tipos de interés es moderada -por ejemplo, entre un 0,75% y el 1%-, a corto plazo no exigirá un gran esfuerzo sino, tan sólo, un empujón adicional para llegar a fin de mes a los que ya están endeudados. Para los que aún no viven del crédito, si efectivamente el mercado inmobiliario se enfría, aunque financiarse les resulte más caro, necesitarán pedir menos dinero prestado porque la vivienda se encarecerá menos.
Con la vista puesta en la próxima década, el escenario en el que se mueven los expertos tampoco es alarmista. La inflación está relativamente controlada gracias a los bajos precios de los bienes y servicios importados desde China e India y la contención salarial. Con lo cual los tipos de interés no se deberían ir mucho más allá de una banda entre el 4% y el 7%. En estos niveles sigue teniendo toda la lógica que las familias se endeuden, y no sólo para financiar la compra de vivienda -donde no hay que olvidar el componente demográfico- sino también para consumir e invertir -que es hacia donde se señala que va a ir el endeudamiento de las familias-.
Entre los hechos que llevan al optimismo hay varios frentes. El propio Banco de España, aunque advierte de los riesgos del creciente endeudamiento, reconoce que, según la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares, el porcentaje de hogares que pueden ahorrar (39%) y que tienen dificultades para llegar a fin de mes (55%) permanece estable.
Por otro lado, hay que ver lo que realmente están financiando las familias. Bancos y cajas dicen no poder dar cifras al respecto, pero reconocen que los préstamos hipotecarios que conceden no siempre tienen como destino sufragar la compra de una casa, sino la de otros bienes. Cuando el cliente ya ha amortizado buena parte del crédito, el banco le permite pedir, por esa porción, un nuevo préstamo.
El cliente logra así financiación barata para, por ejemplo, comprar un coche ya que la garantía con la que avala la devolución es, ni más ni menos, que su vivienda. Al tiempo, las entidades financieras crecen así en préstamos hipotecarios, el préstamo con el nivel más bajo de impagos. Visto así, puede que las familias no estén tan ahogadas por la compra de vivienda como puede parecer.
Otro factor sobre la mesa es el tiempo durante el cual se financian las familias. Cada vez se dice con más alegría 'he hipotecado a mis nietos', pero el plazo medio de concesión de una hipoteca es de 20 años y su vida media es de unos siete u ocho años. Y es que la buena salud del bolsillo permite la amortización anticipada -que, por cierto, implica un sobrecoste-. Si tras la subida de tipos no se llega a pagar las nuevas cuotas, se puede optar por aumentar los años para devolver el préstamo.
Asimismo, la subida de tipos llega a España en un momento en que las necesidades inmobiliarias de la numerosa generación de los nacidos entre 1965 y 1975 están prácticamente colmadas hasta en la segunda residencia. De hecho, la compra de vivienda se ha convertido en una inversión más que una necesidad vital. '¿Si tuviera 150.000 euros en qué lo invertiría?' Ha preguntado Funcas. Desde 2003 a 2005, el 50% de los encuestados se decantó por un inmueble y sólo el 13% por depósitos, bonos, acciones, planes de pensiones o fondos de inversión. Pero claro, es que esto es simple cuestión de comparar rentabilidades.
En un par de años, la generación del baby boom lo que va a necesitar es cubrir económicamente su jubilación. Está claro que esto puede hacerlo con su o sus viviendas en propiedad, pero si el ladrillo se enfría quizá opte por planes de pensiones y similares.
Por mucho que suban los tipos, siempre que lo hagan por debajo de la rentabilidad que obtengan tanto los activos financieros como los inmobiliarios, seguir endeudándose tiene sentido.
¿Es un loco quien pide dinero prestado al 3% o al 4% para colocarlo en activos que suben a ritmos superiores al 10% anual? Esto es lo que ha sucedido en los últimos cinco años con la vivienda y lo que puede suceder en los próximos diez años con otros activos. ¿Merece la pena endeudarse? En estas condiciones, parece que sí.