Las fisuras se abren
Los pobres resultados de los republicanos en las elecciones locales del martes, la erosión de la popularidad de George Bush y la dimisión del líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Tom DeLay (al que se le ha abierto una causa criminal) han caído como un peso muerto en el partido republicano. El golpe ha abierto las fisuras entre los puristas y los moderados, algo que, hasta ahora, el liderazgo de Bush había eliminado.
Las disensiones se han ido evidenciando desde hace meses pero la semana pasada llegó la prueba definitiva al quedarse encasquillados en las dos cámaras del Congreso sendos proyectos de recortes de gastos e impuestos. Y no por la oposición demócrata sino por la republicana.
El jueves, la Cámara de Representantes suspendió el debate de una propuesta de recorte de gastos valorados en 54.000 millones de dólares por las disensiones republicanas sobre las prioridades en el gasto, la fiscalidad e incluso la explotación petrolera.
El objetivo es acabar con el déficit, algo en lo que hay acuerdo. El consenso falla en el cómo. La mayoría de los gastos que deben ser recortados, según el ala más dura del partido, son los de programas de educación, medicina y subsidio social, sobre todo. A los moderados estos recortes les chirrían, y más cuando representan estados en los que los demócratas pueden quitarles el escaño en las elecciones de 2006 para el Congreso.
De momento, en la negociación, los moderados consiguieron arrancar el asunto que con más frecuencia entra y sale de las propuestas legislativas en los últimos años: la exploración petrolera en Alaska. De nuevo este paraíso ecológico se ha salvado aunque es precipitado cantar victoria ya que, al ser moneda de cambio entre los sectores del partido que llevan la voz cantante en el Congreso, puede volver a la mesa de negociación.
En el Senado, tampoco hay armonía. Olympia Snowe ha forzado a su partido a posponer una propuesta para extender los recortes fiscales a dividendos y plusvalías. Snowe, que tiene que luchar por su puesto en 2006 en Maine, un Estado que Bush perdió en 2004, dice que no puede apoyar estos impuestos para ricos.
Los debates siguen esta semana y en el Casa Blanca esperan que su mayoría en el Congreso les de una alegría, aunque se presenta difícil.